sábado, 30 de septiembre de 2017

Tiempo de Resistencia...relato abierto

Tiempo de Resistencia – fanfic nº 7


Prologo

Volvía de la cocina con un termo lleno de agua caliente, dispuesto a tomar unos mates mientras seguía con el trabajo, cuando vio al arriero sentado en su silla, leyendo lo escrito.
Tan ensimismado estaba que no se atrevió a interrumpirlo hasta que hubo terminado.
Esté, concluida la lectura, levanto los ojos y, al advertir la presencia del escribiente, le pidió.
-        Buenos días. ¿me presta el termo por favor? – tendiendo la mano hacia él
Extrañado por el pedido, se le entrego. El arriero lo tomó, le saco la tapa y aspiro profundamente para oler el contenido.
-        ¿Qué le pasa? –
-        Quería saber si estaba tomando mate con ginebra o algo así, pero no, parece que esa agua no más –
-        ¿Por qué pensó eso? –
-        Por lo que ha escrito usted aquí – dijo mostrando los papeles que terminaba de leer, sin pensar siquiera que los había tomado sin permiso.- Porque, si no está borracho, usted esta cada día mas loco amigo –
-        No ofenda –
-        No, ¿Cómo se va a ofender con la verdad? ¿Es consciente de lo que escribe? –
-        Pues, si. ¿Por qué? –
Como toda respuesta el arriero lo miro significativamente
-        Bueno, si, sucede que cuando empecé con esto tenía una idea en mente, relatar las relaciones entre el ministerio y Darrow, sobre todo después de que Netflix comprara los derechos internacionales y los que vivimos fuera de España nos quedáramos sin la posibilidad de ver la serie por televisión, pero me demore algo y la realidad me ha superado -  reflexiono el escribiente – No sabe como envidio a los escritores de ficción de décadas anteriores – comentó a modo de queja – ellos escribían algo sobre el futuro y podían pasar 10 a 20 años, sino más, antes de que la realidad los desmintiera….pero ahora, empiezas un relato y zas, en un par de meses te cambian todo –
La amargura si hizo patente en el rostro del escribiente
El resero, quizás compadecido, le puso la mano en el hombro y le dijo.
-        Creo que lo entiendo- mintió - ¿Por eso no lo termino?, no se anima a darle un final -
-        Pues no, ya no me animo, no tengo suficientes conocimientos para predecir el final y los sentimientos me traicionarían si inventara algo –
-        Deme un mate – pidió
-        Tome, amargo como de costumbre -
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A la historia…..


Parte 1 – Cambio de Reglas

Con una taza de café recién hecho en las manos, parado frente al enorme ventanal de su oficina, miraba hacia el horizonte saboreando con satisfacción su último logro.

Con deleite imaginaba la cara de Salvador Martí y su gente.
¿Cómo se habrán sentido al comprobar, la noche del 1º de Junio, que su área de acción se hallaba limitada a la cobertura española de TVE, dejando al resto del mundo fuera?

-        No muy bien – se dijo a sí mismo, con una sonrisa.

De pronto se puso serio, como si esos pensamientos fueran pecaminosos, era un notable triunfo para Darrow, pero de chico había aprendido a no alardear. Su niñez en los montes le había enseñado que cada vez que una batalla terminaba, otra empezaba.

Sonó el teléfono y la realidad lo atrapo nuevamente.

Por más que el ministerio del tiempo estuviera a sus pies, no por eso el trabajo dejaba de ocupar su atención, había una eternidad que atender, clientes que satisfacer y competidores que controlar.
Competidores, o, como esperaba pronto, “socios estratégicos” si tenía éxito. Enemigos, si no lo tenía.
Lo de la noche del 1 de Junio del 2017 era solo una muestra más de lo acertado de su trabajo, pero no era “la consumación de su trabajo”

