viernes, 29 de agosto de 2025

CARBÓN - (prologo)




 Carbón

Prologo

La mayoría de los personajes de la presente aventura se conocieron durante el accidentado viaje realizado por la Boloñesa entre un modesto puesto galáctico de reaprovisionamiento y el planeta Spitti en el sistema Formacis.

Finalizado el viaje de “Regreso a Fornacis”, los caminos de todos los participantes tendían a seguir rutas divergentes, como cuadra a quienes persiguen sus propios destinos y…así hubiese sido… de no ser por aquello de que “el destino suele hacer lo que se le da la gana sin que le importen las cosas de los hombres”, o, como se decía en los tiempos de la vieja Tierra “El hombre propone y Dios dispone”.

 

            Como el lector no tiene porque estar al tanto de lo sucedido en el viaje de “Regreso a Fornacis”, aprovechamos este prologo para recordar cómo habían quedado las cosas al final del mismo.

En las siguientes adendas se describen las situaciones del bando pirata, de la hermandad y de la casa real.

No se menciona nada de Alba e Inocencio, pues la capitana de la Boloñesa retornaba a su trabajo habitual de comisionista, disponiéndose a entregar un paquete que debía retirar en Grotta (un pequeño planetoide de dudosa reputación en el que pocos se atrevían a aterrizar) mientras Inocencio buscaba la forma de regresar a su planeta de origen.

 

 

Adendas bélicas

 

Del campo Pirata

 

La batalla entre los piratas y la hermandad fue muy dura.

El combate, continuación de la batalla interrumpida,  se planteó de forma ordenada y convencional, acorde a los usos y costumbres de la hermandad, pero en la “pausa” los piratas habían estudiado el desarrollo y planificado las respuestas posibles, por lo que pronto pudieron equilibrar las acciones y entonces todo se transformó en un pandemónium.

Las naves principales y las auxiliares de cada bando pronto se encontraron maniobrando en espacios reducidos (a escala sideral) produciéndose muchos “accidentes” que ocasionaron bajas no deseadas entre tropas propias, y permitieron acciones evasivas inadvertidas, como la que facilitó la huida de la Boloñesa.

Catinga, jefe de los piratas, debía reconocer  que en eso de superar situaciones comprometidas Albóndiga Triste había vuelto a dar muestras de su bien merecida fama. Por un instante lamentó que no fuera pirata como ellos, pero luego se alegró de esto, pues sería muy difícil asociarse con ella y peor tenerla como competidora.

Por suerte Plutón(dios del inframundo), en su infinita sabiduría, la había rechazado de entre sus seguidores.

Como fuera, a pesar de que habían podido parar el ataque de la Hermandad eso no quería decir que hubieran ganado la batalla. De hecho esta se prolongó un buen tiempo, hasta que la fortuita aparición de una nube de escombros estelares obligó a la dispersión de los contendientes…oportunidad que aprovecharon para desaparecer.

¡Que los hermanos se gastaran en perseguirlos si les placía! Ellos debían retornar a sus bases, y volver al negocio, que pelear contra los fanáticos esos no lo era.

Ya en los lejanos cuerpos de Oort, en la seguridad  del Jumjuma(9) Catinga y su gente se dedicaron a reparar las naves y planear las futuras acciones.

La aparición de la Hermandad ya no se podía ignorar y seria un nuevo peligro a tener en cuenta a la hora de acechar mercantes…pero nada más.

 

-          ¿Cómo has estado mi “Cati”? – preguntó la mujer, melosa, tomada de su brazo.

-          Bueno, tu sabes, alguna batalla aquí un abordaje allá, nada fuera de lo normal pichoncita – rió él – Vamos, aprovecha que he recuperado mi cargamento de yerba mate y sírveme unos buenos Tereres – pidió a la mujer que, presurosa, se escabulló en la trastienda a cumplir el deseo del Catinga.

-          Cati – llamó de pronto, con voz angustiada…

Preocupado el pirata dejó sus planos y colegas y fue a ver que le pasaba a la mujer.

Cuando llegó a la bodega casi muere de odio, tanto enojo le produjo la escena que le toco presenciar. Allí, entre la estiba, había varios paquetes abiertos de lo que debería ser yerba mate…sin yerba mate. Entre desesperado e indignado tomo entre sus manos parte del contenido y, desconfiadamente, lo probó.

