viernes, 7 de agosto de 2020

Amigas, ¿para cuidar o de cuidar?

             Salió a correr con la nueva del complejo.

Nadie sabía bien quién era, no hacia aun una semana que había ocupado el tercer piso de la torre C.

Por supuesto, no faltaban rumores. Los más mal intencionados decían que era la amante de uno de los capo mafia más importante de la ciudad, que vivía en el country contiguo y le pagaba el piso para tenerla cerca…pero se sabe como son estas cosas.

Bastaba ver una mujer bonita e independiente para que las habladurías empezarán, se enojo pensando que aun en estos tiempos se discriminara tanto a las mujeres, y lo peor que eran las propias congéneres las que lo hacían.

¿Cómo podían ser así? Pobre chica, asociarla con el repugnante matón ese, que si no fuera que todos le tenían miedo ya no viviría en el barrio.


La salida a correr por el contorno del complejo fue una simple excusa para entablar conversación, quería conocerla.

La verdad es que parecía inteligente, aparte de bonita, atlética, hermosa y con buen poder adquisitivo…(esas zapatillas no se conseguían en cualquier lado, y no eran nada baratas, recordó con algo de envidia las que no se animo a comprar en Miami la última vez.)

-          ¿A qué te dedicas? – se animó a preguntar después de la primera vuelta, mientras hacían una pausa para recuperar el aliento.

-          A amar – fue la sencilla y demoledora respuesta.

-          Que interesante trabajo –

-          ¿Y tú? –

-          Pues, soy abogada –

-          ¿En qué rama te especializas? –

-          Pleitos, comerciales sobre todo –

-          Huy, que pesado, esos son de los peores –

-          No creas, aunque a veces … -

-          Si, ya se, esos tipos acostumbrados a los negocios son muy vuelteros, siempre rondando como buitres hasta que pueden caer sobre la presa. Me asquean, yo prefiero ser más expeditiva. Si tienes algo con alguien vas y lo arreglas y listo –

-          Bueno, eso no siempre es posible, a veces ellos tienen con que defenderse… - dijo con un tono de voz apesadumbrado que su compañera noto.

-          ¿Pasa algo? A mí no me engañas – la recombino – que recién nos conozcamos no quiere decir que no podamos confiar la una en la otra-

Y, enternecida quizás, soltó la lengua. Le conto sobre una “aventura amorosa” en la que no había sido todo lo discreta que debía y como eso era usado por la otra parte en un pleito que llevaba a delante

-          …¿Hay testigos? –

-          No, no que yo sepa, pero obviamente alguien me vio… estaba tan apasionada que me descuide, supongo –

-          Pobrecita, nadie debería importunar a una mujer que ama – y dejando de trotar le dio un abraso que la turbo.

-          Pero, si nadie te vio, ¿Quién te pudo delatar? -

-          Solo se me ocurre que pudo ser mi amante. Desde que terminamos no deja de importunarme – dijo enfadada.

-          Eso de los amantes…tienes que ser muy cuidadosa, se porque te lo digo.- y luego de meditar unos minutos…

-          ¿Quién es? –

-          ¿Quién? –

-          Tú ex, querida – y ella le dijo.

La nueva apuró el paso sacándole alguna ventaja, por lo que no pudo estar segura si esta lo había hecho para hablar por teléfono sin ser oída o de puro distraída.

Siguieron corriendo unos metros más.

Al cabo de unos minutos llevándose la mano al auricular de la oreja derecha, como si prestara atención a algo que alguien le dijera, asintió, sonrió y girando hacia la amiga, sin dejar de correr, que no era cuestión de perder el paso, le dijo

-          Listo ya no te puede inculpar más. ¿segura que no hay otro testigo? –

-          …no – trago saliva – no hay más – adivinando el porque no se atrevió a preguntarlo.

-          Bueno querida – continuo la vecina tomándole la mano, llevándola a su voluptuoso pecho.

-          Creo que vamos a ser muy buenas amigas – le sonrió.

El resto del entrenamiento transcurrió en un silencio sepulcral.

Colección lado oscuro

© Omar R. La Rosa

Córdoba – Argentina 12/6/20

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