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En la oficina de Salvador Marti el horno no estaba para bollos. Nunca había habido tanta gente allí. Todos los agentes que no estaban en alguna misión de extrema importancia habían concurrido.
-        Pero esto es inaudito – dijo alguien fuera de si
-        No, no lo es, es real – contesto pacientemente Salvador
-        Pero, jefe, ¿Qué haremos si pasa algo fuera de la España del 2017?- pregunto otro
No hubo respuesta, las caras de Salvador y Ernesto fueron más que suficientes para explicar la opinión que todos tenían.
-        ¡Yo no he de aceptar eso! ¡Es una falta al honor y la honra de España! - bramo Espínola
-        Dadme vuestra venia y con mis tercios arreglaremos este desmadre –
-        Tranquilo amigo, no se puede, el gobierno no lo permite –
-        ¡Pardies!, ¡otra vez los políticos, seguro!- Gritó uno que venía de una misión en el siglo XVIII
-        No, no, es algo mucho más mundano Gabriel – comentó Ernesto tratando de calmar los ánimos
-        ¿Y que puede ser esa cosa tan mundana jefe? – preguntó con algo de sorna Pacino
-        La regla de oro Pacino, la regla de oro –
-        ¿Y qué regla es esa? – preguntó cándidamente Alonso
-        La regla de oro, “el que tiene el oro hace las reglas” – aclaró Salvador – y hoy el ministerio, sin casi presupuesto oficial, se mantiene abierto gracias a los patrocinadores –
Poco más había que decir, para funcionar el ministerio necesitaba presupuesto, y, como el gobierno no estaba en condiciones de darlo, no quedaba más remedio que recurrir a particulares que los apoyaran. Como era lógico, a cambio de ese apoyo esperaban ganancias, es más, todos sabían que si en un futuro necesitaran renovar ese apoyo para seguir funcionando, este sería posible si las ganancias que recibiera el patrocinador le fueran interesantes. Sin resultados económicos no había futuro
Apesadumbrados unos, indignados otros, belicosos muchos y desanimados los mas, uno a uno fueron abandonando la reunión.
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En silencio los tres caminaban por los pasillos del ministerio, sin tener un rumbo fijo.
Alonso hervía por dentro, tal era la indignación que le invadía lo que le parecía, a todas luces, una claudicación inaceptable
Pacino mantenía un extraño mutismo, para cualquiera que no le conociera. Quien lo conocía sabía que algo estaba pensando
Por último la que no podía callarse era Amelia. Desde que salieron de la oficina de Salvador no había dejado de elaborar posibles alternativas contra esta limitación que se les imponía.
Sin saber cómo llegaron al pasillo de las puertas, y al pasar por una que no recordaban haber visto una voz los dejo helados
-        Chist, compañeros –
Se detuvieron en seco y se quedaron duros como paralizados por un rayo
-        Eh, aquí, venid –
No cabía duda, era la voz de Julián. Amelia se dio vuelta a ver y casi se desmaya al comprobar que él estaba allí. Alonso se santiguo ante lo que parecía un alma que regresaba del más allá y Pacino, mucho más flemático le estrecho la mano
-        Tú, tú – balbució Amelia y no pudo decir más, se abalanzo sobre Julián y lo abrazo y beso con tanta fuerza que nade podía creer que esa fuera ella.
-        ¿Cómo puede ser? – se pregunto Alonso – si hemos asistido a tu funeral –
-        ¿Alguno de vosotros vio mi cadáver? – pregunto Julián cuando logro zafar de los brazos de Amelia.
-        Pues, no… -  aceptó Alonso
La sonrisa de Julián fue explicita, “sin cadáver no hay muerto”
-        Has vuelto al ministerio – exclamó Amelia encantada
-        Pues, en realidad no – dijo Julián
-        ¿Cómo es eso camarada? -  intervino Pacino - ¿Qué haces vestido así? -
Reparando en las ropas que llevaba Julián, que bien podía pasar por un partisano. Hasta boina con la cruz de Lorraine llevaba.
-        Justamente de eso quería hablaros – bajando la voz – pero no aquí, venid – aclaró al tiempo que abría la puerta que a todos había pasado desapercibida
Una vez todos cruzaron la misma, Julián la cerró con cuidado de no hacer ruido. Lo que pudieron ver les resulto extraño. No había allí nada a lo que estuvieran acostumbrados a encontrar una vez cruzada una puerta. Solo paredes vacías, un par de escobas apoyadas contra una de ellas y algunos trastos amontonados en un rincón.
-        ¿Dónde estamos? – preguntó Alonso con aprensión
Julián lo miro como extrañado por la pregunta y contestó lo obvio
-        En el armario de la limpieza ¿Qué más? –
-        Ah –
-        ¿Ya estáis al tanto de las nuevas del ministerio? -
-        Si, Salvador nos ha explicado lo de los nuevos ”patrocinadores” y de las limitaciones que nos imponen –
-        ¿Imponen? ¡Si las han aceptado los hijos de perra!, eso no es imposición, eso es, eso es…- de la indignación Alonso no podía terminar la frase
-        Bueno, bueno, no te enojes y escucha. Somos varios los que pensamos que debemos hacer algo para ayudar a los ministericos de fuera de las fronteras de España -
-        Sí, sí –
-        Pues, estamos organizando la resistencia y os quería convidar. Si queréis ayudar –
-        Cuenta con migo –
-        Y con migo –
-        Yo también –
-        Pues bien no esperaba menos de vosotros, por algo sois mis amigos –
-        ¿Qué haremos? –
-        Expandir el rango de acción del ministerio –
-        ¿Cómo? Las puertas están vigiladas, nada entra ni sale del ministerio sin que los patrocinadores lo sepan? –
-        Esta vez no va de puertas. Va, no de puertas tradicionales, si no de IP´s –
-        ¿Qué? –
-        Pues sí, que la resistencia se está organizando para dar batalla en internet –
Ninguno de los tres sabía mucho más de internet que lo que habían podido ver desde su llegada al siglo XXI
-        Pero ¿Qué podemos hacer nosotros ahí? – preguntó Pacino interesado
-        Ya veremos, de momento lo que necesito es que me acompañéis en la siguiente misión, ahí conoceremos gente que quizás nos de una mano –
-        Pues vamos – Dijo Amelia abriendo la puerta para ir
-        No, esta vez tu no Amelia –
Un balde de agua fría no la habría sorprendido ni choqueado tanto
-        ¿Cómo que no voy? –
-        Pues, no esta vez es cosa de hombres –
Eso era el peor insulto que le podían hacer. Casi explota de ira
-        No te enojes, hay muchas cosas que puedes hacer mientras tanto -
-        ¿Y qué?. ¿Qué es eso de “cosa de hombres”? ¿Qué os creéis? -
-        Nada, sólo que donde vamos no es lugar para ti –
-        Y dale con la cantinela, ¿Qué lugar hay para un hombre que no pueda ocupar una mujer? –
-        Ir de putas en el siglo XIX –
El silencio que siguió se podía cortar con una hoja de papel
-        Disculpa, me has obligado a decirlo, pero sí, eso tenemos que hacer ahora y en el siglo XIX no es como ahora. Ni bien volvamos te contactaremos, esto recién empieza. Mientras tanto tendrás que hacernos de tapadera y campana, por si preguntan por Alonso o Pacino –
¡Esto era lo último!, los señores se irían de juerga y ella tendría que encubrirlos. Solo la clara conciencia de lo que estaba en juego le impidió salir corriendo a acusarlos con Salvador
Una vez Amelia se fue, salieron los tres hombres con mucho sigilo y se encaminaron a una puerta que atravesaron con la mayor de las precauciones
Al aparecer del otro lado se encontraron con una tupida selva de altura. Pinos y helechos llenaban todo el espacio. Una cascada se oía a lo lejos y tras ello una humilde cabaña de troncos hacia de soporte a la puerta. El frio era intenso y aunque aún no nevaba, por el color y la forma de las nubes no cabía dudas que pronto lo haría
-        ¿Dónde están las chicas? -  preguntó con recelo Pacino
-        ¿Qué? –
-        Dijisteis que…ah, claro –
-        ¿Creían que Amelia se quedaría si le contaba la verdad? –
-        No, seguro que no. Sólo que por un instante pensé que….-
-        Bueno, a las cosas –
Y se encaminaron hacia donde habían aparecido otros partisanos con armas largas.
La resistencia había empezado
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Parte 2 – Cita laboral