-          ¡ Puaj !- Escupió asqueado – ¡Yuyo de Titán!. ¡Maldita bruja, me la vas a pagar! ¡Juro por las barbas del gran Plutón que te voy a hacer caminar por el tablón frente a los fuegos de Io! – juró, dando por sentado que era Alba quien tenía la yerba mate.

En tres trancos regresó al muelle, a los gritos, desaforado.

-          A bordo mis muchachos, ¡Salimos de cacería! –

-          ¡Pero jefe! – protestó uno sin esperanza alguna mientras, a desgano, se liberaba de los brazos de la mujer con la que compartía bebida – …recién llegamos…–

 

Nota (9)Jumjuma: calavera en Árabe

 

Del campo de la Hermandad

 

Cuando el combate, en su sangrienta danza, atravesó la trayectoria de la nube de escombros se generó una gran confusión. Infinidad de pequeños proyectiles bombardearon las naves alcanzando a producir fisuras en algunos de los escudos, llegando incluso a generar daños importantes en algunas naves. Esto obligó a abandonar momentáneamente el ataque, dando a los cobardes piratas la oportunidad que necesitaban para huir.

En vano fue tratar de perseguirlos, salir del campo de escombros les llevó tiempo suficiente como para que los piratas entraran en el hiperespacio.

A los hermanos no les quedó más opción que regresar a Blaned(10), el planeta que les servía de base de operaciones, era necesario reparar los daños y, lo más importante, continuar adelante con la lucha por expandir los principios del nuevo orden. Los piratas podían esperar, no había apuro con ellos, inevitablemente se los volverían a cruzar.

 

Oliverio gustaba de recorrer la base en Blaned, su planeta. No era un lugar que la mayoría consideraría acogedor, él tampoco, pero tenía el encanto del desafío, eso que tanto lo apasionaba. Encontrarlo lo fue.

Muy temprano, cuando aún estaba en el claustro comenzando a concebir la Hermandad, advirtió que su proyecto generaría mucha resistencia y eventualmente, necesitaría un buen refugio…

Se podría pensar que, teniendo toda la galaxia a su disposición, encontrar un lugar donde guarecerse no sería un gran problema, pero él no quería esconderse, quería tener un lugar seguro sí, pero no esconderse, ellos no eran piratas, no hacían cosas malas que debieran ocultarse a la vista, todo lo contrario los hermanos era la luz y como tales debían iluminar, no ocultar, por lo que el lugar a elegir debía ser fácil de encontrar, pero tremendamente difícil de atacar…y Blaned era eso. Un planeta orbitando en torno a una enana roja, estrella que a su vez orbitaba, junto con su lejana compañera, en torno a la estrella principal que ocupaba el centro del sistema triple.

Esta característica hacía muy especiales los rojizos cielos de Blaned, que variaban, según estuviera presente o no la estrella principal, de un rosa vivo, como un hierro incandescente,  al rojo, oscuro como la sangre coagulada, cuando las dos quedaban ocultas en las escasas noches totales.

La tercera estrella era poco más grande que un planeta gigante, orbitaba a más de un año luz de la estrella principal, tras una densa nube de polvo que la apantallaba, haciéndola invisible desde Blaned. Tenía una característica muy especial, oscilaba emitiendo pulsos deformados de rayos gamma, enfocados hacia el espacio exterior, lo que la asemejaba a un cañón disparando a quien se acercara al sistema desde su lado, brindando una protección contra cualquiera que quisiera ingresar al interior del mismo.

Los fundamentos científicos para esto eran muy complicados, pero demostraban que la estabilidad del proceso duraría por lo menos durante los siguientes mil años, y eso era suficiente.

-          Permiso Señor – llamó alguien interrumpiendo su contemplación de los cielos.

-          Si hermano, adelante –

-          Este mensaje llegó para usted – dijo, entregando el dispositivo de lectura que traía.

El semblante de Oliverio fue mudando conforme avanzó en la lectura de las noticias.

El respiro contemplativo había finalizado…debían volver al trabajo. La flota del rey se acercaba y no era correcto hacerla esperar.

