sábado, 29 de agosto de 2020

De abuelos y nietos - uno es como es

 

Los achaques de la edad ya empezaban a apagar su fuego. Más allá del deterioro del cuerpo, lo que más lo aquejaba era el deterioro del alma. Estaba en esa edad donde los hombres tienen más pasado que futuro, más recuerdos que esperanzas, esa edad donde los nietos se transforman en ese brote verde de invierno que predice la primavera, aunque se sepa que posiblemente uno no la vea.

Y ese era su mayor dolor, la ausencia de esos “brotes verdes” no había nada que deseara más que los nietos que no tenia.

-          Hola, pa – saludo la nena

La nena, en que hermosa mujer se había convertido, que hermosos hijos podría tener, pero

-          Pasa, pasa, no seas tonta – llamo a la mujer que la acompañaba.

-          Pa, ella es Mara, mi novia –

-          Mara, papá –

-          Hola hija, al fin llegaron – saludó Elena y, mirando a Alonso.


-          Bueno en la heladera está lo que quedo del almuerzo, si quieres lo puedes calentar para cenar. Nostras cenaremos fuera –

-          ¿Pero? ¿Os vais las dos…tres? –

-          Noche de chicas – Saludaron mientras se reían estruendosamente dejándolo solo,  hundiéndose un poco más en el sillón de la sala, frente al televisor.

De pronto comenzó a sentirse mal, una transpiración fría le inundo la frente y una fuerte angustia le atenazo la garganta.

                Como pudo, solo, se incorporo para tomar un vaso de agua y luego recostarse en la cama hecho un ovillo, mientras un llanto amargo y mudo le inundaba los ojos

-          Me estoy muriendo en la cama – pensó e, instintivamente, trato de levantarse, tenía que calzarse las botas al menos…pero no pudo, las fuerzas le fallaron.

                Fueron los golpes en la puerta los que lo devolvieron a la realidad.

                No le fue fácil incorporase, estaba oscuro y a tientas, como pudo, llego hasta ella, pero del otro lado no había nadie…

                Extrañado volvió a cerrar y, al pasar por la sala, apago la pantalla, que había dejado encendida. En el silencio que inundo el lugar pudo volver a escuchar ruidos, como de alguien que hacia fuerza para abrir una puerta…en el dormitorio de Elena.

                Sobre saltado tomo una cuchilla de la cocina y caminó a la habitación, justo para ver como una persona extrañamente vestida corría el arcón que Elena había dejado fuera del placar, apoyado contra la puerta.

-          ¿Abuelo? – le interrogó con dudas el gallardo joven que salió del armario.

-          ¿Quién sois? –

-          Pues, si vuestra merced es Alonso de Entrerríos y mi padre no me mintió… vuestro nieto señor – saludó el hombre haciendo una profundad reverencia que le hizo recordar su pasada juventud.

-         
No me hagáis chanzas, sabéis bien que mi hija ha decidido no tener niños y mi sangre muere con migo – confesó extrañamente indefenso, bajando la cuchilla, resignado ante lo que, de todos modos veía cerca.

-          Pues, no vos no seréis la ultima sangre, porque yo soy semilla de vuestra semilla, pero si no me ayudáis pronto yo si lo seré –

-          ¿Qué dices imbécil? – se enojó.

-          Que los holandeses capturaron a los sobrevivientes de nuestro barco y los ajusticiaran si no los socorremos –

-          ¿Holandeses, Ingleses? Qué más da, esos mal nacidos están tan muertos como nosotros. Años combatiéndolos para después ver como España misma se abandonaba a su perfidia –

-          ¿De que habláis anciano? ¿No me digáis que los que me advirtieron que ya no erais el que supisteis ser tenían razón? – Se cuestionó al borde de la desesperación. - ¡¿ Acaso he dejado a mi hijo a punto de morir junto a su madre y me he arriesgado en vano al meterme en esa puerta del demonio para venir a buscaros?!  -

-          ¿Qué has dicho? –

-          ¡Que vine a buscar a un soldado de los tercios no a un anciano blando y loco! –

-          No, no eso no. ¿Cómo llegasteis aquí?- repreguntó haciendo un gesto con la mano, descartando lo de “viejo loco”.

-          No tengo la menor idea – y se santiguo al decirlo – solo me deje empujar a una puerta y aparecí aquí. Dios me perdone, estoy desesperado – casi lloro de la ira contenida.

-          ¿Y de donde dices que vienes? –

-          No os lo he dicho. Vengo de Manila –

-          ¿Las Filipinas? ¿Qué ha pasado? –

-          Estábamos en puerto con mi mujer e hijo cuando el mal nacido pirata Olivier  van Noort(1) ataco la ciudad –

-          ¿Van Noort…? ¡Perro Holandés!, ¡Maldito hereje! – insultó escupiendo el suelo.