Cuando colgó el teléfono ya tenía clara cuál era la nueva batalla a dar por “Darrow”. Los “ministericos” habían comenzado a moverse.
Se Había detectado la abertura de algunas puertas virtuales por las cuales había habido fuga de información, eso solo podía ser obra de ellos.
Como él había predicho, era imposible tener un cerco estricto. En todo asedio siempre había quien lo burlaba, había sucedido antes y no veía porque alguien podría creer que no sucedería ahora, más con la cantidad de medios disponibles.
Pero bueno, al fin de cuentas él era solo el CEO del directorio y algunas decisiones había que tomarlas en conjunto. Eso era bueno para la moral de los accionistas, siempre les gustaba pensar que eran los que tenían el control. Mientras eso no pusiera en riesgo los resultados de la corporación no había problemas. Por lo menos no pare él, que era quien tendría que rendir cuentas.
Recordó en ese momento el consejo que le diera su padre, “Siempre déjale una puerta abierta a la presa, no sea cosa que se vuelva contra ti si se ve acorralada”
Así visto las filtraciones detectadas en internet servían para calmar “las presas”. Solo había que mantener el control, bien vistas hasta podían ser beneficiosas para el negocio.
Después de todo la idea era sacar el mayor provecho posible de la presa, no matarla. Muerta no servía de nada.
Por supuesto, no todo el mundo compartía su punto de vista. Pero eso de momento no le preocupo.
Al ser consciente de que se encontraba de pleno en una nueva batalla se tranquilizó, el alma de cazador que tenía se encontraba feliz, estimulada. Amaba el desafío, no cabía duda que era lo que más le gustaba.
Por suerte los “ministericos” habían reaccionado, se habría decepcionado si no lo hubieran hecho. Ahora que habían dado el primer paso y se habían puesto de manifiesto, la astucia estaría en mantenerlo vivos sin que causen daño.
-        Todo un desafío – se dijo a sí mismo con una sonrisa en el rostro, mientras se restregaba las manos.
La intromisión de Besumiye(1), la nueva secretaria, le obligo a recobrar la compostura.
Dirigiendo su vista hacia ella la miro con indisimulado disgusto.
-        ¿No le había dicho claramente que no me molestaran hasta que yo le dijera? – preguntó con esa voz suave y baja que solía usar cuando estaba molesto y que tanto miedo infundía en los destinatarios de sus comentarios.
Ese tono era intimidante con todos, menos con ella, eso no pasaba con Besumiye, no se inmutaba por esas cosas, quizás porque hacía honor a su nombre, o quizás porque estaba más allá del bien y del mal. Como fuera, la muchacha parecía ser inmune a él. Esto lo enojaba y a la vez lo fascinaba…en algún momento tendría que tomar una decisión sobre ella, pero no ahora.
-        Esto llego para usted, lo acaban de traer en mano. Es importante – dijo ella como toda justificación, dando a entender que tenía autoridad suficiente para decidir que era importante y que no.
Casi estalla de ira ante tal impertinencia, pero no lo hizo, en cambio tomo el sobre que la muchacha le entregaba, inspeccionó el contenido, meditó unos instantes y tuvo que reconocer que, efectivamente, si era importante, es más…muy importante.
-        Gracias “Besu” – utilizó el apocope del nombre de ella, toda una deferencia – ha hecho bien – aceptó, y, luego de una leve pausa concluyó -  como de costumbre.-
La muchacha no dijo nada, tan solo una leve sonrisa brillo en sus ojos, dando vida a su inexpresivo rostro. Sabia, o intuía, que tenia a sus pies a uno de los hombres más poderosos del mundo. Su secreto poder era mantener el secreto.
Él, tratando de que no se le note, no pudo dejar de observarla mientras se iba.
Sabedora de esto la sonrisa de los ojos de la joven se reflejo en sus labios.
En el escritorio quedo la escueta nota que había recibido.
Hemos estudiado su trabajo. Nos interesó lo hecho en la América hispana del siglo XIX. ¿Se anima a dar un paso más en el XXI? Lo esperamos. N31E35
(1): Locura, en ruso
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Parte 3 - Partisanos