 

Nota (10)Blaned: Planeta, en gales.

 

Campo Real

 

El decano estaba cadavéricamente serio.

El “incidente Reckless” había superado los límites del claustro y llegado a la corte y en la corte a alguien se le había ocurrido que llamarlo para que lo explicara podía ser una buena idea.

Y ahí estaba ahora, ataviado con sus mejor uniforme, presto a entrar al salón del consejo a rendir cuentas por un estudiante díscolo.

 

-          …¿Entonces usted asegura que esto no es más que una “desafortunada novatada”  sin mayor trascendencia? – Interrogó el ministro.

-          Así es señor. Es normal que los alumnos de los últimos años, sobre todo si son hijos de la nobleza desplazada – resaltó esta situación – tiendan a pensar que ellos pueden hacer mejor las cosas –

-          ¿Por qué se permite eso Decano? – le interrumpió un secretario.

-          Forma parte del proceso de aprendizaje, secretario, se les hace ver la anarquía derivada de las expectativas de cada uno, para luego enseñarles como se puede aprovechar esa anarquía para gobernar las masas – hizo una pausa para observar el estado del auditorio – Es importante que los futuros funcionarios comprendan el mecanismo de control de masas y la necesidad de mantenerlas al límite de la pobreza, eternamente dependientes del poder de su alteza para poder subsistir –

-          Si, comprendemos eso, por eso se autoriza su inclusión en el plan de estudios de formación de nuestra la élite, sin embargo – objeto el ministro, levantando una copia del expediente que le había llegado – parece que podríamos estar ante un ejemplo de lo que, oportunamente, algunos buenos servidores del rey trataron de hacerle notar –

-          Disculpe, no le comprendo – se excusó el decano haciéndose el desentendido, aunque sabía muy bien por donde iba la cosa. El ministro era uno de los que había votado en contra de su designación.

-          Por favor señor decano – intervino otro de los secretarios - no nos haga repetir argumentos que usted conoce muy bien. Le advertimos que el plan de manejo de masas era algo peligroso y debía aplicarse como curso de post grado, una vez confirmada fehacientemente la fidelidad de los aspirantes -

-          Señor, si me disculpa, nuestra interpretación difiere algo… –

-          Si, lo sabemos, usted tiene ideas de sangre y estatus, lo que nos privaría del acceso a una importante reserva de súbditos inteligentes dignos de evaluar –

-          No señor, lo que tengo es experiencia, y conozco a los jóvenes, sobre todos a los hijos de esos nobles de tercera línea, hijos de advenedizos o de inútiles venidos a menos, todos seres de poca valía cuya única fuerza es su falta de conciencia de clase y su convencimiento de ser eternos desplazados. Solo odio y maldad puede venir de gente así –

-          Señor, nadie pidió su opinión al respecto – terció el ministro – ya la expresó ampliamente al cuestionar nuestro método de selección, y, le recuerdo que la misma fue ampliamente rechazada -

Poco más había por hacer, estaba claro que el asunto era una movida política, que poco y nada tenía que ver con el idiota ese de Reckless, se trataba de él, de desplazarlo y cerrar el círculo en torno al rey.

De pronto todo le quedó muy claro y empezó a sospechar de la inocencia de la corte en este incidente.

No sería la primera vez que se creaban enemigos para justificar represión y tomar más poder.

Los ministros, ya cumplida su parte en la farsa que se llevaba a cabo allí, se revolvieron incómodos en sus asientos, ya deseosos de abandonar la sala para dedicarse a otros asuntos. Solo faltaba ver como pretendían cerrar la maniobra.

El ministro se incorporó pomposamente y, levantando su mano derecha instruyó a los presentes:

-          Vistas las pruebas presentadas decidimos – hizo una pausa – Primero, apartar al decano aquí presente de todas sus funciones hasta tanto su Majestad real expida veredicto definitivo – en otras palabras, hasta siempre. Difícilmente el rey tomaría noticia del caso alguna vez.

-          Segundo, enviar una flota punitiva al sistema del planeta Blaned para reducir la incipiente rebelión antes de que esta pase a mayores –

-          Tercero, dar por levantada la audiencia –

Todos los presentes se levantaron en medio de un general murmullo de aprobación. El asunto ya no daba para más.

