domingo, 30 de abril de 2023

2x4 una danza de valientes

 

El 1º de Mayo, mientras en todo el mundo (salvo en yanquilandia) se conmemora el día del trabajador, en el relato de la semana queremos recordar el bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina.

A la memoria de aquellos héroes, hombres con sangre en las venas.

 2x4

Las acompasadas notas, en ritmo de 2 x 4, inundaban el lugar.

El rugir de los motores rasgaba el frio cielo de Malvinas.

En el centro, en una improvisada pista los cuerpos de los dos bailarines se entrelazaban en un danzante combate.

Los dos cazas hacían maniobras evasivas y de ataque, enfrascados en la mortal danza del combate.

No se conocían pero el destino los había juntado allí, en ese lugar y hora.

Uno de los danzantes era de ahí no más, estaba en su casa, el otro venia de muy lejos, del otro lado del mundo.

Jamás se habían visto, pero sabían exactamente que se esperaba de ellos.

Uno venia por la paga, el otro por amor.

La orquesta seguía con su lastimoso desgranar tanguero, mientras las manos de él rodeaban la cintura de ella, atrayéndola.

Mientras uno de los caza hacia una cabriola quedando con el sol a sus espaldas, cegando momentáneamente a su oponente.

En el siguiente vuelco sus labios quedaron enfrentados, solo basto la decisión de uno de los dos para sellar el beso que los uniría para siempre.

Recordando el cálido cuerpo femenino, solo le basto la decisión a uno de los dos para que los cañones del 12 besaran al oponente, precipitándolo hacia él, sellando el destino de los dos.

Las frías aguas del Atlántico sur los acogieron apagando el fuego que los envolvía.

El frio aire del invierno no había podido apagar el fuego de los danzantes.

Los sonidos del combate continuaron aun desaparecidos los contendientes.

Las notas del tango continuaron aun desaparecidos los danzantes.


(c) Omar R. La Rosa

Córdoba - Argentina 

30/4/23


domingo, 16 de abril de 2023

El politico - Charlas en la cafeteria

  El político

(Charlas en la cafetería)

-          Buenas, de que va la cosa – saludó la recién llegada.

-          De trabajo, siempre lo mismo, trabajo y más trabajo – se quejo una de las presentes.

-          Esto no es vida – afirmó la otra y las tres estallaron en una carcajada. El chiste era viejo, muy viejo, pero no dejaba de causarles gracia.

-          ¿Salen o regresan? –

-          Salimos, de casualidad a las dos nos han tocado casi las mismas coordenas. ¿Y tú? –

-          De regreso, ha sido un transporte…”trabajoso” …. – e hizo un gesto con las manos, como si hiciera falta enfatizar.

-          ¿Alguien importante? –

-          No, un pobre engreído, uno que se creía que era inmortal y de pronto se las tuvo que ver con migo. Normalmente esos tipejos suelen ser unos pesados, pero este…este se esforzó mucho, creedme –

-          Cuenta, cuenta – Pidieron las dos intrigadas – Aun tenemos tiempo…jajaja –

-          Ah, veo que están divertidas hoy – se rió también, como si el tiempo existiera para ellas.

-          Pero bueno, si se invitan algo les cuento –

-          No se diga más ¿Qué tomas? –

-          Un respiro – y la risa volvió a brotar de sus desdentadas bocas.

-          No, en serio, un café estará bien – pidió, y comenzó a comentar su último trabajo.

-          El tipo era un caudillo hispanoamericano, de uno de esos países en que se disgrego el imperio español cuando reino el inútil deforme, al que nunca entendí por que llamaban el deseado… - La cara seria de sus compañeras le hizo ver que estaba divagando.

-          En fin, estos tipos que dicen ser democráticos pero que se comportan como reyezuelos abundan por allí en estas épocas –

-          Sí, si eso lo sabemos, buen trabajo nos dan con sus maneras de someter a la gente que dicen representar –

-          Este también, pero tenía algo especial…una forma de ser capaz de convencer a cualquiera, carisma que le dicen –

-          Uy sí, eso se da muchísimo por ahí –

-          Si, empezó con aquello de que todavía no podía venir (como si alguien le hubiese preguntado), que tenía que ayudar a no sé qué pueblo que había sufrido una catástrofe y no sé cuantas cosas más. Argumento como un político de ley (que es lo que era)… - tomo un sorbo de café.

-           Tendrían que haber estado allí, escuchar su voz, ver sus ojos, sus gestos, con decirles que me convenció –

-          ¡¿Te convenció?! –

-          Bueno, bueno, convencer, convencer no, tenía una larga lista de almas que recolectar en el lugar así que le di una semana, bajo promesa de que me vendría a ver cuando pasara ese tiempo –

-          Ah, e imagino que al cabo de esa semana se presento ante ti y te acompaño –

-          No, ni soñar, ¿Dónde has visto un político que cumpla lo que promete? No, de ninguna manera, así que pasada la semana no me quedo otra que presentarme de nuevo ante él. – tomo otro sorbo de café.