Cuando estuvieron todos juntos se presentaron.
-        Estos son los amigos del ministerio de 2017 del que les hable –
-        Bien venidos hermanos, aun somos pocos, pero continuamente llegan más – dijo uno de los que los recibieron.
-        Buenos días camaradas – y el apretón de manos se generalizo.
Terminado esto se pusieron en marcha
-        ¿A dónde vamos? – pregunto Pacino
-        Aún no lo sé exactamente, pero parece que tenemos una misión en algún lugar de África – contesto Julián
El grupo camino por el bosque durante una buena hora y media, llegando a un viejo molino de agua cuando los primeros copos de nieve comenzaban a caer.
Adentro se encontraron con el usual aspecto de esas construcciones, aquí y allí había bolsas tiradas, restos de harina vieja, cascara de trigo, etc. El aspecto general era de abandono, como si hiciera mucho tiempo que no se lo usaba.
Uno de los que los habían recibido se dirigió hacia lo que podía ser la puerta de entrada a un establo o algo así, la cruzó y con los pies limpió una zona del piso, cubierta de paja de heno. Los otros compañeros lo ayudaron y, en cuestión de minutos dejaron al descubierto una puerta trampa, que levantaron con algún esfuerzo.
Cuando estuvo completamente abierta descendieron por la escalera a la que daba acceso, hasta una sala pobremente iluminada donde había un grupo de personas, reunidas en torno a un hombre extrañamente vestido, que hablaba vehementemente.
El extraño continuaba explicando la situación, tal como él la conocía.
-        … las puertas que usan ustedes son lo que nosotros llamamos puntos fijos de Verdi. Es decir, anomalías del espacio tiempo más o menos estables, debidamente catalogadas… -
-        El libro de las puertas – aclaro doctamente Julián dirigiéndose a Alonso y Pacino.
-        …esos puntos no son problema, mientras se los use responsablemente, y he de decir que a ese respecto no tenemos quejas con ustedes, han sabido ser dignos depositarios del poder que se les otorgo –
Aunque innecesario el alago fue bien venido
-        El problema son esos otros puntos que no son tan estables. Son mucho más abundantes que las puertas y tienen funcionamiento errático. Tanto se abren por unos segundos como por años, lo hacen en forma cuasi aleatoria…-
-        ¿Cómo es eso de “cuasi”? ¿no suceden completamente al azar? -
-        Pues no, en realidad cuando decimos que son aleatorios lo único que decimos es que no sabemos cuándo ni dónde aparecerán, pero, en rigor de verdad, responden a unas leyes más o menos conocidas, expresadas en las ecuaciones de Pérez, que incluyen tantas variables que hace casi imposible analizarlas a todas - Como vio que la explicación no terminaba de cuajar considero necesario explayarse algo más - Nuestros científicos creen que estos puntos de Verdi están íntimamente unidos a las llamadas “líneas de vida” y por eso estoy aquí  –
Los oyentes se miraron entre sí, tanto o más perplejos que antes.
-        Disculpe si no lo entendemos, pero creo que ninguno aquí está en condiciones de hacerlo – dijo el abuelo Pedro, hablando por todos
-        Si, no los culpo, a veces ni yo mismo entiendo que pasa. A mí me cuesta trabajo creer que estoy aquí con ustedes en pleno siglo XX teniendo que pedirles ayuda y esperando que me la den -
-        Eso delo por descartado amigo, cualquier ayuda que podamos darle será poco, sobre todo si es para parar a piratas como esos de Darrow o lo que sean – y un clamor general de aprobación broto por toda la sala.
-        Gracias, amigos – dijo con indisimulada emoción, impropio en él – aunque, créame, si todo el problema fueran los tipos de Darrow, o locos estrafalarios como los “hermanos de Padilla” o “el Ángel Exterminador” u otros grupos así…no sería problema. – Pocos captaron la profunda preocupación que contenía esta última afirmación.
-        Entonces, ¿debemos ir al norte de África y hacer que allí? –
-        Tienen que evitar que los conocimientos del doctor Marcos Álvarez, o el propio doctor, caigan en manos del grupo que lo asecha – (1)
-        ¿Cómo es eso?, ¿Por qué? –
-        Pues, resulta que el doctor Álvarez fue capaz de interpretar las ecuaciones de Pérez (2) a principio de ese siglo y fabricar un artefacto que puede ubicar los puntos errantes de Verdi, lo que en el ministerio se conocen como esas puertas que a veces aparecen y desaparecen. Algo que varias potencias, a través de los siglos, hicieron esporádicamente. Me explico, ellos supieron de esos puntos que permiten el viaje en el tiempo, por su puesto los llamaron de distintas maneras, pero el conocimiento que tuvieron fue empírico. Según “nuestra” historia nunca pudieron pasar de esa etapa, tan complicado es todo, lo cual ha sido una suerte para la humanidad – hizo una pausa y continuo - ¿se imaginan lo que habría podido pasar de haber sido capaces predecir a ciencia cierta el lugar donde se producirán?-
-        Pero ¿no es eso lo que hacen Darrow y los otros?-
-        No, los viajes de Darrow y algunos otros, se basan en distintos supuestos, que forzosamente requieren el uso de energías y principios nocivos para el cuerpo humano. Creo que una agente del ministerio descubrió esto cuando, lamentablemente, ya le era tarde -
-        Se refiere a Lola – Aclaró Pacino al oído de Alonso, como si este necesitara explicación.
-        Entonces el peligro es que “la gente inadecuada” adquiera los conocimientos de este doctor Álvarez –
-        Exacto, y nos hemos enterado que, gracias a un accionista británico recientemente ingresado en la compañía Darrow, que actúa como “facto factótun”, han tomado conocimiento de la existencia del doctor Álvarez y su equipo…- cayo unos segundos, como dudando de lo que iba a decir a continuación - …y que, a cambio de esa información, los británicos han tomado conocimiento de la existencia del ministerio del tiempo español… -
-        Con lo cual ponen en peligro a toda España y su historia –
-        Si llegan a hacerse con la tecnología necesaria, si. –
-        Sería la diferencia entre seguir las indicaciones escritas en un libro y escribir ese libro -
No había más que decir, “los enemigos de nuestro enemigo son nuestros amigos” y no cabía duda, con Darrow y esa otra gente en el medio había una sola opción. Actuar

notas:
(1) – “Operación Reloj” novela reciente del escribiente  // (2) – “Tras las ecuaciones de Pérez” novela no tan reciente del escribiente
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Parte 4 – Caminos que se acercan

