martes, 30 de julio de 2019

El garrote mayor - guerra a distancia




El garrote mayor

Sería posible ver la historia de la humanidad como una larga sucesión de guerras.
Según se mire, parece claro que el desarrollo de nuestra especie se ha llevado adelante como consecuencia de un continuo esfuerzo por arrojarle a otros la mayor cantidad de cosas, con la mejor precisión y desde la mayor distancia posible.
Así, el hombre de las cavernas, en algún momento, descubrió que era más seguro arrojarle una piedra al otro con la mano que acercarse para pegarle con ella, e invento la onda, el arco y flecha, las lanzas….etc.
Del otro lado, los destinatarios de esos objetos desarrollaron técnicas para evitar ser dañados por los mismos, nacieron así los escudos, los muros, las armaduras, los cascos, etc.
Tirar cosas tiene una ventaja adicional, no es necesario verle la cara al enemigo. El valor de cualquiera se mantiene ante la perspectiva de que el otro no lo pueda alcanzar, así, cuanto más sofisticado y elaborado sea el medio utilizado para arrojar las cosas, mayor tranquilidad tiene quien las arroja. No es lo mismo estar atrás de una espada que de un cañón.
Así, a cada avance de los que tiran cosas sigue otro de los destinatarios de esas cosas, lo que lleva a un nuevo avance de los que las tiran que da pie a un nuevo desarrollo de los destinatarios….y así hasta el hartazgo.
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 Esa mañana, como todas las mañanas de una jornada laboral, se levanto temprano, desayuno mirando las noticias sin ver las imágenes de las ciudades devastadas en el ultimo bombardeo, ni por asomo se le cruzo por la mente que, debajo de esos escombros podía haber niños, o ancianos, o mujeres, u hombres que nada tenían que ver con los intereses que movían la guerra. Verdaderamente la guerra estaba muy lejos.
Bebió su café, se puso la chaqueta, beso a su mujer y a sus hijos y subió al transporte que pasaba a buscarlo por su casa, en un suburbio de las afueras de la ciudad.
Cuando llego a su destino presento las credenciales que le franqueaban el paso. Lo dejaron pasar, llego a su puesto de trabajo, saludo al compañero que reemplazaba, recibió de este la información del proceso en curso y tomo su lugar. El otro lo saludo y se fue.
En la pantalla aparecía la vista aérea del terreno sobre el que el dron volaba en ese instante.
No tenía muy claro de donde eran esas vistas, ni a cuantos kilómetros de allí estaban, tampoco le importaba mucho, el solo cumplía ordenes, hacia su trabajo durante ocho horas y nada más, no se sentía responsable de las consecuencias, no era su problema, había otros por encima de él que se encargaban de esas cosas. 
Cómodamente sentado frente a los mandos, tomando el segundo café de la mañana, apretó el botón que ordenaba lanzar la bombas, y observo por la pantalla y los datos de telemetría, como las mismas se liberaban del dron que las había llevado hasta ahí, y caían sobre el enemigo, o casi, porque una, por alguna razón, quizás una ráfaga de viento o algo así, cayó en otra parte, en fin eso era inevitable, seguramente habría algún daño colateral, pero nada fuera de lo normal.
Mientras guiaba el regreso hizo una pasada sobre el objetivo atacado, verifico los datos y siguió, nada raro, ni siquiera el tipo ese que le hacía gestos amenazantes con algo que parecía un palo. Difícilmente con ese palo podría llegar hasta la cómoda ciudad donde estaba él trabajando. Y aun suponiendo que pudiera llegar, ¿Cómo averiguaría donde estaba? Si ni los vecinos de esa ciudad sabían que desde allí se comandaban las maquinas que peleaban aquella lejana guerra.
Al terminar el día laboral llego el relevo, le paso el parte y se fue, esa tarde uno de los chicos participaba de una contienda deportiva y había prometido ir a verlo. Se tomaba muy en serio lo de la paternidad responsable, en muchos casos era un ejemplo de hombre, el ciudadano que hace fuerte a un país.
Del otro lado del mundo, en una ciudad en llamas, un hombre con algo parecido a un palo en la mano, lloraba sobre el cadáver de un niño que había muerto cuando una bomba, arrojada por esas maquinas infernales, que unos cobardes que no tenían valor para pelear cara a cara manejaban desde lejos, no dio en su blanco e impacto sobre un colegio.
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Al  amanecer el sol ilumino en toda su crudeza la devastación causada por las maquinas. En los corazones de todos los que contemplaban aquello había un sentimiento en común, el odio hacia los cobardes que las manejaban, el enorme deseo de devolver el golpe, de hacerles sentir la guerra que habían llevado a sus casas. Algunos tenían un brillo especial en los ojos, como el hombre que tenía algo parecido a un palo en su mano, hoy probarían si eran capaces. Estaban listos y el momento llegaría en cuanto los drones aparecieran de nuevo.
La espera no fue muy larga, alguien dio el alerta, ahí venían de nuevo las maquinas y todos, automáticamente levantaron sus fusiles, en un intento tan desesperado como poco efectivo de detenerlas, todos menos un pequeño grupo de hombres con algo parecido a palos en las manos. Cada uno apunto a un dron con lo que tenía en la mano hasta que una luz verde en el mango les indico que el objetivo estaba fijado, entonces, el hombre del día anterior junto al niño, apretó una tecla en la maleta que llevaba y nada más. Luego la cerro y todos corrieron a refugiarse, ahora solo quedaba esperar una fracción de segundo para saber si el programa implantado en las maquinas era eficaz. Y fue, esta vez no todas las bombas cayeron, por alguna razón, que solo él sabía, algunas maquinas giraron y comenzaron a regresar por donde habían venido. Una sonrisa se dibujo en las caras de todos los que allí estaban, pero no por mucho tiempo, había que ayudar a remover los escombros que habían quedado del bombardeo del día anterior, buscando gente herida. Lo que tenían que hacer ya había sido hecho, ahora solo quedaba esperar.
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Aquella noche no había dormido bien, había tenido pesadillas y casi no había pegado un ojo. No sabía porque, no había cenado nada pesado, ni nada raro, no tenía problemas especiales, estaba bien con su familia y en el trabajo todo era normal…
Al llegar al trabajo noto que algo andaba mal, le informaron que se había perdido contacto con 6 aparatos, eso era algo “raro”. Por ahí sucedía que los nativos acertaban a pegarle un tiro particularmente acertado a alguna maquina y esta caía, pero eran cosas esporádicas, y, en general había algún dato, una imagen, alguna telemetría, algo que permitía
confirmar que la maquina había sido alcanzada, pero esta vez no hubo nada de eso, solo se apagaron las pantallas de 6 drones y nada más.
Al revisar las grabaciones de los últimos minutos de las mismas no se veía nada fuera de lo normal, solo las típicas imágenes de los milicianos apuntando con sus fusiles, arrojando piedras, o amenazando con palos….como ese hombre que él había visto el día anterior, después del último bombardeo.
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A media mañana una fuerte explosión sacudió una zona suburbana de la ciudad, las cadenas de televisión transmitieron imágenes de las llamas saliendo de lo que había sido un almacén de rezagos.
Oficialmente se había dicho que se investigaban las causas, no se descartaba nada, podía haber sido una explosión por una fuga de gas, lo más probable, o un ataque terrorista, aunque nadie se explicaba porque los terroristas tendrían interés en un galpón abandonado, como tampoco porque el cercado impuesto por la policía era tan riguroso. Nadie podía acercarse a menos de 200 metros, ni se permitía que los drones tomaran imágenes aéreas del lugar.
La noticia tubo cobertura nacional y hasta algunos minutos en las noticias internacionales.
Lejos de allí, unos hombres sucios y cansados hicieron un alto en sus tareas de socorro para oír las noticias. Un grito atroz, animal, profundo con toda la descarga de las tensiones de la guerra, salió de sus gargantas, ahora los otros sabían que ellos también los podían dañar, que ya no estaban los suficientemente lejos para arrojarles bombas con sus maquinas, mientras saboreaban sus tasas de café frente a las computadoras que las guiaban, sin temor a la guerra.

En alguna parte del mundo alguien dio la orden y un ejército de hombres se puso a trabajar para saber cómo los habían interferido a fin de desarrollar alguna medida para que no lo volvieran a hacer y poder seguir tirando cosas desde lejos, aunque ya no era posible irse más lejos.