En los apagados ojos del soldado una luz volvió a brillar.

-          El mismo ¿lo conocéis? –

-          No, no, pero me encantara conocerlo. Espera aquí, ya me contaras en el viaje – pidió mientras salía.

Fue hasta la habitación de al lado, donde normalmente mal dormía y regreso ataviado como el Alonso de Entrerríos que había sido.

-          Vamos, vamos apuro - santiguándose  feliz al entrar en la puerta por la cual apareciera su nieto.

(c) El Escribiente

Omar R. La Rosa 

(1)    Oliver van Noort, pirata Holandés ataco Manila en octubre del 1600





Más historias de abuelos y nietos en KULTRU, en la sección libros de la web del autor

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sábado, 15 de agosto de 2020

Paso en el 343 - Lobatos

¡Qué bueno es ser niños cuando los mayores saben ser adultos!

 

Lobatos

Todos los años, para esta época más o menos, se realizaba la promesa de los lobatos de nuestro grupo scout, lo que incluye una ceremonia secreta, que por su puesto no estoy autorizado a comentar.

Solo diré, y por qué importa a la historia que estoy contando, que en ella se representan escenas del “Libro de la selva” de Rudyard Kipling. (1)

Aquella tarde, junto a un fuego, unos veinte pequeños de entre 7 y 10 años viajaban con su imaginación por paisajes selváticos acompañando  a Bhageera, la sabia pantera; escalando arboles gigantescos, saltando de rama en rama, siguiendo a los anárquicos Bandar-Log, un ruidosos grupo de monos sin ley, o atendiendo a los sabios consejos de Baloo, el viejo oso pardo, viviendo sus aventuras.

Pero sobre todo aprendiendo; atentos a la vigilante mirada de Akela, el lobo jefe de la manada, que los cuidaba del asecho del malvado tigre Sheere Khan, a quien me tocaba representar a mí, debido a una misteriosa ausencia del maestro que tenia hacer ese personaje.

Junto al fuego la narración se desarrollaba

-       …entonces los lobeznos escucharon un fuerte rugido llegando del interior de la selva – contó Baloo con voz profunda y misteriosa, y yo rugí con todas mis fuerzas, oculto tras una tapia que no me permitía ver lo que pasaba en el fogón.

Un rumor general recorrió toda la manada.

-       Agáchense todos para que Sheere Khan no los vea – recomendó Bhageera poniéndose en cuclillas, colocando sus manos como pabellones sobre sus orejas, como si quisiera escuchar mejor los movimientos del tigre. Toda la manada la imito.

-       En caso de peligro la manada debe permanecer unida, esa es nuestra fuerza. Los depredadores, aunque poderosos, como el malvado tigre, poco o nada pueden hacer contra nosotros si estamos juntos – Aconsejo más que ordeno Akela, siempre atento a instruir a los lobatos.

-       Observen a los búfalos y otros herbívoros, saben que nada pueden solos contra el tigre, por eso pastan siempre juntos en manada – recalco Baloo.

-       ¡Mentiras! –se escuchó la sibilina voz de Kaa,  la serpiente, que desde una rama del cercano árbol desautorizaba las sabias palabras de Akela y los ejemplos de Baloo.

-       Solo los quieren sometidos, son niños. ¡son libres! ¡no tienen por qué estarse quietos! – destiló su ponzoñoso veneno.

Ciertamente algunos niños dudaron, estarse quietos, callados no era una tarea fácil, hacía falta fuerza de voluntad y salir corriendo era algo muy tentador.

Pero la paternal presencia de Akela basto para mantener el orden.

En eso estaban cuando se escucharon voces llamando al lobo, que tuvo que ausentarse para atender otros asuntos, dejando solos un momento a los lobatos. Tal cual indicaba el preciso guión que todos seguían.

Con todo,  los niños, involuntaria parte esencial de la obra, seguían agachados, en posición expectante, en silencio, atentos al tigre…y a pesar de la cantinela de Kaa, que insistía instando a la rebelión, todo hubiese ido bien si de pronto no hubieran aparecido los Bandar-log, esos monos ruidosos y anárquicos que no respetaban a nada ni a nadie.

Un grupo de scouts, muy felices de representar a los indisciplinados monos, se metió entonces entre los lobatos generando un gran lio, desconcentrando a los chicos.

Mientras la serpiente aplaudía, aunque no tuviera manos, loca de contenta viendo como el orden desaparecía y algunos miembros de la manada se alejaban, transformándose así en potenciales presas del tigre que le había prometido las sobras del banquete como pago por su colaboración.