A bordo del vapor Marcos Álvarez llegaba al final de la etapa. Por razones de seguridad llevaba documentación duplicada, siguiendo consejo de un amigo, antes de salir de Bs As se había provisto de un pasaporte francés a nombre del tal Gaston Pierremon que le había servido de tapadera en Santa Cruz, durante su carrera al Atlántico.
Precaución que le resulto muy útil.
Entrados en puerto fueron abordados por soldados británicos. El oficial se dirigió directamente a la cabina de comando del capitán y le mostró una serie de papeles con órdenes, que el mismo leyó.
Con los papeles en la mano el capitán hablo con el oficial de abordo y pidió
-        Tráigame la lista de pasajeros por favor. Los caballeros están buscando un prófugo con autorización de nuestro gobierno. –
-        A la orden señor – y se aparto en búsqueda de lo pedido
Con los papeles en mano el oficial ingles empezó a revisar la lista, luego de unos minutos la devolvió al capitán.
-        Gracias señor, aquí no se ve el nombre de la persona que buscamos, sin embargo, ¿nos permitirá hacer una visita al vapor? Por favor –
-        Adelante, pero por favor, tratemos de no incomodar a los pasajeros –
-        Trataremos de hacer lo posible. Supongo que entenderán que la guerra tiene estas pequeñas molestias-
Meticulosamente los marinos reales inspeccionaron todo el buque, lo que supuso una demora considerable y la exasperación de alguno de los pasajeros, ya deseosos de concluir el periplo. Sobre todo entre aquellos cuyos países no simpatizaban con el bando de los que estaban inspeccionando el buque, los que, justamente por eso, sufrían una requisa más meticulosa.
En la tercera clase, donde la gente, quizás por viajar con menos comodidad, o por encontrar en ella muchos anarquistas, socialistas y militantes de diversos “ismos” se produjeron algunos incidentes, como el dado con un húngaro que fue tratado sin muchos miramientos y hasta estuvo a punto de ser detenido.
-        A estos hijos de P…. se les ha subido a la cabeza la victoria sobre la flota imperial en las islas Malvinas….ya se les acabara – maldijo mientras regresaba a su cuarto, ante la vista expectante de árabes, españoles, y otros viajeros compañeros de clase.
Pasada algo más de un par de horas la patrulla se dio por convencida, aceptando que él hombre que buscaban no estaba en ese barco, y lo dejaron continuar su viaje. Sin embargo, lejos de terminar en el puerto de destino, fueron obligados a amarrar en Ceuta, pues durante la requisa inglesa se encontró un par de niños de la tercera con síntomas de algo que bien podía ser viruela, lo cual hizo cundir el pánico a bordo y declarar el barco en cuarentena.
Cuando, una semana después, se comprobó que había sido una falsa alarma y se autorizo a continuar el viaje, Marcos Álvarez había decidido seguir por la costa norte de África.
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Era un incordio no poder usar las puertas para llegar a destino.
Tenían una fecha límite, el 29 de Junio de 1916, y una de partida ese 15 de Marzo de 1916.
Tenían un punto de partida, el barrancón donde se habían reunido, en mitad de los Pirineos, cerca del principado de Andorra, Tenían un destino, la ciudad de Ceuta al norte de Marruecos.
Pero sobre todo, tenían que cubrir más de 1300 km en la efervescente España de la época, y no los iban a recorrer si no se ponían en marcha, a si que… a caminar.
Les llevo unos 10 días llegar a Barcelona, donde arribaron justo para la final de la copa del Rey, que aquel año se realizaba en el Camp del Carrer Indústria y que daría al Athletic Club de Bilbao obtener su primer título.
Pasaron en la ciudad condal un par de días, hasta que el contacto de la resistencia se hizo presente, en la posada donde se hospedaban, con los papeles necesarios para poder moverse con cierta seguridad. Luego siguieron viaje….
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El capitán  “Baraka”, como le llamaban sus enemigos (y también sus hombres, pero en secreto) recorría, conforme a su costumbre, todo aquellos que tuviera que ver con la próxima salida. Quizás no fuera especialmente inteligente. Seguro no era muy sociable, antes bien solía lucir taciturno y con tendencia a estar aislado, al punto que prefería pasar el rato leyendo algún tratado militar a tomar unas copas con los compañeros. De lo que no cabía dudas es que era ordenado y meticuloso. Nada salía al campo sin su revisión y consentimiento. Aunque no se lo reconociera esa “manía”, como le llamaban, era en gran parte la responsable de su apodo.
Esa manía y su comportamiento, muchas veces temerario, en la batalla. Baraka, hombre con suerte.
Era un hombre bajito, lo cual también le había valido varios apodos, como el de “Francisquito”, forma en que le llamaban sus compañeros, muchas veces con cierto tono despectivo, en honor a su nombre, su estura y su voz algo aflautada.
Si esto le importaba o no, no era cosa fácil de saber, pues no dejaba que sus emociones le traicionaran, menos en vísperas de un combate, como era el caso.
 Una vez concluida la ronda se retiro a su celda, donde, lejos de retirarse a descansar, preparándose para la salida del día siguiente, se enfrasco en su manual de tácticas militares.
En el patio de armas se llamaba a retiro, solo los guardias y las rondas, continuaban de servicio.
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Parte 5 – Con el Jefe