Córdoba - Arg. 30/07/2019
(c) Omar R. La Rosa
ytusarg@gmail.com



sábado, 20 de julio de 2019

Extinsion por interferencia

Extinsion por Interferencia

- Buenos días- saludo maquinalmente a sus compañeros y se sentó frente a su terminal, como hacía todos los días, de lunes a viernes desde hacía casi 40 años.
Siempre revisando datos, siempre buscando algo, nunca encontrando nada. Si en un  principio el trabajo le había parecido fascinante ya no lo era, tenía en cima el aburrimiento de la decepción, había perdido la ilusión y ya ni nostalgia le quedaba.
A su alrededor sus colegas, todos mas jóvenes que él. Como él, llegaban al “laboratorio” llenos de ilusión, orgullosos de poder estar allí, sus puestos eran de los mas codiciados entre los posibles y solo unos pocos elegidos, como ellos, podían acceder al privilegio de estar en ese lugar.
En el ”laboratorio” se tenia acceso a TODA la información, así, TODA con mayúsculas, pues desde allí se tenia acceso a todos los registros humanos disponibles, no había observación del espacio a la que no tuvieran acceso.
“El laboratorio” como lo llamaban coloquialmente había nacido como una necesidad de centralizar el estudio de esa información, entendiendo por centralizar la dirección del proyecto, pues físicamente el laboratorio era una enrome red que cubría todo el planeta y continuamente había miles de personas trabajando en el.
Hacia 40 años él había comenzado por ser uno de esos miles, con el tiempo había “hecho carrera” y hoy se encontraba en uno de los puestos directivos, pero lo mismo seguía buscando algo, algo que nunca había encontrado, por eso todos los días se sentaba frente a la terminal de datos, aunque ya no formara parte de sus funciones.
Al cabo de una hora, mas o menos, se aparto del ordenador, cansado, ya no era como antes que podía pasarse el día conectado, ahora se cansaba y necesitaba recuperarse, y tenia que hacerlo aunque no lo quisiera. Y no lo quería, porque en esos momentos no podía dejar de pensar en lo infructuoso de su trabajo, de sentir que había perdido la vida tras una quimera. Es que se estaba convenciendo que “el gran descubrimiento” no existía , que ya hacia rato había pasado el tiempo en que un hombre podía entrar en la historia por descubrir un nuevo cuerpo celeste, comprobar una nueva teoría o algo así que ayudara al avance de la humanidad y su conocimiento de lo secretos de la naturaleza.
Ahora todo estaba en las redes, cualquiera podía tener acceso a millones de veces mas información de la que ningún otro científico de épocas pasadas había tenido acceso nunca, aunque fuera un simple mortal que ni supiera de la existencia del laboratorio
 Épocas pasadas, épocas pasadas, reflexiono mientras se recostaba en el respaldo de su sillón. ¿Cómo habría sido estudiar el cielo antes, cuando la única manera de hacerlo era mirándolo directamente, no a través de millones de registros digitalizados?
¿Cómo habría sido eso? Se cuestiono mientras consultaba la hora. Aun era de noche, en una de esas podía darse un gusto, pensó y sin decir nada salió de la sala rumbo al observatorio del establecimiento.
No era nada excepcional era mas bien algo pequeño, montado allí para muestra, como divertimento para los ocasionales visitantes y algún que otro trabajo practico para los alumnos de ingreso a la universidad local, pero tenia un telescopio
Con los debidos permisos, que nadie osaría negarle, se acomodo tras el óculo del artefacto y, sin enfocar nada en particular, se dedico a observar el firmamento.
Estrellas, estrellas y mas estrellas, por todos lados, el infinito era exactamente eso, infinito y, aunque sabia que en su mayoría estaba vacío, por lo menos en las bandas de luz visible, no podía dejar de maravillarse con la cantidad de estrellas que veía y la gran diferencia que existía entre verlas a “ojo desnudo” y en los catálogos.
Si señor, había sido una muy buena idea ir hasta allí.
Reconfortado se despidió de los encargados del observatorio y regreso a su “oficina”.
Al llegar lo esperaba un “nuevo”. La cara del muchacho era una mescla de temor y reverencia, pensó que hacia la figura que él representaba, sabia que causaba ese efecto en mucha gente.
Normalmente no le hubiera dedicado más que unas palabras al paso pero se sentía bien, las estrellas lo habían puesto en contacto con su yo anterior y esto le hizo ver en el joven colaborador al joven que él había sido.
A lo mejor por esto, o a lo mejor por capricho de lo hados de la suerte, o la voluntad de Dios, vaya uno a saber porque, se detuvo y presto atención a lo que el joven le planteo.
Después de dar una rápida mirada a los datos que le acercara el seño se le fue frunciendo. Esto atemorizo al muchacho que intento retirarse discretamente pero él lo retuvo.
- ¿De donde saco esto? –
- Pues….- balbuceo el muchacho en vano, pues él no espero la respuesta, poco a poco en su mente se iba abriendo paso la idea de encontrarse ante “el descubrimiento” que tanto había anhelado.
Había allí algo realmente importante, y lo había descubierto este…este…
- ¿Cómo me dijo que se llama joven? –
- Memo, estoy en la sala de archivos numero 27 – contesto diligentemente el muchacho
- ¿La numero 27?, ha ha, eso es muy abajo. ¿Cómo lo dejaron llegar hasta aquí? –
- Pues, en realidad no me dejaron. Hace años que llevo tratando de llegar hasta usted pero nadie me cree…-
- ¿Años?¿Cuantos? –
- Unos 5 señor –
- Cinco años, eso quiere decir que esta en condiciones de aspirar a un ascenso –
- Desde el mes pasado señor –
- ¿Y porque ha arriesgado su carrera y su futuro saltando por encima de las personas que deberán promoverlo? – pregunto sin verdadero interés, pues seguía enfrascado en el informe que le diera el muchacho.
- ¿Arriesgando qué futuro? – fue la insólita respuesta que llego a sus oídos justo cuando sus ojos llegaban a la conclusión del estudio que leía.
Allí, en sus manos, ante sus ojos estaba el mayor descubrimiento de la humanidad, algo verdaderamente impresionante, si todos los datos eran correctos, y parecían serlo, se demostraba no solo que había otros universos, si no que la separación entre ellos tenia fisuras, pequeñas ranuras, por las cuales energía del universo externo llegaba al nuestro…claro, para que esos patrones que tenia en la mano fueran valederos la energía del otro universo debía ser coherente…debía serlo para que se formara el patrón que veía en las graficas…se parecía muchísimo al patrón que se forma en el experimento de Thomas Young….con sus valles oscuros y sus crestas brillantes….Crestas brillantes
- ¿De que fecha son estas graficas? –
- De hace unos 10 años –
- ¿Tiene más nuevas? –
- …Y más viejas – le dijo tendiéndole una carpeta
- Se las traje para que compruebe los resultados. En la primera hoja hay un resumen –
Asustado tomo los papeles y comprobó la evolución de los patrones de energía con el tiempo, venían de menor a mayor, creciendo con una velocidad inusitada. Se estaban acercando rápidamente  a un pico de radiación…Pálido bajo los papeles, no quería leer la conclusión final, se limito a preguntar la respuesta que ya intuía
- ¿De cuanto será el pico de radiación? –
- No estoy seguro, pero calculo que una vez y media la cantidad necesaria para producir otra extensión masiva como la del Ordovícico - Silúrico, hace unos 450 millones de años…cuando la tierra paso por el pico anterior -
- La extinción del Ordovícico…, a la que apenas sobrevivo  algo así como un 15% de la vida de la tierra. Así que esto la había causado-
Blanco como un papel devolvió el informe
- Tome destruya esto y no vuelva más por aquí – ordenó.
El muchacho entendió y se fue sin decir palabra.

Omar R. La Rosa
20 de Julio de 2019
Neuquén - Argentina

Referencias wikipedicas:
Experimento de Young:  https://es.m.wikipedia.org/wiki/Experimento_de_Young
Extinción del Ordovícico – Silúrico:  https://es.m.wikipedia.org/wiki/Extinciones_masivas_del_Ordov%C3%ADcico-Sil%C3%BArico
Extinciones masivas: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Extinci%C3%B3n_masiva



sábado, 6 de julio de 2019

Tiempo de Fundación – 1573 – Fundación para mucho Tiempo


Tiempo de Fundación – 1573 – Fundación para mucho Tiempo

Fundación de Córdoba de la Nueva Andalucía

Prologo:

Aprovechando que la lluvia desatada apenas pasado el medio día aun continuaba después de la siesta haciendo imposible toda tarea al aire libre, los hombres, protegidos bajo el alero del rancho, se dedicaban al juego de naipes unos, a tocar u oír la guitarra otros, a pasar el tiempo los más.
El resero no era la excepción, en una tarde como esa no había vacas que mover.
Mirando, a través de la lluvia, hacia el casco de la estancia, vio que su amigo, el escribiente, se acomodaba en la galería y comenzaba a escribir. Se le ocurrió que, en una de esas había empezado con la historia que le había prometido, esa acerca de la fundación de la ciudad, y pensó en ir a ver.
Apretándose bien el poncho y teniéndose el sombrero para que no se le vuele, salió a la carrera hacia la casa, tratando de no pisar charcos ni caerse por resbalar en el barro.
Al pasar frente al galpón vio en su interior el raro vehículo en que se movilizaba el escribiente, “bicicleta” le había dicho que se llamaba, cuando, en vano, el pobre hombre había tratado de enseñarle a usarla. A la primera que lo intento se fue de bruces al suelo, peor que si lo hubiese volteado un potro en la doma. No señor, esas cosas de mandinga no eran para él, todo un gaucho de a caballo.
Eso era para personas como el escribiente, gentes extrañas, si se quería, que ni siquiera eran vistas por el resto de la peonada. Al principio eso le preocupaba, cosa de mandinga pensaba, pero luego se acostumbro y ya no le importaba.
-Ave María purísima – saludo al llegar, mientras se sacudía la ropa para quitarle el agua
El escribiente levanto los ojos de los papeles que estaba leyendo y saludo
-Buenas tardes ¿Cómo está usted?-
-Ya me ve, al vicio como ojal sin botón, con esta lluvia no se puede hacer nada. ¿Y usted? ¿Está escribiendo otra de sus historias?-
-No, en realidad estoy revisando unos libros ¿por?-
-Por nada- mintió el hombre- solo que, como no hay mucho que hacer, pensé que a lo mejor, quizás, en una de esas – le daba vueltas al asunto – por ahí usted tampoco estaba ocupado y podía contarme esa historia que dijo cuando conversamos después del asunto de la reconquista-
-¿Qué historia?-
-No sé, algo de la fundación de Córdoba o una cosa así-
 El escribiente inclino la cabeza hacia atrás, entrecerró los ojos unos minutos y después dijo.
- Si, tengo alguna, pero esta escrita con muchos "modismos" - aclaró
- ¿Y? - 
- Que a lo mejor resulte "cansadora" para los que no son cordobeses, que se pueden ver obligados a consultar las notas a pie de pagina para "traducir"...-
- Bueno, si es por cansar al lector, uste se arregla bien sin modismos -
El escribiente lo miro significativamente 
"¿Porque mantenía ese personaje?" se cuestionó, luego tomó aire y continuó
- Bueno, tomando en cuenta que el 6 de Julio es el aniversario de la fundación de Córdoba, y usted lo pide - Recalcó esto ultimo
- Por lo menos podemos empezar, aunque ya sé que pasa después…-
-Sí, que empieza a escribir y no puede cortar hasta que termine - completó la frase el gaucho, se la conocía de memoria de tantas veces que se la había oído repetir. Lo que hablaba a las claras de la fuerza de carácter del escribiente.
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Parte 1 La misión