Efectivamente algunos chicos, poco afectos al orden aprovecharon la oportunidad para ponerse a saltar y dar vueltas siguiendo a los más grandes, desoyendo los aparatosos pedidos de los jefes

-       ¡Lobatos! Compórtense o serán presa del tigre – trato de advertir Baloo…pero ya era tarde, un par de ellos, siguiendo a los monos se alejaron del circulo del fogón y pasaron cerca de la tapia tras la cual el tigre esperaba agazapado.

Por su puesto, cuando estuvieron a mi alcance salte sobre ellos y pude atrapar a uno que empezó a gritar y patalear como un marrano, hasta que lo solté, siguiendo con el juego.

Pasado el susto todos se sosegaron y volvieron a sentarse en torno al fogón donde la ceremonia, ya con Akela de regreso, continuó hasta el emotivo momento en que, frente a la bandera, cada “pie tierno” fue haciendo su promesa y recibiendo el pañuelo que lo acreditaba, de hecho y derecho, como miembro de la manada.

Debe ser una de las experiencias más lindas que se pueden vivir, el ver como los chicos crecen y toman alas…en la manada, en la tropa y en la vida.

Pasado el momento, y con el agradecimiento de los maestros de lobatos me retire a descansar cerca de lugar donde la tropa tenía su campamento. Y ahí me hubiera quedado muy tranquilo de no haber sido por la repentina aparición de un grupo de diez o doce lobatos, que, acabada la ceremonia se estaban retirando cada uno a su casa.

Al pasar a mi lado, como correspondía, me saludaron con la típica venia de los dos dedos llevados a la frente.

Todos, menos uno, el que había atrapado minutos antes, que al verme no vio en mí al maestro scout que era si no al tigre que había representado y al grito de:

-      

¡SHEERE KHAN – se abalanzó sobre mí, seguido por todos los otros y muchos más que, sin ser de la partida no perdieron oportunidad de saltar sobre un mayor…

Solo la oportuna intervención de mis compañeros me salvo de una segura muerte por aplastamiento debajo de la parva de chicos que se me tiro encima, dejándome algunos moretones y uno de los mejores recuerdos que tengo de esa época.

Siempre listo

Búho Observador





(1) Resumen del Libro de la Selva

“The Jungle Book” es, en realidad, una recopilación de cuentos. De cualquier forma, los primeros ocho son, en realidad, parte de una misma historia. La misma comienza cuando, huyendo del ataque de Shere Khan (el tigre), dos esposos pierden a su hijo pequeño. Éste aparece en la cueva de unos lobos (papá Lobo y Raksha -el demonio-) quienes no solo lo salvan de las garras de Shere Khan, sino que a su vez lo acogen como a su propio hijo. Raksha lo llama Mowgli -la rana, dado que no tiene pelo- y lo hace de su familia.

 Mowgli es entonces presentado en el Consejo de Roca, máximo órgano deliberativo de la manada de lobos, para que sea aceptado como tal. El Consejo es liderado por Akela que dice que, tal como marca la Ley de la Selva, algo tiene que ser ofrecido para salvar su vida y ser aceptado, por lo que Bagheera (la pantera negra que enseña a los lobatos a cazar) ofrece a la manada un buey que acababa de matar. Así, Mowgli pasa a formar parte de la manada de lobos.

 Como cualquier otro lobato, es instruido en la Ley de la selva (un conjunto de 6 artículos donde se presentan los principales valores que debe tener un lobo) por Baloo, un viejo oso pardo. Mowgli vive así diferentes historias que le hacen entender el verdadero valor de la amistad, de las leyes (especialmente cuando se enfrenta a los Bandar-Log, el pueblo mono que no tiene ley), y sobre todo del trabajo en equipo.

Sin embargo, a medida que crece (y que sus amigos como Akela se vuelven más viejos) las diferencias entre Mowgli y los lobos se hacen más evidentes. Es aquí cuando el poder de Shere Khan se hace más fuerte. Mowgli es así expulsado de la manada, y se va a vivir con su madre biológica a quien ha encontrado en un pueblo cercano. De cualquier forma, todavía tenía pendiente una tarea dentro de la selva: matar a Shere Khan, tal como lo había predicho Raksha cuando Mowgli no era más que un niño.

En la aldea, Nathoo (nombre verdadero de Mowgli que Messua, su madre, le había dado al nacer) se convierte en un pastor de bueyes, aunque no logra adaptarse completamente al estilo de vida, durmiendo en jaulas, e inventando historias de espíritus de la selva. Sin embargo, es este trabajo el que le provee de la herramienta adecuada para cumplir su misión. Engañando a Shere Khan, con la ayuda de Akela y Hermano Gris (lobo hermano de Mowgli) logra que toda el rebaño de bueyes, liderado por Rama el buey, aplaste, literalmente, al tigre.