N31E35, las coordenadas era esas.
Corroboro sus datos. El lugar era ese, no cabía dudas, pero no se parecía en nada a lo que el había esperado encontrar, mas ¿cuando algo se parecía a lo que se esperaba en ese negocio?
En el bar, desierto a esa hora, había una sola mesa ocupada. En ella un anciano de aspecto afable hojeaba un libro, o algo que así lo parecía.
Con paso firme se acerco a la mesa.
-        Buenos días – saludó el anciano con una sonrisa que hubiera encandilado a cualquiera que no fuera él, quien conocía la mueca, pues verla era como mirarse en el espejo – tome asiento por favor –
Cautamente lo hizo en la otra silla disponible junto a la mesa
-        Gracias por aceptar, ¿gusta algo? – invitó, al tiempo que hacia una imperceptible seña a un invisible mozo, que solicito llego unos instantes después con una bebida para el invitado
Los dos se observaron cautamente durante unos instantes, mientras el ánimo de la reunión mudaba de un cauto recelo a una paulatina amabilidad.
Dejando la copa a un lado y tomando un tentempié de una bandeja con una amplia variedad de manjares, el anciano retomo la conversación
-        He de decir que apruebo la selección del departamento de personal, me parece que usted será la persona indicada para nuestra organización –
-        Me alaga usted señor – dijo él con un tono de modestia que le era impropio
-        Bien, no prolonguemos esta parodia -  sonrió el viejo - ¿Cómo va a encarar el trabajo? – pregunto entrando en tema bruscamente.
-        Menudo negocio que tiene aquí señor – empezó a desgranar la explicación, tratando de quitarle frio a la conversación
-        Eso ya lo sé – corto seco el otro, dando a entender que no le interesaban más los prolegómenos
-        Pues, sin duda, lo primero será ubicar al Yusuf Avsi ese que se menciona en los informes de 1916, mientras llevamos al siguiente nivel el desmembramiento de España. Limitaremos así el área de acción del ministerio ese que tanto daños nos hace –
-        Interesante, interesante – acepto el anciano con evidente agrado – cuénteme más –

La reunión se prolongo un tiempo considerable. Los dos hombres conversaron largo y tendido sobre las líneas de acción que el nuevo director de operaciones de la organización pensaba implementar para alcanzar los objetivos planteados, si no también, lo que a la larga era más importante, los objetivos de largo plazo.
Mientras el mozo, discretamente, traía y llevaba platos de con manjares exóticos, en lo que se había transformado en una comida de negocios, él se anoticio de cosas que superaron largamente su ya agotada capacidad de asombro.
A cada palabra comprendía más quién era el “amable” anciano con quien departía, y lo peligroso que sería fallarle. Una organización como la que había construido y los objetivos declarados que perseguía no se hacían sin una mano verdaderamente fuerte guiara el timón.
Al terminar la reunión se levanto convencido que Darrow, los hermanos de Padilla, el Ángel Exterminador, y cuanta caterva de organizaciones similares pudiera haber, no eran más que infantiles juegos dentro de un marco de desarrollo que los excedía largamente a todos. Algo tan grande como que abarcaba el universo y el tiempo en su totalidad.
Pero, como todo tenía un comienzo, y se construía paso sobre paso, día sobre día, y en eso tenía que enfocarse ahora.
Sin decir más paso por el hotel, hizo un par de llamadas y emprendió el regreso a su oficina.
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En la posada que habían ocupado en Ceuta, se ocupaban de ajustar los pasos que pensaban realizar para cumplir la misión.
Lo primero había sido ir al puerto, ahí habían logrado ubicar a un hombre que parecía ser el buscado.
-        Pero no es él. Mira los papeles, este tipo es un francés –
-        Claro, es una tapadera – sentencio Pacino, con sapiencia policiaca – Los Ingleses buscan a un Argentino, no a un francés –
-        Si, si, tan tonto son los británicos… -
-        Pues, de momento el tipo desembarco aquí…-
-        …Y nosotros tenemos que evitar que lo atrapen…es que cambiarse el nombre es muy poco –
-        Bueno, no discutamos, por lo que nos dicen, pase lo que pase pasara entre esta noche y mañana –
-        Así es – Indico Julián, mientras Alonso les entregaba los uniformes que había conseguido. Con ellos se disfrazarían (Vestirían, diría Alonso) de legionarios y patrullarían las calles sin despertar sospechas.
Mientras se los colocaban sonó el celular de Julián, indicando la entrada de un mensaje. Este lo leyó y sonrió
-        Amo a esta chica – dijo mientras mostraba la pantalla del aparato donde se veía el mensaje que le había enviado Amelia indicándole que había una puerta que podrían llegar a utilizar para volver.
-        Si tenemos éxito, cuando regresemos el ministerio posiblemente sea el que conocimos – se ilusionó.
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Parte 6 – Misión cumplida