-¡Otra vez Argentina!- exclamo Salvador- ¿es que esa gente no piensa darnos respiro?-
-Parece que no- acoto Ernesto – por lo menos no parece vaya a cambiar mientras el escribiente siga siendo el mismo-
-¿y qué les pasa ahora?- pregunto Salvador con gesto de resignación.
-Pues, que parece que la ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía no está siendo fundada, por lo menos no por Don Jerónimo Luis de Cabrera-
-¿Cabrera, Cabrera?- volvió a preguntarse Salvador -¿El Andaluz?-
-El mismo señor- contesto Ernesto, lacónicamente.
-¡Un andaluz metido en líos! ¡Válgame Dios!- dijo al tiempo que se sentaba- ¿y qué ha pasado?-
-Pues que parece que ha cambiado de opinión y la ciudad de Córdoba no se funda ¿habrá decidido hacerle caso al gobernador?-
-Explíquese por favor- pidió Salvador
-Pues, según la historia- aclaro Ernesto – a don Jerónimo Luis de Cabrera le habían encargado fundar una ciudad en la provincia de Salta, pero este, presumiblemente siguiendo tras la ciudad de los cesares, no  se detuvo allí si no que siguió más hacia el sur donde fundó, o debería estar fundando, la  ciudad de Córdoba, a orillas del rio Suquia- concluyo- aunque, de acuerdo al último informe eso no estaría pasando, ¿cree que habrá cambiado de opinión?-
-¿Así como así, sin más?- pregunto extrañado- ¿un Andaluz?. Imposible, algo tendrá-
-Es lo que pensamos todos, por eso que sugiero mandemos una patrulla a ver que hay-
-Sí, tiene razón, algo ha de haber- Concluyo Salvador, y luego, con cierta angustia rogo más que pregunto- ¿No habrá vuelto a aparecer esa puerta nueva, cierto?-
-No, no señor, esta vez la información ha llegado por los canales normales-
-Bueno, por lo menos una buena noticia. En fin, fíjese a quienes puede enviar, con esto de la gripe y esas cosas el ministerio anda escaso de gente-
-Ya consulto con Angustias y lo vuelvo a ver-
-Argentina, Argentina…-repetía Salvador mientras tamborileaba con los dedos en el escritorio- menos mal que esos territorios formaron parte de España solo 300 años….que si no nos despanzurran el presupuesto-
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Al cabo de unos minutos aparecieron, junto a Ernesto, Amelia, Pacino y Alonso.
Amelia era la única que estaba de descanso, pero, siempre tan solicita, no había puesto inconvenientes al ser llamada.
En cuanto a Pacino, solo su fuerza de voluntad le había permitido levantarse de la cama, donde convalecía de un fuerte resfriado. La nariz aun le goteaba
Por último, Alonso, aun con traje de época, acaba de regresar de un viaje a China, acompañando una misión comercial que había partido de Manila, y necesitaba un buen baño y un descanso, pero, soldado al fin, siempre estaba dispuesto a cumplir con el deber.
-Buenos días, gracias por venir- les saludo Salvador desde atrás de su escritorio
Todos respondieron con frases más o menos de circunstancia y se interesaron por la nueva misión.
Ernesto los puso al tanto rápidamente, se suponía que sería solo una misión de reconocimiento, para ver que había de cierto en lo que informaba el agente que trabajaba en esa época.
-¿Y porque hay dudas de lo que informa el agente? ¿No es empleado del ministerio acaso?- Pregunto Pacino
-Bueno, es un caso “especial” – acoto Salvador – no es alguien que trabaje siempre para nosotros, si fuera periodista diría que es un “free lance”-
Todos se miraron intrigados, incluso Ernesto parecía no saber que decía Salvador; viendo las caras, este se explicó algo.
-Son esas cosas que se transmiten de un ministro a otro, de las cuales las explicaciones, a veces, se “desdibujan” con el tiempo. El sujeto en cuestión, un tal “Jacinto” parece ser un independiente que supo ayudar a don Pedro de Mendoza durante la fallida primera fundación de Buenos Aires, y que desde entonces, de cuando en cuando, nos da alguna ayuda-
-…Se hace unos duros- aventuro Alonso
-No, aunque está en la nomina y ya lleva unos cuantos Euros acumulados, nunca ha reclamado pago alguno. No lo conozco personalmente pero se me ocurre que debe ser un personaje.- acoto- Bueno, sea como sea, al no ser agente “oficial” hay cosas que nos dice, como estas, que debemos corroborar antes de tomar cualquier decisión-
-Bueno ¿Y a donde hay que ir ahora?- pregunto Alonso, que ya sabía de la escases de puertas que había en América y las distancias que había que recorrer hasta el lugar de los hechos, desde la puerta más cercana.
-No se preocupe- aclaro Salvador- esta vez tenemos una puerta ahí mismo, en la ciudad de Córdoba-
-Pero, ¿no dijo que aun no ha sido fundada?- interrogo Amelia, siempre atenta.
-Si….- suspiro-…eso es parte de lo que deben averiguar, ahí hay algo que parece no cuadrar. La puerta es válida, se encuentra correctamente catalogada- e indico con el puntero en la pantalla gigante donde aparecía claramente indicada la puerta en cuestión:
“puerta 321, 1573 – 1816 // Córdoba de la Nueva Andalucía, virreinatos del Perú / del Rio de la Plata”
-Por esto, a más de las otras cosas, es que debemos ir a corroborar los dichos del tal “Jacinto”-
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Al cruzar la puerta lo primero que vieron es que aparecían en el interior de un rancho bajo, más bien una tapera, en una de cuyas esquinas había un hombre sentado en una de esas banquetas petizas que obligan, al sentarse, a tener las rodillas a la altura de los hombros, que dejaba caer agua en lo que ya sabían, a fuerza de andar por Argentina, que era un mate.
Al verlos aparecer le dio un sorbo al mate, lo dejo a un costado y se incorporo para saludarlos. El sujeto era cualquier cosa menos impresionante, de estatura más bien modesta, para los tiempos modernos, no más de 1,70 m. pelo negro, tez morena y ojos oscuros, tranquilamente podía haber sido andaluz. No es de los que ganan por la presencia, pensó Amelia.
-Güenas, ¿cómo andan?- saludo. Al escucharle hablar les quedo claro que Salvador no se equivocaba al considerar que sería un “personaje”, porque sin duda ese era Jacinto.
-El señor Jacinto, supongo- dijo Amelia mientras le extendía la mano a modo de saludo.
-El mismo que pinta y canta. ¿y ute quien preciosura?- le contesto, al tiempo que, con la mirada, hacia extensiva la pregunta a todos.
Ellos se presentaron.
Jacinto les estrecho la mano a los hombres y, con una reverencia galante, que vista por un observador imparcial habría resultado cómica, beso la mano de Amelia. Reparando especialmente en ella acoto, al tiempo que hacia seña hacia la puerta por la que acababan de llegar.
-Ete no e lugar pa una chichizona tan güenasa, vengan por favor- invito en “cordobé básico” con lo cual dejo a todos a medio entender. Más aun cuando al pasar por la puerta que debía regresarlos al ministerio, en vez de encontrarse en los pasillos del mismo lo hicieron en una habitación amplia, agradablemente amueblada y decorada, sin lugar a dudas perteneciente a una casa acomodada de la época de la colonia.
Sobre una mesa ratona había un samovar y varias tasas de las cuales salía un agradable aroma a té recién hecho, lo que se hacía apetecible en el fresco ambiente.
Todos tomaron una, se sentaron en los cómodos sillones y escucharon al historia que les conto Jacinto.
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Parte 2 Jacinto