En el pasillo de salida, ya acompañado solo por sus acólitos, el ministro interrogó a uno de sus asesores.

-          ¿Sabemos si el encargo pedido a Spíti llegó a destino? –

-          Aún no, pero ya está en camino señor ministro –

-          Bien, bien, ¿Se sabe quién lo transporta? –

El asesor hizo una pausa para consultar su agenda.

-          Va en una nave de comercio más bien pequeña, de clase tomate, conocida como Boloñesa… está registrada a nombre de una tal Alba, o algo así, pero no indica quien la pilotea –

-          Bueno, da igual – el ministro quito importancia al tema – avísenme ni bien llegue a destino –

-          A sus órdenes – confirmó el asesor haciendo una profunda reverencia mientras el personaje se alejaba seguido de su séquito.

 

Fuera del palacio el cielo, cubierto de negros nubarrones, amenazaba tormenta.

miércoles, 27 de agosto de 2025

Desayuno - capítulo 3 - "Regreso a Fornacis"

 


Desayuno

 Cuando despertó, bastante después de lo pensado, se encontró arropada con una manta.

          Sobresaltada se sentó bruscamente, buscando desesperada el arma, que ya no estaba en sus manos, ni en ningún lugar a su alcance.

            El silencio reinante y la penumbra del ambiente aumentaron su sentimiento de alarma. ¿Qué habría pasado?

Con cautela se asomó tras el mamparo, asustada y casi muere con la imagen que vio.

-          ¡¿Qué hace ahí?! –

-          La esperaba, el café se le está enfriando – contesto él hombre tendiéndole una tasa de humeante bebida.

-          ¿Cómo? – interrogó ella perpleja.

-          Que ya es hora de desayunar – sonrió él.

-          ¿Desayunar?¿Qué hora es?¿Cuanto dormí? – de apoco iba retomando su conciencia.

-          Bueno, no me fijé, pero yo calculó que unas 10 hs por lo menos. Se ve que estaba muy cansada –

-          No, no puede ser –

Como toda respuesta él se encogió de hombros al tiempo que sorbía, a través de un pequeño sorbete, el contenido de una pequeña vasija.

-          El saltó – se sobresaltó ella de pronto, al recordar el viaje que estaba comandando.

-          Hace bastante que ya lo hicimos, en cualquier momento saldremos del hiperespacio –

-          ¿Cómo que ya lo hicimos?¿Quién lo hizo? – preguntó tontamente, advirtiendo que, estando ella dormida, solo él podría haberlo hecho.

-          ¿Usted? –

No dijo nada, tan solo la miró mientras echaba un chorro de agua caliente en la vasija, para luego sorberla a través del sorbete, como había hecho antes.

-          Todas las “Tomate” son similares –

Sin saber que hacer ella se sentó a la mesa, con el café que él le acababa de convidar.

-          ¿Quiere? – invitó el hombre ofreciéndole un bollo dulce – los acabo de hornear –

Ella seguía sin saber qué hacer, tan aturdida estaba. Ese hombre la podría haber matado y ella ni se habría enterado. Era algo gravísimo…seguía asustada.

-          Gracias – balbuceó aceptando. Necesitaba tiempo para pensar - ¿Qué toma? –

-          Mate - fue la escueta respuesta – No es algo que pueda hacer muy a menudo y lo extrañaba. – aclaró mientras terminaba de sorber el liquido.

-          ¿Mate? ¿Qué es eso? – preguntó algo más tranquila, con cierta curiosidad.

-          Una bebida típica del Rio de la Plata, allá en la tierra – e hizo un vago gesto que pretendía indicar hacia el lugar donde su planeta debería estar.

-          No sé porque pero en esta nave lleva usted abundante cantidad de yerba mate y pensé que no se molestaría si tomaba un poco –

Así que eso era lo que contenían esos paquetes. En el apuro no había indagado mucho.

-          No, no, por favor, de hecho no sabía para que podría servir y estuve a punto de tirarla –

-          ¿Tirarla? Hubiese sido un pecado, es de muy buena calidad. Sabe, en todas las naves hay con que preparar café, pero sobran los dedos de la mano para contar en las que pueda encontrar yerba mate. ¿Por qué la tiene usted? –

-          Ni idea, supongo que al anterior piloto le gustaría esa “yerba” – comentó ella restando importancia al hecho, mientras terminaba su café.

