viernes, 5 de noviembre de 2021

Clamor Popular...los políticos suelen decir que el pueblo no se equivoca...

 Clamor popular


Ya ni recuerdo cuantos años llevo tras la barra de la cafetería de la empresa de transporte donde trabajamos. “Caronte & asociados” debe de ser una de las compañías más antiguas del sector y como tal por ella han pasado infinidad de empleados y todos y cada uno en algún momento pasa por aquí a tomar un café y comenta las vicisitudes del trabajo con los compañeros.

A mí no se me permite participar en esas charlas, pero nada me impide escuchar, a decir verdad es imposible que no escuche…así es que, de puro aburrido una vez me puse a copiar lo que oía, y ahora, a instancias del escribiente de estos relatos, he decido a compartir con ustedes algunas anécdotas de nuestras parroquianas. Si parroquianas, olvide decir que en algunas aéreas, como la de recolección, los trabajadores, o trabajadoras, como se empeñan en aclarar inútilmente ahora, son todas mujeres.

Este dialogo lo escuche hace por lo menos un año atrás. Debido al carácter de nuestro trabajo todos firmamos contrato de confidencialidad, por lo que he tenido mucho cuidado de omitir nombres que pudieran permitir alguna identificación…aunque no me cabe duda que el lector medianamente informado no tendrá problemas en suponer de quienes se habla. Todo lo que relato aquí esta estrictamente basado en hechos reales.

El barman (bar tender le dicen ahora)

Charlas en la cafetería. – 1 Clamor Popular.

-          ¿Así que después de todo ese tiempo seguías sin poder traerlo? – preguntó extrañada su compañera luego de darle un sorbo al café que estaba tomando – Aunque bueno, no es tan raro, en general todos se resisten – reflexionó filosóficamente.

-          No, todos no, muchos nos reciben con alivio, hasta con alegría diría yo – tercio la recién llegada mientras llamaba al mozo para hacer su pedido.

-          Si, tienes razón, es que hay casos y casos –

-          Así es, algunos te parten el alma –

El silencio se hizo entre las dos. Se miraron fijamente a los ojos y, luego de unos instantes la del café no aguanto más y estallo en una carcajada que salpicó a su compañera con el contenido de su boca. La otra, lejos de enojarse la acompaño en la carcajada.

-          Se te parte el alma – repitió burlonamente haciendo morisquetas.

Es que en la empresa nadie tenía tal cosa.

-          Bueno, pero cuenta, ¿a qué se debió la demora? –

-          Al clamor popular –

-          ¿Qué? – preguntó asombrada y casi se atraganta con el pedazo de media luna que acababa de morder - ¿Desde cuándo importa eso aquí? –

-          Desde que el jefe está expandiendo el negocio – comento la primera, en voz baja y tapándose la boca al hablar – parece que el susodicho trajo muchos clientes –

-          ¿Muchos clientes? ¿Cómo es eso? – seguía extrañada – Si ese tipo hizo eso por el negocio no entiendo porque no lo querían dejar venir ¿Quién es? –

-          Es una larga historia – dijo la recién llegada mientras recibía el café que había pedido, luego de agradecer continuo su explicación – Parece que fue un importante político de un país subdesarrollado que enriqueció a sus jefes y a sí mismo a expensas de empobrecer a su pueblo –

La expresión de extrañeza de la compañera de trabajo no cabía en su cara.

-          Es que hace años que estaba enfermo… – continuo la explicación – y todos deseaban que siguiera así, sufriendo, agonizante, pagando en vida todo el mal que les había hecho. ¡Pero todo tiene un límite che! – abrió los brazos en expresión de fastidio – Cada vez tenemos más trabajo y ya casi no nos damos a bastó ¡como para tenerle la vela a nadie!. Así que hace un rato el jefe firmo la autorización y me lo traje –

La otra asintió, apuró el fin del refrigerio, y saludando, se fue a buscar otro cliente para cruzar el Aqueronte.

Últimamente no tenían descansó.

© Omar R. La Rosa

#ytusrelatos

4/11/21

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