-          Palabra ma, palabra meno esa e la hitoria – concluyo el relato en su enrevesada jerigonza- No e pa arma tanto kilombo(1) che, el gaiego(2) solo anda algo demorado, se habrá aquerenciado con alguna chichisona(3) o estará de caravana (4), les dije a los del ministerio, cuando me preguntaro, que no hacía falta manda una patrulla- dijo el Jacinto y mirando a Amelia agrego con vos de galán de teleteatro- no sabía que la iba a manda a uste mamaza(5)-
-          Eso no lo decidimos nosotros- aclaro Pacino algo molesto por el lance para con la compañera
-          ¿Gallego?¿no es andaluz?- inquirió Alonso
-          De este lado del rio de la Plata los españoles son todos Gallegos , del otro son Canarios- indico Amelia, siempre informada- tiene que ver con las corrientes migratorias del siglo XIX y XX.-
-          Como sea- tercio Pacino- ¿quiere decir que don Jerónimo venia “bajando” desde Charcas, siguiendo órdenes del Virrey Toledo, paso por Santiago del Estero y, en vez de seguir al sur para llegar a las márgenes del Suquia a fines de Junio de 1573 y fundar Córdoba a principios de Julio, como cuenta la historia, siguió viaje a no sabemos dónde e ignoramos donde está ahora?-
-          Ta por ahí- indico el llamado Jacinto, haciendo una seña circular con el brazo- dando vuelta buscando la ciudad de los Cesares, pero ia se va a cansa de anda al cuete y va volve, no e para preocupase che-
-          ¿buscando la ciudad de los Cesares?- pregunto Alonso que recordaba haber escuchado hablar de la famosa ciudad de calles de oro, casas de plata con techos de amatista y fabulosas riquezas cuya leyenda corrió por toda América durante la conquista y bastante tiempo después.
-          Ese berso- asintió Jacinto
-          ¿Cómo?-
-          Cosas que inventaron lo indio pa sacase de encima a lo conquistadore-
-          Una vieja treta- hablo Amelia- Uno de los motores de la colonización de América fue la búsqueda de tesoros fabulosos. Muchos españoles y otros europeos que los acompañaron en su paso a las Indias eran desheredados, hidalgos sin fortuna, segundones sin herencia, o simples villanos sin una pulgada donde caerse muertos, que soñaban con hacerse ricos aquí conquistando las fabulosas riquezas de las que escuchaban hablar en las tabernas de los puertos. Los indios pronto aprendieron esto y que, ante la imposibilidad de vencerlos en batalla, encenderles la codicia fabulando sobre riquezas inmensas que siempre estaban a pocos días de marcha desde el lugar donde estaban, era una buena manera de hacerlos seguir viaje dejándolos tranquilos. o sea, de pasarle a otros el problema.-
-          Ma clarín(6) échale agua- sentencio el Jacinto.
-          Bien – medito Pacino- ¿usted dice entonces que don Jerónimo se cansara de buscar la ciudad de los Cesares, regresara y fundara la ciudad sin problemas?-
-          Aja-
-          Entonces ¿Cuál es el problema?-
-          Que puede que no lo haga la fecha debida, el 6 de Julio-
-          Sigo sin entender, a lo que veo lo peor que puede pasar es que los cordobeses del futuro festejen su día en otra fecha. ¡hasta capaz que les sea mejor! Supongo que en Agosto o Septiembre hará menos frio que en Julio-
-          Bueno, si fuera solo eso…- comenzó a aclarar Amelia. Siempre bien informada. Era la única que respetaba meticulosamente el protocolo de trabajo y leía los informes antes de cada misión- más importante que la fecha de fundación de la ciudad es que, después de fundada volvió a partir, pero esta vez rumbo al este, en busca de un puerto para esta ciudad. Eso lo llevo a cruzarse con don Juan de Garay, justo cuando este estaba siendo atacado por los indios Timbues, que lo hubiesen acuchillado si, proverbialmente, no  aparecía Cabrera con sus hombres- concluyo
-          ¿Y?-
-          Si don Jerónimo no llega a tiempo puede que no encuentre a Juan de Garay y este sea muerto-
-          ¿y?-
-          Pues, que Buenos Aires no volvería a ser fundada, por lo menos no por los Paraguayos de Asunción y toda la historia de la región podría verse alterada- término de aclarar, ya al borde de la desesperación.
-          Ahhh- se escucho el coro de voces masculinas.
-          Pues, entonces habrá que salir a buscarlo y hacerlo llegar a tiempo- sentencio pragmáticamente Alonso, al tiempo que dejaba la taza de té en la mesa y enfilaba para la puerta.
-          No, no, espera che- lo detuvo Jacinto con perentorio ademan al tiempo que lo apartaba y abriendo la puerta, asomaba la nariz del otro lado.
No espió ni diez segundos que volvió a meterse en el cuarto, serrando la puerta con cuidado de no hacer ruido.
-No podemos salir por ahí- dijo- vamos por otro lado, e indicando la ventana salto por ella.
-¿Qué pasa?- pregunto Pacino algo impaciente tomándolo por el codo
-La María esta en el pasillo- fue la escueta respuesta.
-¿en el pasillo del ministerio?- pregunto incrédulo Alonso
-¡y ¿Quién es la María esa?!- consulto Pacino.
-Una morochona(7) a la que le hice un favor- dijo el mestizo- y quedo locasa(8) con un servidor- aclaro con un gesto de la mano desde la cabeza a los pies.
- ¡¿Se está escapando de una mujer?!- pregunto incrédulo Alonso.
-¡quiere casorio che!, son todas iguales, una egoísta, no bien uno les da algo e felicida te quieren corta la ala pa que no ande haciendo feli a otra pobrecita…-
Alonso, sabiamente, contuvo a Amelia tomándola fuertemente por el brazo.
Cuando saltaron la ventana se encontraron en un patio interno lleno de naranjos en flor que inundaban el aire con un perfumen embriagador, en una cálida noche de primavera. Corrieron entre las filas de arboles, siguiendo a Jacinto hasta que llegaron al rio, que a esa altura, en esa época del año, era un mero arroyuelo que se cruzo sin casi mojarse los pies para llegar a una isla donde había una tapera en la cual entro el mestizo, corriendo una lona que hacía las veces de puerta. Antes de cruzar Alonso hecho una mirada atrás y vio las luces de la ciudad, a juzgar por lo que veía, debía ser prospera, aunque pequeña. Una vez cruzada la misma, lejos de encontrarse en el interior de la choza se hallaron en medio de un pastizal en una clara pero helada noche de invierno.
Mientras preparaba un fueguito para calentarse, viendo que los integrantes de la patrulla lo miraban inquisitoriamente pregunto.
-¿y ahora que le pico?-
-¿Cómo llegamos aquí?-
-¿por la puerta?- a una pregunta tonta una respuesta tonta
-¿Qué puerta?-
-Esa- dijo Jacinto indicando la lona que colgaba de un piquillín(9) tras ellos- ¿o qué? ¿si no e de madera pesada como la hacen utede no he puerta?-
Ante tamaña lógica nadie pudo decir nada, antes bien empezaron a comprender claramente la misión que tenían por delante.

Notas (1) Lio grande, aquelarre. (2) Gallego. (3) Muchacha. (4) Juerga, ir de fiesta en fiesta (5) Mujer hermosa. (6) Más “claro” échale agua. (7) Mulata de curvas generosas (8) Loca de atar (9) árbol autóctono.
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Parte 3 Ciudad de los Cesares

Con paciencia volvió a tomar las mediciones y a anotar cuidadosamente la declinación y otras medidas sobre la carta de navegación, cual marino de tierra adentro.
A cientos de kilómetros de cualquier costa, rehízo los cálculos y los cotejo con los anteriores, todo indicaba que el rumbo era correcto, la ciudad de los Cesares debía estar unas leguas más adelante, pero ¿Cuántas?. Según el indio ese que se les había unido casi al comienzo de las sierras, al que encontraron siguiendo la sugerencia que les hiciera el mestizo que los fue a ver en Santiago del Estero, justo antes de salir para el valle de Salta haciéndoles cambiar el rumbo al sur, no debería faltar mucho….y sin embargo…¡cuántas leguas llevaban recorridas en pos de esa bendita ciudad!.
Medito nuevamente sobre esa extraña charla que había tenido en los establos, tras el rancho en que tenía su cede la gobernación. Sabía que debía andar con cuidado, que el nuevo virrey no le tenía estima, que debía moverse con pie de plomo para no darle lugar a que tuviera una queja directa contra él. Y sin embargo…era como que el diablo le hubiera movido la lengua al mestizo, para hacerle decir lo que el tanto ansiaba oír, la ubicación de la ansiada ciudad de los Cesares.
- E asi como te digo gaiego. Io e etado ahí-
- ¡que no soy gallego!¡soy andaluz!-
- eh lo mismo cara e estatua. No te sulfúrei(10) al vicio que se te va a subí la presión- le contesto el mestizo con una tal falta de respeto que lo hacía merecedor del cadalso.
- teni que enfila pa el sur hasta bien entrada las sierras, hata alcanza el primero de lo rio, pero ojo, no te  vua(11) a pasa de largo, mira que en invierno no llueve y puede que lo confundai con un arroito(12)- le aclaro.
- a parte, por si no te dai cuenta por la temperatura, aca etamo(13) del otro lado e la raia(14) y Junio e pleno invierno, no e verano como en tu casa. ¿entendi?, y por aca en invierno no llueve ni ahí(15), asi que pode i(16) sin paragua no ma-
Solo el recuerdo de su santa madre y la posibilidad de que la historia fuera cierta, mantenían vivo al tipejo ese.
-Bue, cuando llegue al riazo(17) ese, para y fúndate una ciuda, pa tene donde junta la guita que va a trae de lo cesare. ¿Me entendí?-
 - Señor, el caminaga ese que nos acompaña quiere mostrarle algo, dice que es importante- interrumpió sus recuerdos un soldado.
Se levanto algo a desgano y fue a ver que se trataba.
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El cacique Caminaga, jefe y chaman de su tribu, aun se preguntaba que hacia ahí, tan al sur. Le debía varios favores al mestizo ese que se hacía llamar Jacinto, por eso había aceptado dejar a su gente justo en víspera de un combate con los intrusos que venían del norte…¡para hacer de guía del principal de ellos!
Pero ya era basta, el trato había sido llevarlos hasta el Suquia y el había cumplido. Pero el barbudo enlatado(18) no lo quería dejar ir, estaba emperrado en seguir hasta encontrar la ciudad de los cesares. ¿vaya a saber uno con que lo habría engatusado el mestizo, para meterle tanto animo al extranjero? Pero ya era suficiente, el se largaba esa misma noche.
Decididamente camino hacia unos mistoles(19) que había tras una loma cercana e instalo su magia. Trabajo un buen par de horas, porque no podía recurrir a brebajes ni nada parecido, como hacia normalmente con su gente, para que todo pareciera real a los ojos del español. Estos tipos con su Dios muy presente veían obras del diablo en todo lo que no entendieran, lo cual no sería tan malo si no estuvieran armados..pero lo estaban.
 Una vez terminado el trabajo se sentó a repensar los detalles, mientras caía el sol y minutos antes de que este tocara el horizonte mando llamar a don Jerónimo. El juego de luces del atardecer era esencial para el engaño.
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Cuando Jerónimo llego a la sima donde lo requerían estaba de mal humor, ya habían cruzado no uno sino cuatro ríos y acababan de divisar un quinto sin que apareciera nada. Si en un par de jornadas no encontraban otra cosa deberían regresar, porque las provisiones se agostaban y la tierra que se adivinaba más allá del quinto no prometía sustento seguro.
Ahí estaba el taimado ese de Caminiaga, siempre con su porte misterioso, mescla de cacique y brujo, esperándolo con su cara indescifrable.
Con un gesto parco el indio le pidió que se acercara y le indico que mirara tras la lona que colgaba entre los mistoles(19), justo hacia donde nacía el desierto, esa inmensa extensión que nace paulatinamente al sur del rio quinto y se extiende hacia el oeste hasta los andes y hacia el sur hasta el fin del mundo.
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-¿Qué hiciste qué?, ¿tai loco vo? ¿Cómo te va a manda semejante mocazononon(20) chino pavo?-
-¿y que querí que hiciera? Lo gaiego eso etan loco con el oro, ¿Qué donde esta el oro? ¿la plata? ¿la piedra preciosa? Todo el día lo mismo, así que le mostre lo que querían ve y me vine, no e pa tanto che. A parte, el que le dio manija con eso de lo cesare fuiste vo che-
-Si pero fue pa terminar de decidirlo a segui pal su, a funda Córdoba. Ahí lo tenía que deja che, no era tan difícil el favo(21)-
-Pa vo que te quedaste aca, pero io tuve que i con ello,  y todo el día atra con segui y segui y segui…¿no se cansan nunca lo coso eto chei, son capace de camina medio mundo cuando se le mete algo en la cabeza-
-bue, el moco(22) ia eta hecho. Ahora tenemo que ve como hacemo pa que de la vuelta-
-No te preocupei cara e chupete e brea(23), lo que le mostre eta tra el desierto y no tiene morfi(24) ni pa do dia, tiene que volve si o si-
- Si, pero ahora no va a queri para, va pasa de largo pa Charcas a arma otra expedición mejo para busca la ciuda de lo cesare y no va para pa funda Córdoba…a no se que…-
-…¿Qué que?...-
- Nada, ia se me ocurrió que hace, pero lo mismo voy a tene que informa a la oficina e los gaitas(25), no sea cosa que pase algo y me quieran tira el kilombo a mi-

