El 1º de Mayo, mientras en todo el mundo (salvo en yanquilandia) se
conmemora el día del trabajador, en el relato de la semana queremos
recordar el bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina.
A la memoria de aquellos héroes, hombres con sangre en las venas.
Las acompasadas notas, en ritmo de 2 x 4, inundaban el lugar.
El rugir de los motores rasgaba el frio cielo de Malvinas.
En el centro, en una improvisada pista los cuerpos de los dos bailarines se
entrelazaban en un danzante combate.
Los dos cazas hacían maniobras evasivas y de ataque, enfrascados en la
mortal danza del combate.
No se conocían pero el destino los había juntado allí, en ese lugar y hora.
Uno de los danzantes era de ahí no más, estaba en su casa, el otro venia de
muy lejos, del otro lado del mundo.
Jamás se habían visto, pero sabían exactamente que se esperaba de ellos.
Uno venia por la paga, el otro por amor.
La orquesta seguía con su lastimoso desgranar tanguero, mientras las manos
de él rodeaban la cintura de ella, atrayéndola.
Mientras uno de los caza hacia una cabriola quedando con el sol a sus
espaldas, cegando momentáneamente a su oponente.
En el siguiente vuelco sus labios quedaron enfrentados, solo basto la decisión
de uno de los dos para sellar el beso que los uniría para siempre.
Recordando el cálido cuerpo femenino, solo le basto la decisión a uno de
los dos para que los cañones del 12 besaran al oponente, precipitándolo hacia
él, sellando el destino de los dos.
Las frías aguas del Atlántico sur los acogieron apagando el fuego que los envolvía.
El frio aire del invierno no había podido apagar el fuego de los danzantes.
Los sonidos del combate continuaron aun desaparecidos los contendientes.
Las notas del tango continuaron aun desaparecidos los danzantes.
(c) Omar R. La Rosa
Córdoba - Argentina
30/4/23
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