“El anterior piloto”, la afirmación quedo grabada en su memoria, “¿Quien podría ser? Seguramente un paisano, no eran muchos los tomadores de mate. Sería mejor redoblar las precauciones” pensó, sin decir nada.

Ya completamente despierta y alerta se encaminó a la cabina de mando. Efectivamente estaban por abandonar el hiperespacio y había mucho que hacer.

Él la siguió luego de recoger y acomodar todo.

-          Permiso – pidió sentándose en la butaca de la derecha.

-          ¿Dónde aprendió a pilotear? – cuestionó ella luego de varios minutos, después de haber ajustado varios parámetros.

-          Por ahí – fue la evasiva respuesta.

-          Veo que es usted bastante misterioso – comentó en un tono que era un intento de distender la situación.

-          No más que otros –

Ella lo miró fijamente, bastante molesta por la insinuación. La situación volvió a ponerse tensa.

-          ¿Quién o qué es Giagiá? – preguntó él de pronto – ¿Le conté que habla dormida? –

Esto era demasiado.

-          ¿Qué le importa …? – empezó a protestar, pero no pudo terminar de quejarse.

De pronto, antes de tiempo, la “Boloñesa” salió del hiperespacio apareciendo en trayectoria de colisión con una estrella.

-          ¡Diablos, que pasa aquí! – se cuestionó ella mientras revisaba frenéticamente los datos de navegación – No me vaya a enterar que ha hecho mal los cálculos – amenazó seriamente al hombre.

-          Jamás me equivoco. ¡Tengo más saltos que años usted! – fue la respuesta del humano, mientras trabajaba afanosamente para detener la loca carrera de “la Boloñesa”.

Cuando al final lograron frenar y estabilizar la nave comenzaron a trabajar en la determinación de la posición y lo más importante, la causa de la brusca interrupción del vuelo hiperespacial.

 Al cabo de un tiempo que pareció interminable Alba confirmó los cálculos del hombre.

-          No, no, todo está bien. No hay fallos en la programación – y, preocupada agregó – no entiendo porque la Boloñesa nos sacó aquí -

-          ¿De quién era esta nave? – consultó el hombre, que tras ella inspeccionaba el interior de un tablero que acababa de desmontar.

-          La nave es mía, hace años que la tengo –

-          Sin embargo no sabías que era la yerba mate que había en la cocina – Ella enrojeció levemente. – y mencionaste algo respecto a otro piloto. ¿Quién más ha comandado esta nave? –

-          Pues – pensó – unas diez personas por lo menos –

-          ¿Cómo? –

-          Bueno, es muy caro tener una nave parada. Cuando no la uso la alquilo…- empezó a disculparse.

-          ¿Y a quién se la alquilaste por última vez? –

-          A un simpático viejito que la necesitaba para hacer una mudanza o algo así – recordó vagamente – creo que tenía una nieta que se iba a trabajar a Neptuno, me dijo –

-          ¿Tienes los papeles del alquiler? –

-          Supongo que estarán por aquí – dijo mientras revolvía las carpetas del ordenador. – Aquí, aquí esta – afirmó al encontrar el archivo – El inquilino fue un tal “Catinga(2)” –

-          ¿El Catinga? – rumió el nombre. – ¿Una persona con un aroma algo extraño? –

-          Sí eso. Un hombre muy amable. Pagó en efectivo, por adelantado – explicó sin que hiciera falta.

-          El Catinga… – repitió como queriendo convencerse de a quién se refería – Alba, me temo que te cruzaste con el ¡El Paraguayo! –

-          ¿Y? –

-          ¿Esta nave esta artillada? –

-          Pues, no mucho, pero si –

-          Vamos entonces, creo que pronto tendremos visitas – y sin decir más terminó de remover un equipo que retiró de la zona del panel removido y lo estrelló contra el piso de la nave, destruyéndolo.

-          Nos han interceptado –

 

Nota: (2) “Catinga”: Olor raro. Lunfardo de la provincia de Misiones, Argentina.

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