Notas: (10) “no te sulfures”, ”no te enojes”. (11) vayas (2 singular verbo ir). (12) Arroyito, rio pequeño, hace alusión a que, durante el invierno, al ser temporada de seca, el rio trae muy poco agua. (13) estamos. (14) raya, en alusión al Ecuador. (15) nada, “ni si quiera eso”. (16) ir. (17) rio grande, en este caso en sentido peyorativo refiriéndose al escaso caudal del rio en invierno y primavera. (18) Jerónimo Luis de Cabrera con coraza (19) árbol autóctono (20) “metida de pata”, erro importante. (21) favor. (22) error. (23) modismo apelativo generalmente cariñoso, la provincia se caracteriza por la facilidad de muchos de sus habitantes para poner sobrenombres a otras personas destacando de forma generalmente graciosa una característica particular, en este caso hace referencia a una persona de tés oscura y facciones estrechas (imagine un chupete o mordisco para bebe, pero hecho con brea, ahí tiene la descripción que el indio da de la cara del mestizo).(24) Comida. (25) Gallegos, refiriéndose a las oficinas del MDT. Este aviso es el que da pie a esta fan fic.
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Parte 4 La Cautiva

-¿Cómo que no sabe dónde encontrar al adelantado?- Pregunto Amelia
-Y si, caminiaga me dijo que ia va a volve, se lo dije al Salvador, pero ese hombre siempre se preocupa de ma- concluyo Jacinto amuchándose junto al fuego para pasar la noche.
-Pues, si no se puede hacer nada déjenos volver- insistió Amelia- ya que aquí no tenemos nada que hacer…-
-Hoy ia no se puede ma, mañana veremo-
-¿Cómo que no se puede más? ¿Qué significa eso?- pero el Jacinto no contesto, aparentemente ya se había dormido. Alonso quiso sacar la espada para incentivarlo a hablar, pero Amelia lo contuvo
-No somos conquistadores- le reconvino
- No tiene nada que ver- protesto el soldado- este tipo nos está tomando por tontos-
-Así es Alonso- tercio Pacino- pero coincido con Amelia, esperemos a ver que nos trae el día de mañana- y se busco un lugar cerca del fuego para acomodarse también. Los otros lo imitaron.
Con los ojos entrecerrados el mestizo sonrió satisfecho, había ganado unas horas, las que necesitaba para ejecutar su plan, que ahora, con la llegada de la patrulla, esperaba fuera más factible. Si salía bien todo estaría en su lugar y acá nada habría pasado.
 A la mañana siguiente al despertarse, ya con el sol alto y aun con escarcha sobre los abrigos, vieron que el Jacinto ya no estaba. Los habían abandonado en medio de vaya a saber donde sin saber cómo volver al ministerio.
Pacino saco su teléfono inteligente.
-No te gastes, no hay señal, ya lo comprobé. Estas tierras aun no tienen asentamiento español- Dijo Amelia.
-Si, yo también los comprobé- aclaro Pacino- lo que quiero hacer es consultar la versión que descargue del Mistipedia-
-¿Qué?-
-Mistipedia, como un Wiquipedia pero del ministerio - y levantando los ojos aclaro, ante la mirada de duda de los otros- ¿y qué? Nunca fui un buen alumno, siempre estudie los resúmenes y nada más-
-Está bien compañero, nadie ha dicho nada. ¿y que buscas ahí?- Pregunto Alonso
-Cuál es el asentamiento español más cercano. Si tenemos que comunicarnos con el Ministerio esa será la mejor opción-
-Inteligente- fue todo lo que dijo Amelia, que siempre había estudiado para saber y ser la mejor, nunca para aprobar únicamente.
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-          ¿y qué hacemos? – pregunto Amelia
-          Pues, caminar, no tenemos otra.- confirmo desalentado Pacino, luego de volver consultar, por 3 vez el Mistipedia que seguía diciéndole que no había poblado español alguno en menos de 400 km a la redonda- O sentarnos aquí a esperar que funden Córdoba – concluyo
-          Pues, a buen paso eso nos puede llevar unos 10 a 15 días, no más- asevero Alonso, que en su vida de soldado había caminado alguna vez distancias similares
Con Pacino desplegaron los mapas que llevaban y trazaron una ruta posible. Las primeras etapas podrían ser más largas, el clima y la geografía lo permitirían, pero luego la cosa se ponía fea, pasarían cerca de las salinas grandes, donde presumiblemente no encontrarían sustento y todavía estarían a unos 90 km de Santiago del Estero, que era el poblado más cercano. No era un viaje que se presentara agradable
Aun así se podía hacer, de hecho la gente de la época lo haría normalmente. Si no tenían problemas con los naturales seria solo cuestión de paciencia y perseverancia.
La duda era como se comportarían los naturales, dos hombres y una mujer, solos, nada podrían hacer si eran atacados.
Y eso fue lo que paso.
De pronto escucharon algarabía cerca de la costa. Sobre saltados Alonso y Pacino levantaron la vista del mapa y sorprendidos descubrieron que faltaba Amelia.
Unas palabras de hombres, como maldiciones, en un idioma extraño y gritos de mujer los pusieron en situación rápidamente.
A la carrera, espadas en mano, Alonso y Pacino cruzaron el escaso cause del rio, corriendo tras el grupo que se llevaba a Amelia secuestrada.
A los tropezones treparon por la escarpada orilla para, al llegar arriba, comprobar que no había nadie. Habían desaparecido todos, como si se los hubiese tragado la tierra.
-¡Coños! ¿Donde se han metido?-
-Amelia!!!- llamaron en vano.
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La habían sorprendido cuando, pudorosamente, se había retirado tras unos pajonales de la costa a hacer sus necesidades fisiológicas a cubierto de la vista de sus compañeros.
Los atacantes fueron 5 hombres, de tez olivácea y barba, tranquilamente podrían haber pasado por andaluces, pero no lo eran, su vestimenta y habla los identificaban como naturales de la zona.
Los habían estado observando, obviamente, y aprovecharon la oportunidad que ella, tontamente, les había dado con sus pudores al alejarse de los otros.
Sin ninguna contemplación uno de ellos la agarro por los pelos, sin darle tiempo a poner las ropas en su lugar, y se la había cargado al hombro como si fuera un saco de papas.
Pasada la sorpresa se defendió con uñas y dientes, las espalda del que la cargo darían cuenta de ello por bastante tiempo, pero no fue suficiente, el tipo soltó algo así como una maldición, pero a ella la mantuvo firme mientras otro de los compañeros, sin ningún miramiento por su condición de mujer, le descargaba un fuerte golpe de puño que la dejaba fuera de combate.
Arriba de unos sauces alguien que observaba la escena dejo escapar un resoplido apagado como si hubiese sido él quien hubiera recibido el golpe – Pobre – se dijo a sí mismo, pero entendía que la mujer no había dejado otra opción, solo esperaba que no la hubiesen lastimado.
Cuando el grupo se alejo bajo del árbol y se puso en marcha. La primera parte del plan estaba concluido.
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Parte 5 Encuentros I


