sábado, 4 de febrero de 2023

Fantasía. Solo eso

 Fantasía

-          No, no y no – gritó, más para sí que para quienes la rodeaban sin prestarle atención.

-          Esto no puede ser así, ¡hay algo que está mal, muy mal! Y lo voy a arreglar. – se dijo indignada.

Resuelta marcho a la vieja cocina de la abuela. Afanosamente rebusco entre potes y frascos varios.

Con precaución sigo a pies juntillas la receta del viejo libro

Sobre un fuego moderado, hecho con varas de enebro cortado en luna llena, colocó el caldero con de agua de la tierra media hasta la mitad de su capacidad y de apoco, como indicaba el libro agregó todas y cada unas de las sustancias especificadas.

Tanto de alas de hada, otro tanto de estornudos de dragón, una pisca exacta de sonrisa de dama virgen (con cuidado de no desperdiciar, cada vez eran más difíciles de encontrar). Varios granos de hombre valiente (otra especie cada vez más rara), una cantidad exacta de conciencia…

¿Conciencia? ¿Dónde estaba la conciencia? Se horrorizo al no encontrarla en los estantes.

En vano rebusco, tenía que hacer algo rápido o la cocción se pasaría…

 ¡Zumbido de mosquito! Leyó en la etiqueta y se decidió. No era lo mismo, pero confiaba en que el efecto fuera igual de molesto.

¿Quién puede dormir con la voz de la conciencia resonando en su cabeza o con el zumbido de un mosquito sonando en su oído?

Vatio, revolvió y volvió a mesclar durante un tiempo que se le hizo eterno, hasta que el potaje tomo el color indicado, entonces lo coloco en un aspersor manual, de esos que se usan para humedecer las hojas de las plantas y volvió al mundo real.

Esperanzada roció a quien se le cruzara y observó con una sonrisa. De pronto las cosas estaban en el lugar que tenían que estar y las personas hacían lo que se esperaba de ellas.

Los médicos curaban enfermedades, los maestros instruían y educaban, los comerciantes vendían a precios accesibles, con ganancias justas, sin especular. Los bancos desaparecían, pues al no poder lucrar con el esfuerzo ajeno perdían su razón de ser…un mundo de fantasía que se hacía realidad, o casi…

Porque es sabido que, si no lo es, una cosa no es igual a otra por más que se insista en ello, y, guste o no, un zumbido de mosquito no es lo mismo que un reproche de conciencia…

Y ahí seguían ellos, como de costumbre, engañando, embaucando a la gente con promesas que sabían jamás cumplirían, generando falsas peleas entre los pueblos, para que la gente tomara partido inocentemente y prefirieran matarse unos a otros antes que abrir los ojos y descubrir la verdad.

Esto la destruyo, había fracasado y ya no tenía fuerzas para más.

Lentamente también su fantasía murió, asfixiada por la única fantasía que los políticos permitían. La que convenía a sus intereses y nada más.

(c) Omar R. La Rosa

Córdoba - Argentina

Febrero 2023