-          Tendrían que haberle visto la cara cuando me le aparecí diciendo "¡Sorpresa, he vuelto!" … – hizo otra pausa, que aprovecho para terminar el café y concluyó – Yo no soy ninguna política –

-          Nos consta – asintieron las otras.

-          Si hay algo que odio es la falsedad. Lo que digo lo cumplo – se había puesto seria – bueno me voy a entregarlo – dijo indicando la piltrafa que traía atada del cuello.

-          ¡Qué tengáis una buena faena! –

-          Gracias hermana, y…descansa, si te tomas el trabajo tan a pecho te va a dar un infarto – las tres volvieron a reír de la humorada.

© Omar R. La Rosa

(Charlas en la cafetería)


 

 

domingo, 9 de abril de 2023

 

En la orilla

 

Amablemente se acerco al turista que contemplaba las parcas a orillas del Estigia.

-          ¿Todo bien Señor? –

-          Sí, de maravillas, gracias – sonrió el turista, tomando la bebida y ofreciendo una moneda al camarero.

-          ¿Para el viaje? – preguntó este con sorna.

-          Jajaja, ni que lo necesitara – carcajeó él, sentándose en la reposera.

-          Me imagino – aceptó divertido el camarero – Se lo ve de buen humor señor, si me permite que se lo diga –

-          Seguro que sí, ¿cómo no estarlo? – rio el aludido, mientras incorporándose le ponía amistosamente la mano sobre el hombro – mira, mira como esta – dijo indicando hacia la orilla del rio, donde un hombre de aspecto desgarbado caminaba con paso cansino.

-          Sí, es raro verlo así, casi tanto como verlo a usted descansando –

-          No, no, no te confundas, no estoy descansando, solo que el negocio va mejor de lo habitual y me puedo tomar algún que otro respiro…junto a alguna de las chicas – y guiño un ojo, pícaro.

-          ¿Me lo puede explicar? Si me disculpa, la gente que viene por aquí sigue siendo más o menos la misma, con el crecimiento correspondiente al aumento de la población. –

-          Estas viendo cantidad, no calidad – le aclaró el otro – por eso yo soy el jefe y tu solo un barquero –

Contrariamente a lo esperable, el “barquero” lejos de ofenderse se sintió alagado. No todos los días se podía conversar de tú a tú con un jefe. Pues, si bien él no tenía un jefe, éste lo era de muchos.

-          Mira – continuó explicando – ¿ves todos esos que están del otro lado del Estigia esperando pasar? ¿Ves sus caras? ¿Qué ves? –

No había mucho que decir. Él llevaba eones transportando almas de “aquel lado” a “este lado”.

Estaba acostumbrado a ver todo tipo de expresiones, desde odio hasta resignación. Desde gestos decididos hasta pánico sin medida, o incluso alegría, pero ahora veía algo nuevo…como esos engendros muertos antes de tener vida.

-          ¿Qué me dices? ¡niños muertos antes de nacer! ¡Y matados por sus propias madres! – se felicitó – y ahí, ves, esos son humanos que podrían haber vivido algo más, pero los he convencido de que “¿para qué sufrir? Matate y ya, es tu derecho” – y estalló en una sonora carcajada, henchido de orgullo.

-          No sabes las horas que llevo invertidas en convencer a todos que el flaco ese no existe, que es todo mentira – se quejo mirando de reojo al tipo que caminaba por la rivera.

De un trago se consumió toda la bebida y devolvió el vaso.

-          Bueno, te dejo, ahí llegan las nuevas – se disculpó indicando hacia el lugar donde acababa de aparecer un grupo de jóvenes parcas – tengo una nueva línea de negocios que me hará ampliar la facturación y necesito personal nuevo –

Mientras que lo veía retirarse no pudo menos que aceptar la maquiavélica simpleza de la maniobra del tipo. Hacer que las victimas vean su desgracia como un derecho y a sus victimarios como los defensores de esos derechos.

¡Sencillamente genial!

En fin, nada de eso era asunto de él.

Parsimoniosamente repaso la mesa, junto los restos y volvió a la barra.

De caminó paso al lado del pobre flaco, que caminaba mansamente por la orilla.

-          No te preocupa todo lo que pasa –

Como toda respuesta el aludido le miro con una suave sonrisa en los ojos, mientras tendía la mano a un par de recién llegados.

Uno la tomo agradecido, el otro se la negó dándole vuelta la cara.

-          No pasara nada que no tenga que pasar – susurró mansamente.

No, no le preocupaba para nada. Sin dudas estaba seguro de lo que sucedía.

-          En fin – se dijo a si mismo

Era el hijo del manda más, y, hasta donde él sabía, el único que había vuelto a la otra orilla.

Eso era lo que más enojo le había causado al parroquiano que acaba de retirarse. El flaco había regresado y les había  contado a todos que había otra vida después de la muerte…