Cuando despertó estaba atada de manos bajo un cobertizo de cueros, junto a otras mujeres que la miraban con curiosidad.
El piso era de piedra cubierto con paja y algunos cueros para hacerlo más confortable. Las paredes, por lo menos hasta la mitad, también parecían ser piedras grandes y desde allí hasta el techo piedras más chicas amontonadas a modo de pircas (26) . El techo era una enramada. La impresión era de estar en una cueva techada.
¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado? De apoco fue recordando, no podía creer lo que vivía, pero el dolor que aun le duraba en la mandíbula no le dejaba lugar a duda.
Al querer levantarse una de las mujeres que estaba cerca le puso una mano en el hombro y, con una sonrisa amable le indico algo en su idioma. Aunque no entendió lo que dijo si entendió el gesto que le indicaba que descansara. De todos modos, como pudo, se incorporo y se sentó apoyada contra una pared.
De a poco las mujeres dejaron de lado lo que estaban haciendo y se le fueron acercando. Se formo así un corrillo en torno a ella, obviamente era la atracción del momento. Sus ropas y su pelo llamaban la atención particularmente, ávidas manos las tocaban sorprendidas y animados comentarios surgían sobre las sensaciones que esto causaba.
De pronto se abrió el cuero que hacía las veces de puerta apareciendo en la entrada una figura masculina. La pulla general dejo a las claras que la presencia de un hombre no era correcta en ese lugar. El hombre les dijo algo en voz fuerte, como dando a entender que se callaran, pero ellas no lo hicieron…todo esto en un ambiente exentó de tensión, como que fuera una “pelea” social, de convivencia.
Como sea, el hombre se le acerco, la tomo de las manos, con suave firmeza y la saco de allí.
Unas sonrisas picaras y cuchicheos en voz baja acompañaron su salida, sobre todo entre las más jóvenes.
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-¿Cómo puede haber desaparecido así?- se preguntaba a si mismo Pacino sin ánimo de respuesta.
-… Se seguir rastros pero no soy baqueano y ninguno de los dos conoce la zona…- aventuro Alonso a modo de justificación
Se quedaron varios minutos sin saber qué hacer
-          Vamos, no perdamos más tiempo- dijo Pacino de pronto
-          ¿A dónde?-
-          A Santiago del Estero. Si hemos de encontrar a Amelia necesitaremos ayuda del ministerio y tenemos que ponernos en contacto con ellos-
Alonso no estaba muy convencido de la idea, pero no se le ocurrió ninguna alternativa viable, así que se puso en marcha junto a Pacino.
Al no haber caminos tuvieron que trazar un rumbo y seguirlo a campo traviesa. Tan solo encendían uno de los celulares cuando alcanzaban un hito previamente marcado, comprobaban la dirección con la brújula (obviamente no era posible usar el GPS) marcaban el próximo punto a alcanzar, por ejemplo un determinado pico de las sierras, apagaban el celular y seguían caminando hacia allí hasta alcanzarlo para luego volver a repetir las tareas. Era engorroso, pero economizaba batería. Lo peor que les podía pasara era llegar a Santiago sin baterías.
Cerca del medio día llegaron a la confluencia de un par de arroyos y decidieron hacer una pausa, la caminata a través del campo no resultaba tan sencilla como habían previsto.
Mientras comían algo, ensimismados por el cariz que iba tomando la misión y las peripecias que se adivinaba tendrían que pasar para llegar a pie hasta su destino, escucharon un ruido extraño que los sobre salto.
Gente entrenada automáticamente se ocultaron tras unos pajonales y, espada en mano, avanzaron hacia el lugar de donde provenían los sonidos.
Con profunda sorpresa descubrieron un par de caballos abrevando en uno de los arroyos. Se miraron incrédulos, parecía que la suerte les daba una mano. Con cautela se acercaron a  los animales, que los miraron con atención pero sin temor.
-Espera- le dijo Alonso a Pacino, mientras lo tomaba del brazo haciéndole notar la actitud de los animales- aquí hay algo raro, están muy tranquilos, estos caballos están acostumbrados a los hombres-
No les hizo falta esperar mucho para descifrar el misterio.
Sendas espadas, apoyadas en las costillas, lo pusieron de cara a la realidad
-¿Quiénes sois?- pregunto una voz firme a sus espaldas
Con las manos en alto, lentamente, giraron para ver a quienes los habían sorprendido.
Tres soldados de fiera mirada los tenían apuntados, uno de ellos con un arcabuz preparado para disparar.
-¡Identificaos!- ordeno el mismo hombre
-Alonso de Entrerrios, capitán de tercios- Contesto Alonso cuadrándose en el acto- y mi ayudante- concluyo indicando a Pacino que se había quedado boquiabierto.
-¿y que hacéis por aquí?¿como habéis llegado?- pregunto el del arcabuz haciendo indicaciones con el arma
-Aparta eso compañero- dijo Alonso, corriendo suavemente el cañón del arma y luego dirigiéndose al que había hablado primero que era un furriel, según se veía por sus insignias.- Hemos llegado caminando y estamos buscando a la mujer que venía con nosotros y ha sido capturada por los indios-
-¿caminando? ¿de dónde?-
-Desde el Paraná – intervino Pacino, y, viendo la cara del otro agrego- Señor-
-Llegamos en un buque Flamenco que subía hacia Asunción y nos dejo cerca del antiguo fuerte de Gaboto (27) . Íbamos hacia Charcas- aclaro Alonso con autoridad- cuando fuimos sorprendidos por los salvajes que aprovecharon un descuido para raptar a la dama-
-¡Diablos!- dejo escapar una maldición el soldado que aun no había hablado.
El furriel, no muy convencido pero más tranquilo hizo una seña al arcabucero para que bajara el arma y los invito a acompañarlos. Los siguieron hasta lo alto de una loma cercana, tras la cual estaba acampada la patrulla, unos 20 hombres bien armados.

Notas: (26) paredes hechas con piedras apiladas de modo de formar un muro. (27) Fuerte de Sancti Spíritu cerca de la desembocadura del Carcarañá en el Paraná. Abandonada para la época.
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 Parte 6 Encuentros II

Al ingresar al lugar donde la llevaron pudo ver que había un hombre mayor sentado en una piedra cubierta por un cuero. A su lado, en el suelo, había una mujer que parecía europea, aunque ataviada como las demás.
El hombre hizo una seña al que la traía y este, asintiendo, se retiro discretamente, dejándola sola con la pareja. Luego se dirigió a la mujer a su lado, le dijo algo que no entendió y la mujer asintiendo a su vez, hablo, en correcto español.
-Dice el jefe (que es enviado del cacique Sal), que espera esté bien y se encuentre a gusto entre nosotros-
Amelia la miro asombrada y ansiosa
-Di algo- le susurro la mujer
-No sé qué decir- dijo ella y la mujer tradujo para los oídos del hombre.
Por la cantidad de palabras que utilizo y los gestos de aceptación que hizo el hombre, comprendió que no la estaba traduciendo si no que le estaba diciendo lo que convenía que escuchara. Una vez concluyera el hombre volvió a hablar y ella a traducir.
De esta manera conversaron unos minutos, durante los cuales tuvo que explicar quién era y de donde venia y escuchar las sencillas reglas que se le imponía cumpliera. Luego, como considerando que ya había dedicado demasiado tiempo a un asunto de escasa importancia, el hombre se levanto y se fue, no sin antes ordenarle algo a la mujer.
Cuando se quedaron solas Amelia no pudo aguantar más la intriga y pregunto
-¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?-
-Tranquila Amelia, tenemos tiempo, no volverá por un buen rato y podemos conversar tranquilas. Me llamo Lucia, o así me llamaba antes, ahora tengo otro nombre que no viene al caso, pero él me dice “petunia”.- indico con una sonrisa hacia el lugar por el cual el hombre había salido.
-Encantada de conocerte Lucia- saludo Amelia cortes, sin interrumpir casi, para escuchar la historia de la otra.
Se entero así que había nacido en la zona de Ponte Vedra (gallega de pura cepa). Ya moza había pasado a las indias, como tantas otras desheredadas hijas de pastores pobres y había terminado siendo vecina de Santiago del Estero. Que ahi la habían raptado unos Sanavirones que eran otros indios de más al norte, mientras apacentaba unas cabras lejos del pueblo. Con ellos no la había pasado bien, pero por suerte un buen día se había encontrado con que la habían entregado a la tribu Comechingón en la que estaban ahora, como parte de pago por el rescate de un guerrero que había quedado prisionero, cuya mujer, hija de uno de los jefes, no lo dejaba de añorar.
Para su suerte el cambio había sido positivo, se había amancebado con uno de los principales de la tribu y le había dado un hijo y una hija, por lo que el hombre estaba muy contento y la atendía bien….ella le correspondía ayudándole en todo lo que estuviera a su alcance cocinándole los alimentos, reparándole las prendas, manteniendo confortable la vivienda, criando los hijos….
-Esas cosas. Tu sabes- Amelia asintió, para no ofenderla, aunque por dentro ardía ante tanta sumisión a un hombre.
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El capitán del grupo los escucho atentamente y, luego de quedar convencido con la historia ordeno los liberen y los invito a compartir la mesa que tenia servida ante él.
A la tarde, luego de una breve sobremesa, los envío al campamento general, unos kilómetros más al sur, acompañado por 3 hombres, mientras el grupo se ponía en movimiento hacia el norte.
El nuevo campamento era bastante más grande, tenía carretas y carros y había mujeres junto con los hombres.
Una vez llegaron los llevaron ante una carpa principal, donde esperaron a que los atendiera quien estaba en ella.
-¡Pardiez!- escucharon maldecir a una voz potente en el interior de ella- ¡Como puede suceder semejante ignominia. ¡Mis armas! ¡No demoréis!-
Y una figura alta desgravada de quijotesca estampa salió seguida de un par de hombres, mientras se sujetaba el cinto con la espada a la cintura.
-Pasad señores, pasad y contadme vuestra desventura-
No se hicieron repetir la invitación.
-Hablad, hablad por Dios, no os quedéis callados- Insto el hombre
-Pues, señor, como usted sabrá, el capitán del Virgen de los Mares, en carrera desde Cádiz a Asunción, acepto acomodarnos entre sus pasajeros…- comento Alonso ante los ojos azorados de Pacino que no sabía de dónde sacaba el soldado, normalmente tan parco, aquella historia tan fantástica.
-¿El capitán del Virgen de los Mares? ¿un tal Pedro?- pregunto el interlocutor- ¿y qué cuenta de su vida el viejo lobo?, me imagino que os habrá cansado con sus historias-
-¿Le conocéis señor?-
-No estoy muy seguro de si hablamos del mismo hombre, pero creo que se llamaba así. No es una cosa que este en contacto con muchos marinos…normalmente vivo a cientos de legua de cualquier costa conocida- comento disculpándose de alguna manera.
-Pues, el hombre que comento es de buena conversación, si señor…- continúo Alonso. Aunque no era hombre de mucha fe Pacino empezó a rezar, ¿Cuánto pasaría hasta que Alonso se descubriera en la fantochada y fueran presos?
Pero nada de eso paso. Antes bien pareció que el jefe le había ido tomando aprecio a Alonso invitándolo a cabalgar a su lado en la próxima expedición que realizarían para recuperar a la cautiva.
Al escuchar el asombro de Pacino llego a límites insospechados por eso, ni bien lo tuvo a tiro mientras el hidalgo español firmaba unos papeles que le habían traído, a parto a Alonso discretamente y le reconvino
-No exageres amigos, te vas a pisar y se va a descubrir la fachada-
-¿Qué fachada?- pregunto intrigado el soldado
-Esa que te has inventado del barco y el capitán. Esta muy buena pero el andaluz conoce a la gente que mencionas-
-Ahhh, si. Pues yo también-
-¿Cómo?-
-Pues sí. La tabernas de Amberes rejuntan gente de todos lados y ahí conocí al viejo Pedro, todo un personaje el marino. No te preocupes- y salió tras el español que ya se iba
Este al salir de la carpa, mientras entregaba los papeles que le había traído, le dijo al notario
-Veis señor notario a que me refiero con la necesidad de fundar una ciudad por estos lares-
-Sí señor, pero el virrey os ha pedido otra cosa- discrepó humildemente
-¿Qué saben los señoritos esos recién llegados de Madrid de lo que es vivir en estas tierras?. Vaya uno a saber cuántas otras pobres cristianas estarán sufriendo aventuras similares. A demás, estas gentes son prueba de lo que os decía, es mucho más fácil alcanzar los reinos del Perú por aquí que por el mar Pacifico-
-Señor, por favor, no repitáis eso en voz alta- rogo el notario, que le tenía estima- sabéis que los celos comerciales son peores que los de mujer despechada-
-Jajaja- rio de buena gana- tendrán que aprender, cual dama, que son los hombres de acaballo los que escriben la historia no los chupa tintas, con disculpa- aclaro dirigiéndole un guiño al notario que podía sentirse aludido- sentados tras los escritorios de la capital.-
-Señor, me temo que os engañáis, no os olvidéis que son las mujeres las que mueven el mundo ¿o si no porque os ponéis en camino hacia una aventura que hace un par de horas ni siquiera imaginabais?-
No contesto, aunque no lo admitiera en público sabia que el notario tenía razón.
-Vamos caballeros- ordeno más que pidió el hombre, ya armado y montado en su caballo.
Ellos los siguieron, cada uno en su montura.
Durante el camino Pacino comenzó a conversar con el jinete que iba a su lado
-…y decidme Señor. ¿Quién es el capitán con el que tenemos el gusto de cabalgar?-
-¿Cómo? ¿No lo sabéis? ¿No os lo ha dicho? Disculpadle, el gobernador a veces es así, esta tan ocupado con sus cosas que se olvida hasta de presentarse. Señor, ese que cabalga al frente de la tropa es el excelentísimo gobernador del Tucumán, don Jerónimo Luis de Cabrera y Toledo, natural de Sevilla-
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Tiempo de Fundación – 1573 - …..