Yusuf Avsi. El hombre le cayó bien. Discretamente lo cruzo en el campamento en que este se había asentado, en la aldea de El-Biutz. Desde la sombra de su tapadera, lo observo trabajar, organizar las que serian las tropas que combatirían a los españoles en los próximos días, el sabia que esa batalla la ganarían los peninsulares, pero eso no tenía importancia, esas guerras domesticas lo tenían si cuidado, lo que le importaba era que ese hombre tenía la madera necesaria para llevar adelante el trabajo que él le tenía previsto. Tan conforme quedo con su apreciación que se termino de convencer que lo haría bien aun sin su intervención, por lo que decidió apostar por él y dedicar su tiempo al evento mayor, destruir definitivamente el molesto ministerio del tiempo.
Ignorante del destino que le había sido marcado, y lo funcionales que serian sus acciones a los planes de quienes dirigían las fuerzas que él creía manejar Yusuf Avsi  armaba el grupo comando que usaría esa noche, con el cual pensaba acabar con Marcos Álvarez y su amiga, la espía del servicio secreto del Kaiser con quien se hallaba. Si lo lograba sería un gran paso para su causa.
Así pasa con hombres que, convencidos de pelear por sus ideales, en realidad lo único que hacen es favorecer los intereses de quienes les inculcan esos ideales. El mundo sigue siendo el mundo y el hombre es siempre el mismo.
Ni bien armados, recorrieron prontamente el trayecto que los separaba de Ceuta y se emboscaron cerca de la fonda donde habían visto entrar al doctor y la mujer.
Cuando llegaron aún estaban ahí. La suerte les sonreía, era solo cuestión de emboscarse y esperar que salgan para capturarlos.
No tuvieron que esperar mucho, a los pocos minutos la mujer se levanto de la mesa y salió.
-        Tú quédate a ver si sale el doctor. Nosotros vamos a por ella – y salieron a la carrera tras la mujer.
A metros de allí, al llegar a la esquina, la interceptaron y comprobaron que efectivamente era la agente buscada, pues para nada les fue fácil ponerle la mano en sima. Era digno de ver como una persona tan pequeña podía defenderse tan fieramente de grandes muchachones. El alboroto causado llamo la atención del hombre que salió rápidamente de la posada en su auxilio, con poca suerte, pues el que había quedado de guardia lo derribo de un golpe por la espalda, dejándolo sin sentido tirado en la calle.
Sin embargo no tuvieron éxito, pues el ruido también llamo la atención de la patrulla y tres militares, que llegaron a la carrera con armas en mano, los obligaron a huir. A regañadientes salieron corriendo, no era momento de dar batalla, debían evitar ser prendidos. Ya lo intentarían de nuevo.
-        Buenas noches – saludaron los de la patrulla - ¿Están bien? –
-        Si, si, muchas gracias –
-        Han tenido suerte de que nos encontraran por la zona. – dijo uno de los militares - ¿Hacia dónde van?-
-        Volvemos al hotel señor – Contesto ella mientras el hombre se recobraba del golpe
-        ¿De dónde sois?, su acento no es de aquí – comento Pacino intencionalmente
-        Venimos de Argentina – aclaro el hombre ya repuesto
-        Argentina, que interesante, ¿me podría mostrar sus papeles? Por favor – pidió el que estaba a cargo de la patrulla, mientras caminaban acompañándolos hasta el hotel, a unos metros de allí.
Ellos se miraron con cierta incomodidad pero cumplieron al pedido mostrando sus identificaciones, que el soldado leyó con atención a la luz de un farol cercano. “Señor y señora Pierremon” se leía en ellos. Levanto la vista a sus compañeros e hizo una señal de asentimiento que los otros respondieron. Luego devolvió los documentos
-        Tome señor Álvarez… - el aludido se sobre salto – No se preocupe, sabemos quiénes son, está todo bien. Esperamos que cumplan su trabajo – y saludando con una venia se retiraron.
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-        ¿Y eso fue todo?- pregunto Alonso con tono desilusionado
-        ¿Para qué más? Una vez que una misión resulta fácil…- reflexiono Julián
-        Si, si, seguro compañero – comento Alonso – pero, después de tanta vueltas para llegar hasta acá….¿qué se yo? Como que fue demasiado fácil-
-        Bueno, a veces hay casos que no son aparatosos pero son importantes – reflexiono Pacino mientras consultaba en el móvil la dirección de la puerta de regreso.
-        Eso es verdad, hay batallas que son estratégicas y hasta las hay que se ganan sin disparar un solo tiro…- seguía comentando Alonso mientras Julián, ya llegados a la puerta, trataba de abrirla.
Fue entonces que vieron aparecer la patrulla por la esquina de la calle, a escasos 10 metros de ellos. Eran unos 10 soldados, con un oficial a cargo, posiblemente de regreso al cuartel.
-        ¡Eh! ¡Vosotros! ¡Aquí! – les ordeno el oficial
Sorprendidos dudaron que hacer
-        Vamos soldados, ¿Por qué demoráis? – increpó el oficial - ¿No seréis desertores tratando de huir? ¿Qué hay tras esa puerta? ¡Deja ver! -
Y sin decir más la abrió. Ante la sorpresa de los agentes del ministerio tras la puerta había…una tapia.
El oficial se quedo unos segundos mirando extrañado.
-        ¿Qué gilipolles es esta? – exclamó – Vamos, ¡Formad y marchad al cuartel! – ordeno sin dejar lugar a dudas.
Julián, Alonso y Pacino no tuvieron más remedio que obedecer y, encolumnados con los otros soldados, marchar al cuartel
-        ¿Qué ha pasado? – pregunto Pacino a Julián
-        No sé- Contestó el aludido subiendo los hombros en gesto de ignorancia
-        Te habrás equivocado de dirección – acuso Alonso
-        Ojala sea eso …-
-        ¡Silencio!- ordeno el oficial
Si, ojala fuera eso, porque si no era un error en la dirección solo podía ser que la puerta se había cerrado, que ya no estaba abierta y eso solo significaba una cosa: Problemas, y de los grandes.
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Parte 7 - Biutz