Cumplida su tarea, Nathoo se apresta a vivir para siempre entre los humanos, aunque debe huir del pueblo donde vivía con Messua, porque es considerado un espíritu maligno de la selva por poder hablar con los animales y, principalmente, por dirigir a los bueyes a su antojo. Así ambos escapan a otro pueblo, liderado por ingleses, quienes serán los que impongan el orden, las leyes, y sobre todo, la justicia.

En el octavo cuento, termina la historia de Mowgli, y al mismo tiempo, la unicidad de las historias. De aquí en adelante, si bien todas se relacionan por tener a la Selva de Seonee como elemento locativo, todas son historias diferentes, con distintos personajes. Aparecerá Hathi, el elefante sabio, o Rikki-Tikki-Tavi, la mangosta.

viernes, 7 de agosto de 2020

Amigas, ¿para cuidar o de cuidar?

             Salió a correr con la nueva del complejo.

Nadie sabía bien quién era, no hacia aun una semana que había ocupado el tercer piso de la torre C.

Por supuesto, no faltaban rumores. Los más mal intencionados decían que era la amante de uno de los capo mafia más importante de la ciudad, que vivía en el country contiguo y le pagaba el piso para tenerla cerca…pero se sabe como son estas cosas.

Bastaba ver una mujer bonita e independiente para que las habladurías empezarán, se enojo pensando que aun en estos tiempos se discriminara tanto a las mujeres, y lo peor que eran las propias congéneres las que lo hacían.

¿Cómo podían ser así? Pobre chica, asociarla con el repugnante matón ese, que si no fuera que todos le tenían miedo ya no viviría en el barrio.


La salida a correr por el contorno del complejo fue una simple excusa para entablar conversación, quería conocerla.

La verdad es que parecía inteligente, aparte de bonita, atlética, hermosa y con buen poder adquisitivo…(esas zapatillas no se conseguían en cualquier lado, y no eran nada baratas, recordó con algo de envidia las que no se animo a comprar en Miami la última vez.)

-          ¿A qué te dedicas? – se animó a preguntar después de la primera vuelta, mientras hacían una pausa para recuperar el aliento.

-          A amar – fue la sencilla y demoledora respuesta.

-          Que interesante trabajo –

-          ¿Y tú? –

-          Pues, soy abogada –

-          ¿En qué rama te especializas? –

-          Pleitos, comerciales sobre todo –

-          Huy, que pesado, esos son de los peores –

-          No creas, aunque a veces … -

-          Si, ya se, esos tipos acostumbrados a los negocios son muy vuelteros, siempre rondando como buitres hasta que pueden caer sobre la presa. Me asquean, yo prefiero ser más expeditiva. Si tienes algo con alguien vas y lo arreglas y listo –

-          Bueno, eso no siempre es posible, a veces ellos tienen con que defenderse… - dijo con un tono de voz apesadumbrado que su compañera noto.

-          ¿Pasa algo? A mí no me engañas – la recombino – que recién nos conozcamos no quiere decir que no podamos confiar la una en la otra-

Y, enternecida quizás, soltó la lengua. Le conto sobre una “aventura amorosa” en la que no había sido todo lo discreta que debía y como eso era usado por la otra parte en un pleito que llevaba a delante

-          …¿Hay testigos? –

-          No, no que yo sepa, pero obviamente alguien me vio… estaba tan apasionada que me descuide, supongo –

-          Pobrecita, nadie debería importunar a una mujer que ama – y dejando de trotar le dio un abraso que la turbo.

-          Pero, si nadie te vio, ¿Quién te pudo delatar? -

-          Solo se me ocurre que pudo ser mi amante. Desde que terminamos no deja de importunarme – dijo enfadada.

-          Eso de los amantes…tienes que ser muy cuidadosa, se porque te lo digo.- y luego de meditar unos minutos…

-          ¿Quién es? –

-          ¿Quién? –

-          Tú ex, querida – y ella le dijo.

La nueva apuró el paso sacándole alguna ventaja, por lo que no pudo estar segura si esta lo había hecho para hablar por teléfono sin ser oída o de puro distraída.

Siguieron corriendo unos metros más.

Al cabo de unos minutos llevándose la mano al auricular de la oreja derecha, como si prestara atención a algo que alguien le dijera, asintió, sonrió y girando hacia la amiga, sin dejar de correr, que no era cuestión de perder el paso, le dijo

-          Listo ya no te puede inculpar más. ¿segura que no hay otro testigo? –

-          …no – trago saliva – no hay más – adivinando el porque no se atrevió a preguntarlo.

-          Bueno querida – continuo la vecina tomándole la mano, llevándola a su voluptuoso pecho.

-          Creo que vamos a ser muy buenas amigas – le sonrió.

El resto del entrenamiento transcurrió en un silencio sepulcral.

Colección lado oscuro

© Omar R. La Rosa

Córdoba – Argentina 12/6/20