Parte 7 Negociaciones

Por más que su orgullo le revelara, no tuvo más alternativa que hacer lo que le pedían.
Todo ese día la  paso trabajando, como cualquiera de las mujeres de la aldea. Junto leña, busco agua, ayudo a limpiar una casa, colaboro en la cocina, cuido chicos…al llegar la tarde, antes de caer el sol cayo dormida presa de un cansancio como no recordaba haber tenido nunca.
Como en medio de un sueño escucho jadeos y sintió un aliento firme cerca de su cara, pero estaba tan cansada que no pudo responder, vivió todo aquello como algo lejano.
A la mañana siguiente alguien le sacudió firmemente despertándola con pocas consideraciones, al tiempo que le decía unas palabras que no entendía, pero cuyo tono comprendía claramente. Había que levantarse a preparar la comida de la mañana.
A tontas salió de la casa, a fuera el frio era intenso, el cielo, aun oscuro mostraba esa luminosidad previa al amanecer, todavía faltaba un buen tiempo para que saliera el sol, sin embargo el pueblo ya estaba en actividad.
A medio camino se encontró con Lucia, que la saludo con una sonrisa picara
-¿Cómo esta Amelia?-
-No sé, la verdad no lo sé- dijo en voz baja mientras se tocaba todo el cuerpo, no había parte que no le doliera, incluso la entre pierna. Al tocarse la zona, como si recordara algo pasado, su cara se transformo en un gesto de pánico. Lucia, comprendiendo inmediatamente la tranquilizo.
-No te preocupes, no fue con tigo, estabas tan dormida que se fue- y rio por lo bajo, mientras comenzaba a soplar para avivar las brazas de la noche anterior.
Más tranquila pudo advertir que el movimiento era anormal, los hombres estaban juntando armas.
-¿Qué pasa?- pregunto intrigada
-¿Qué sabemos las mujeres de las cosas de los hombres?- contesto la otra, pero viendo la cara compungida de Amelia continuo- puede ser una partida de caza…aunque anoche escuche a algunas chicas que comentaban que se habían visto hombres de a caballo unos kilómetros al norte-
-¿Españoles?¿la estarían buscando? Una luz de esperanza le alegro el rostro.
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-¿y qué tal?- le pregunto uno de los hombres a su compañero mientras acomodaba las armas
-Nada, no sé  porque arman tanto lio con esa chichise- contesto el otro- estaba tan dormida que ni se despertó- comento con desilusión- así que jui con la hembra de al lado, esa e de la nuestra, puro fuego-
-Pero esta güenaza ¿o no?-
-Ni ahí, ¿la hai visto bien?, ni nonos(28) tiene-
-Sí, mucha carne no tiene ni ahí le llega a la Petu – acepto el otro pícaramente riendo los dos pues la “Petunia” era pulposa, más bien entradita en carnes, entre ellos, sin que la Petunia los escuchara, porque eso sería peligroso, le llamaban “parrilla chica”(29). Para el gusto de esos hombres Amelia resultaba flacuchenta y diminuta.- Pero, bueno, una mano no se le niega a nadie- concluyo
-Seguro che, pero se va a tene que paga un buen asadaso(30) por ma amigo que seamo eto no e grati-
Y todos rieron haciendo chanzas entre ellos y sobre lo que iban a ganar por tener a la cautiva que les habían traído para cuidar.
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Al caer la tarde habían recorrido un buen camino, por lo que decidieron hacer un alto para pasar la noche, prepararon una fuego grande, donde colocaron unas piezas de carne de caza que habían cobrado en el camino y prepararon la carpa para el gobernador, la tropa, como de costumbre, pasaría la noche al sereno, por lo que los soldados, como pudieron armaron vivacs donde pernotar. Muchos habían adoptado la costumbre de usar poncho, esa prenda andina tan útil para la intemperie y eso les ayudaba grandemente.
 Luego de comer se distribuyeron las guardias y los que no tuvieron que hacer los primeros turnos, se retiraron a descansar.
-¿Qué piensas?- Le pregunto Pacino a Alonso, mientras se acomodaba como podía para no pasar tanto frio.
-El gobernador dice que, cuando venían para acá, vieron una tribu comechingona con la que hicieron algunos trueques- comento Alonso, cómodamente arropado con un poncho que había conseguido de uno de los soldados a cambio de alguna chuchería- el supone que, si no la tienen ellos, seguramente sabrán quien la tiene. Están a unas pocas leguas de aquí, mañana los encontraremos-
Un llamado a silencio les hizo terminar la conversación.
En la mañana el gobernador estuvo de pie antes que la tropa, por lo que no tuvieron mucho tiempo que perder.
Los de a caballo montaron prontamente y los de a pie les siguieron.
Luego de un par de horas, caminando por una cañada, encontraron un indio que parecía estar esperándolos.
Un cabo se adelanto a hablar con él, lo hizo durante unos minutos en los cuales mediante señas y palabras quedo claro que tanto los españoles como los indios estaban preparados para no entenderse, pero que era mejor para ambos hacerlo.
El cabo regreso y le comunico al gobernador lo que le indio le había dicho
-Hijo de puta- dejo escapar luego de escucharlo- Estos indios son peores que genoveses(31)
Pacino se quedo en ascuas ¿de que la iban los genoveses en esto?. Alonso, que sabía de que se trataba pues conocía bien a los itálicos de su época, se sonrió.
-Bueno, habrá que ir a negociar- dijo resignado y se puso en camino seguido por un par de hombres.
Al ver esto un par de indios se pusieron a la par del que le hacía de interlocutor, no era cosa de parecer menos.
-¿Qué queréis por la cristiana?- pregunto el gobernador cuando estuvo al alcance del indio
-Ia le he dicho al lenguara ese que mandaste che. ¿no ai entendido?- contesto este con un poco molesto por tener que repetir lo dicho.
-No os abuséis señor o tendré que haceros entrar en razón-
-¿vo y cuanto ma?- pregunto desafiante, mientras una buena tropa de indios aparecía a ambos lados de la cañada, rodeando las tropas hispanas.
Pacino y Alonso se miraron con alguna preocupación, al igual que el resto de los soldados que se prepararon para la inminente batalla.
Pero la sangre no llego al rio, sosegadamente y sopesando los costos de la bravuconada el gobernador ordeno bajar las armas
-Bueno- acepto- pero también me entregareis a la otra cristiana-
-No eso no va a pode se gaiego-
-¿Cómo? ¿Por qué? ¿Qué os lo impide?- pregunto bastante molesto
-Eia che, no quiere volve, se quiere queda con un servidor que la atiende como e debido- dijo el indio pavoneándose, ante las risas de los de su bando
-¡que lo diga la dama señor!- pidió Jerónimo- y no soy gallego, soy andaluz so bruto-
-E lo mismo che gaita-
-¡Que no lo es!-
-Ta bien, no te calentéis que te hace mal “arcabuz”- contesto el indio y Jerónimo llevo la mano al pomo de su espada
-No os molestéis por esa nadería señor, estos indios son incapaces de pronunciar correctamente nuestra lengua- le dijo el cura que lo acompañaba, refiriéndose al equívoco del indígena al pronunciar el gentilicio “andaluz”, calmando los ánimos- lo importante es rescatar a las cristianas con el menor gasto-
Pasado esto los españoles dieron vuelta y desensillaron con los suyos, dispuestos a esperar regresaran los indios que habían ido a buscar a las mujeres.