Al día siguiente, a las 3 de la mañana, el II Tambor de unidades indígenas, al que habían sido incorporados de prepo, se puso en marcha al mando del Comte. Jefe Muñoz Gui.
El destino era el poblado de Biutz, un asentamiento grande de la cabila de Anyera, bien defendido por las colinas de La Loma de la Trincheras, la colina roja de Hafa-el-Hamra, la de Seriya y detrás de ellas la de Ain-Yir, que constituía la última defensa antes del poblado.
Al segundo tambor se le encargo la toma de La Loma de la Trinchera, lo que se transformo en una verdadera carnicería, los defensores, bien parapetados en las alturas, solo tenían que apuntar para derribar a cualquier soldado que tratara de subir hasta su posición.
El comandante Gui ordeno, en primera instancia, al Capitán Palacios atacar en vanguardia. Apenas pudieron avanzar unos pasos antes de ser derribados por los defensores de la colina.
A pesar de esto Gui ordeno avanzar a una segunda compañía, que sufrió igual castigo.
-        ¿Pero que hace este hijo de puta? ¿no se da cuenta que nos están masacrando? –
-        Sigue ordenes – contesto lacónicamente Alonso
-        Pues yo no me hare matar por un gilipollas como ese – dijo un soldado que escuchaba la conversación, mientras dejaba su fusil y daba la vuelta.
No llego a hacer 10 pasos cuando cayó derribado por un disparo que le efectuó el capitán de la compañía
-        Sin traidores – musitó mientras bajaba el brazo con que empuñaba el arma que acababa de disparar – si vamos a morir hoy será de cara a los enemigos, sin desertores – concluyó en una voz baja que, inexplicablemente, se escucho por toda la línea.
Los soldados no dijeron nada más, “baraka” había hablado y todos sabían que si “baraka” estaba con ellos la única opción era la victoria.
El combate siguió, luego de otro intento pudieron tomar la colina, pero solo porque los defensores se habían retirado a la siguiente línea de defensa, desde donde siguieron castigando a las tropas que llegaban a la sima.
En la siguiente arremetida, la última antes de calar bayonetas, algo excepcional pasó, un disparo desgarro el vientre del capitán de la compañía.
Baraka había sido herido y la herida era fea.
Julián, que fiel a su oficio actuaba de enfermero entre los numerosos heridos lo vio caer y corrió a socorrerlo.
Mientras tanto Pacino, que desde el comienzo de la batalla había estado intentando comunicarse con el ministerio, por fin lo había logrado.
La comunicación no había sido clara, había mucha interferencia y no era posible recepcionar bien, pero al final había logrado entender lo que le decía Amelia. No sabía bien que estaban haciendo allá en el ministerio, pero les habían logrado abrir una puerta en la zona de la batalla.
La advertencia si había llegado claro, no había forma de asegurar cuanto tiempo podían mantenerla antes de tener que cerrarla, había problemas en el ministerio.
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-        Vamos compañeros, he ubicado la puerta que nos informo Amelia – Urgió Pacino
-        Adelántense, yo termino aquí y los sigo – indico Julián, mientras terminaba de atender a un pequeño capitán que había sido herido en la batalla. –
-        ¿Quién es? – Pregunto Pacino a Alonso, que miraba la acción
-        Un valiente. Vieras como se porto en el campo de batalla, nada que ver con el cobarde ese…- y callo por la indignación
Pacino se acerco a mirar y vio.
-        Vamos Julián – pidió nuevamente – déjalo se pondrá bien –
-        ¿Y tu como sabes? –
-        ¿Qué cómo se? ¿no te das cuenta quién es? –
-        ¿Quién es? – preguntón Alonso intrigado, mientras la expresión de la cara de Julián decía que este había reconocido al herido.
-        ¿No me digas? – se dijo indignado, mientras era arrastrado por Pacino que ya no sabía cómo hacer para que sus compañeros lo acompañaran
-        ¡A que tanta apuro! – grito Julián, tratando de zafarse de la mano que lo sostenía
-        ¡A que España se cae! –
-        ¿Cómo? ¿Qué dices? –
-        ¡Qué Amelia me ha dicho que no sabe cuánto tiempo estará abierta la puerta de regreso porque puede que la España que conocemos deje de existir  y no puede asegurar que la zona siga estando bajo dominio español! – La noticia golpeo a todos – Si eso pasa no podremos volver, nos quedaremos atrapados en esta época -
-        Esperad – se para en seco Alonso – Explicadme que es eso que dices y quien es el soldado ese que tanto te ha indignado – esto último dirigiéndose a Julián.
-        ¡Que aunque hemos salvado al doctor Álvarez ese, parece no ha sido suficiente y que los enemigos han hecho avances suficientes como para intentar separar otra parte de España – aclaró Pacino….
-        Y ese que está ahí es Francisco Franco – sentenció Julián.
-        Vamos, déjenlo, para nosotros ya es historia, lo que tenga que hacer lo hará. Ahora urge salir de aquí - y sin decir más salió corriendo colina abajo. Los otros dos lo siguieron sin decir más nada, cada uno con sus cosas. Julián pensando que, sin saberlo, había tenido en sus manos la vida de miles de españoles y Alonso cada vez más compungido, ¿Cómo podía alguien de su siglo, un siglo de una España gloriosa, enorme a escala mundial, orgullo de todos sus habitantes y temor de sus enemigos, llegar a estar postrada a punto de estar por desaparecer como nación?. Era más de lo que podía asimilar.

……………….¿continuara?

Escribiente:  Omar La Rosa
Córdoba – Argentina – 30 de septiembre de 2017
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