Notas: (28) pechos. (29) Parrilla Chica, le sobra carne por todos lados (30) asado (barbacoa) de grandes proporciones. (31) famosos en la época por su tendencia a la usura
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Parte 8 Fundación

-Petunia, te ei dicho que vengai- le dijo algo enojado ante la negativa de ella
-Y yo que no voy- se empaco la mujer
-Pero si, mi mamaza, teni que veni a habla con el gaita o se vamo a tene que agarra a lo boio con ello- le rogo el hombre con un tono zalamero
-Pero yo no vuelvo- se quejo ella- yo me quedo acá con usted mi cacique, dijo ella remolonamente haciendo una caída de ojos que termino de desarmar al hombre
-Seguro mamita, vo te quedai con papa- la calmo él mientras dificultosamente la rodeaba entre sus brazos
Ya en camino Amelia se retraso lo que pudo para hablar con Lucia
-¿Cómo que no vuelves? ¿Acaso te gusta esta vida de sierva?- Pregunto Amelia aun dolorida por el trabajo que había tenido que hacer en la aldea.
-¿Sierva?, como se ve que no sabéis lo que fue mi vida en Santiago con el bruto del Manolo. Eso era servidumbre- dijo enojada, y luego agrego- el indio por lo menos sabe como complacerme- y no dijo más nada. Amelia no salía de su asombro.
Llegados al lugar y a pedido del gobernador, las cautivas conversaron a solas con él. Al cabo de unos minutos Lucia volvió con los indios, ante la mirada escandalizada del cura que no podía comprender que una cristiana pudiera preferir vivir entre salvajes idolatras.
-No protestéis padre, bastantes almas tenéis para salvar entre nosotros- le dijo el gobernador, ya montado y pronto a iniciar el regreso al lugar donde había quedado el grueso de la gente, donde ya tenía decidido fundar la ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía.
Durante la cabalgata Alonso, que había generado una buena relación con él le hizo le pregunto
-Disculpad señor, pero ¿podrías comentarme que os ha dicho la cautiva que os ha decidido a dejarla aquí?-
Extrañado por la inusual pregunta Jerónimo quedo indeciso unos instantes, luego recordando que el capitán era recién llegado a las indias y aun había muchas cosas que no sabía, le contesto
-Pues, amigo, ha de saber que aquí pasan cosas de las que en Madrid no tenéis ni idea. Allí parecéis haber olvidado lo que es la vida del soldado, las soledades que sufre el guerrero y la necesidad de solaz en que le tiene- explico y como dedujo por la expresión que Alonso no terminaba de entenderlo agrego.- Esos indios son tan soldados como nosotros y si a ese le ha gustado la mujer y esta gusta de él ¿Quién soy yo para oponerme?- Callo unos segundos, y luego, con una sonrisa picara continuo- aparte, conozco a la Lucia, era vecina de Santiago del Estero, como bien sabéis, y si bien es cierto que con cualquiera estará mejor que con el bruto ese del Manolo, también lo es que hay que aguantarla….no es una dama de fácil llevar, ella sola será capaz de mantener calmado al cacique…y a toda la tribu. Si han de ser vecinos de mi nueva ciudad, ninguna ayuda estará de más- término con una carcajada juvenil al tiempo que azuzaba al caballo en un corto trote.
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Por el otro camino, los indios regresaban a su campamento. La Petunia con ellos.
Bajo unos sauces hicieron un alto para encontrarse con Jacinto, que los esperaba allí
-¿Cómo andai cara e cui?(32) – le preguntaron a modo de saludo
-Aca me ando(33) cintura de poio(34)- contesto el a su vez, mientras con un gesto indicaba hacia unas cajas que habia en el arroyo cercano- ahí eta el ferne y la coca(35), y gracia por la manaza chei-
-Va, ¿pa que están lo amigo si no e pa da una mano cuando hace falta?- agradeció el indio y contemplando el premio suspiro
-Lo fernezone(36) que no vamo a chupa…lástima que no tengamo esto ahora-
-Y, si, vai a tene que espera unos 400 años todavía…vai a a se una gaina muy vieja pa entonce cintura e poio-
Y todos se rieron, agradeciendo al menos la posibilidad de probar un trago histórico…del futuro.
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Luego de una jornada de marcha los españoles llegaron al campamento principal, allí Amelia pudo comer adecuadamente y tomar un buen descanso mientras la gente preparaba todo para la nueva ciudad que habría de nacer.
-Mira, está empezando a haber señal- le dijo Pacino a Alonso- parece que la sola decisión de realizar la fundación ha activado al ministerio, con un poco de suerte podremos hablar con ellos en unas horas-
-No aun no, esperemos un poco por favor- pidió Alonso
--¿Qué no te quieres volver?, la ciudad se va fundar mañana 6 de Julio, como tiene que ser. La misión ya está terminada-
-Si, pero- dudo unos instantes- Amelia está muy cansada y merecería un descanso…-Pacino lo miro expresivamente- bueno, también me gustaría ver la fundación, el Ándalus me cae bien y me gustaría estar en esta buena-
-Bueno, bueno, me pondré en contacto con ellos y los tranquilizare- acepto Pacino pacientemente, sin reconocer que a él también le interesaba la ceremonia del día siguiente.
Más tarde, antes de retirarse a descansar, paso por la carpa de las mujeres, a ver como estaba Amelia.
Pidió permiso y, al entrar la encontró de pie, mirándose en el espejo, cosa rara.
-Dime- le pido ella al verlo, antes de saludarle- ¿no estoy gorda?-
Difícilmente haya en el mundo una pregunta más peligrosa.
Con mucho tacto fingió atragantarse con el pan que casualmente masticaba para, acto seguido, poco dignamente pero con mucha sabiduría retirarse a recuperar el aire y desaparecer en el campamento.
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-          Vamo mi cacique, apure que se no hace tarde-
-          No, no quiero ¿pa que tenemo que i?- cuestiono él en un notable cambio de roles con una charla anterior, negándose a cambiarse de ojotas
-          Para salir en el cuadro- contesto ella escuetamente
-          Y vaia ute pa eso, ¿Qué quiere que haga io ai?- insistió el
-          Que me acompañei indio desamorado- protesto ella cambiando de tono- nunca me llevai a ningún lao, Io siempre trabajando acá como una burra y cuando hai una fiesta quere que no vaia-
-          Pero…- balbuceó el en una efímero e inútil último intento de resistencia.
Sumisamente se calzo las sandalias nuevas que ella le había fabricado, aguantando un lagrimón que porfiaba por brotarle de los ojos ante el dolor que le producía el encerramiento de los pies, acostumbrados a la libertad absoluta.
Los hombres no lloran en público, se dijo a sí mismo, y haciendo de tripas corazón salió tras la mujer hacia el lugar elegido para la fundación.
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La mañana siguiente, 6 de Julio de 1573, todo el mundo estaba reunido en torno al palo de la fundación, los vecinos con sus mejores ropas, los indios, especialmente invitados, también adornados con todas sus galas.
Tanto Alonso como Pacino tenían lugar junto a los soldados y Amelia con las otras mujeres, alguna de las cuales la mimaban especialmente por la dura experiencia que había tenido que atravesar.
-Psh, colega- La voz sonó atrás de Pacino

-¡¿Qué hace usted acá?!- ahogo el grito de sorpresa al ver que el que lo llamaba era el mestizo Jacinto
Alonso, que escucho también, más rápido que un rayo giro sobre sus talones y lo agarro del poncho. Los tres se apartaron un poco. Detrás de unos espinillos cercarnos se plantaron a exigir explicaciones.
 -          Tranquilo con la pilcha (37) – pidió mientras se soltaba de las manos que lo tenían agarrado por la solapa
-           Nos ha dejado abandonados y hasta han secuestrado a uno de los nuestros- le increpo Pacino
-          Eso es lisa y llanamente TRAICION- le grito Alonso poniéndole una daga en la garganta
-          Un momento por favor, ¿de qué habláis?- recrimino Jacinto en perfecto español. Esto enfrió la situación, luego continuo- Hice lo que era necesario de hacer, y usted – hablo dirigiéndose fríamente a Alonso- como soldado que es debería saber que la tropa no tiene por qué estar al tanto de los hechos de la comandancia-
-          ¿De qué habláis?-
-          La misión ha sido un éxito, la ciudad va a ser fundada como corresponde, no hay más nada que explicar- corto tajantemente con gran autoridad, persona acostumbrada a mandar.
-          Podéis volver a vuestro tiempo cuando lo deseéis señores- concluyo indicando hacia una puerta que había aparecido tras una enramada-
Acto seguido se acomodo la ropa y se marcho, dejando a los dos viajeros mudos. Antes de desaparecer entre el gentío se volvió y les hizo un último pedido
-Hay una sola cosa más. Por favor, pedidle al gobernador que prevea desagües pluviales para la ciudad, porque al fundarla en invierno, que es la temporada seca, no los incluyo, ni él ni ninguno de los siguientes alcaldes, y, en verano, cuando llueve de verdad, se nota su falta.- y se marcho con poca esperanza al respecto, sabiendo como sabia que la misión del ministerio era mantener la historia inalterable.
-¿Qué pasa compañeros?- dijo Amelia, que se había acercado preocupada al verlos alejarse del grupo.
-Nada, que ya nos podemos ir- dijo Alonso, indicando la puerta abierta.
-Vamos – dijo Pacino- tengo varias cosas que preguntarle a Salvador.-

Notas: (32) Cui, cuis roedor pampeano, cara de cui, cara de ratón (33) esto no lo explico, el que pueda que se lo imagine o consulte por privada (mil disculpas) (34) pollo  (35) ingredientes del popular  trago cordobés (36) Trago que se prepara con Fernet y gaseosa cola (de reconocida marca mundial) muy popular en la Córdoba actual (37) ropa
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Epilogo:
-          ¿y así termina todo?- pregunto luego de escuchar el relato completo
-          ¿le parece poco?-
-          Bue…ya que pregunta…-
Pero no pudo terminar el concepto, había dejado de llover y el capataz llamaba al trabajo
Cortésmente llevo la mano al sombreo saludando al escribiente, y se retiro a cumplir con la tarea.
El escribiente lo miro marcharse, cerró el cuaderno donde tenía escrito el relato y retomo sus tareas, que también las tenia.

Córdoba - Arg. - 6/07/2019
Omar R. La Rosa
@ytusarg

FELIZ CUMPLEAÑOS CÓRDOBA