lunes, 30 de abril de 2018

1 de Mayo

1 de Mayo 1982

-        Así fue esa mañana, una mañana gris y destemplada, como esta. – comenzó el relato mientras se cebaba el primer mate.

A su alrededor todos se acomodaron, dispuestos a escucharlo. El viejo estaba algo “pirado” pero contaba historias interesantes, de esas que no se encuentran en los libros ni te enseñan en la escuela.

-        El viento, como de costumbre, soplaba del oeste, haciendo que el frio penetrara la ropa helando todo. – reflexionó, para agregar luego

-        Nosotros estábamos ahí, resguardándonos detrás de una estiba de contenedores, calentando agua con un calentador que hacíamos funcionar con JP1, el “querosene” que usaban los Atar - aclaró para los que lo ignoraban.

-        El mate con grapa y la conversación amena ayudaban a sobre llevar la tensión del momento. -

      Usualmente ese día todos habrían estado preparándose para el locro del 1º de mayo, pero ese año no sería así. Aunque seguro el rancho seria locro, no era lo mismo estar en casa o en la base que allí, en la trinchera.

-          Deja que lleguen no más, ya van a ver lo que les espera a los piratas – sentencio el cabo Ramirez mientras chupaba la bombilla.

-          Les vamos a hacer arrepentirse de haber hecho el viaje – apoyo el cabo Lopez, con una seguridad más propia de un veterano que del novicio que era

-          Ya veremos – fue el lacónico comentario del suboficial Peretti, evitando entrar en detalle para no transmitir su desanimo.

Él sí era un veterano, había participado en misiones de la ONU y sabia lo que eran las balas silbando cerca.

-        Por supuesto el ánimo no decayó, éramos todos jóvenes y la guerra se nos antojaba como algo heroico digno de ser vivido. Después de un rato, con ya casi una pava cebada, todos estábamos “algo más alegres”, incluso el Peretti. Fue ahí que apareció el capitán Fernández -

-        Cuando lo vimos entrar todos nos cuadramos, no porque fuera necesario, si no porque le teníamos mucho respeto. Esto lo incomodaba y normalmente hacia alguna chanza que aflojaba el protocolo…pero esa mañana no fue así.

Uno de los muchachos le ofreció un mate, olvidando que el agua tenía un importante contenido alcohólico.

Yo pensé que salíamos todos presos, pero no, al contrario Fernández sorbió el liquido con fuerza y, aunque no pudo ignorar que el mate estaba “cargado” no se enojo ni nos recombino, antes bien apreció la bebida, y pidió otro, “para no irse rengo”, aclaró. Luego nos pidió que preparáramos los Mirage, la flota de su majestad había llegado y era necesario darle la “bienvenida”.- trato de bromear

Llegado este punto hizo una pausa, y luego siguió.

-        Si bien todos esperábamos eso, en realidad no pensábamos en serio que llegaría el momento. Pero, una vez llegado nos convertimos en los profesionales que se supone éramos. Casi sin ordenes cada uno fue a hacer su trabajo, el encargado del combustible a controlar los tanques, que junto con los auxiliares, apenas permitían llegar a las islas para combatir 5 minutos y dar la vuelta, antes de que se acabara su contenido y el avión cayera. –

-        ¿Y porque no reabastecían en vuelo? - preguntó imprudentemente un nuevo.

Un codazo conveniente asestado por un compañero le hizo comprender lo improcedente de su interrupción

-        Pues porque nuestros Mirage no tenían esa posibilidad – contestó el viejo sin parecer molestarse por la falta de conocimientos del joven.

-        Como sea, cada uno en lo suyo, se cargaron las bombas, se chequearon los circuitos y se dejo todo listo.  Cuando el capitán volvió, al cabo de 15 minutos, lo hizo con los otros pilotos que formarían la escuadrilla.

      Luego de persignarse subieron cada uno a su avión y desde tierra les dimos soporte para ponerlos en marcha. El rugir de los motores es algo sobrecogedor, no hay quien pueda permanecer impasible ante ellos.

      Lentamente se encaminaron hacia a la cabecera de pista. Una vez allí dieron potencia, soltaron frenos y salieron disparados como dardos incandescentes.

      Rápidamente tomaron altura, pero no mucha, no volarían alto, antes bien todo lo contrario.

      Desde el taller de electrónica, mientras no se impuso el silencio de radio, seguimos su avance. Luego solo estática e incertidumbre.

      Al lado de la radio, cronómetros en mano, calculábamos por donde andarían. Sabíamos que no pasaría mucho tiempo, el combate tenía que empezar pronto o no se daría.

      Y no nos equivocábamos, pasada menos de una hora se escucho un grito rasgando la estática

      ¡Proa arriba! ¡Ahí están los hijos de puta! Grito uno ¡Viva la Patria carajo! grito otro. Nada nos costó imaginar que nuestros pilotos acababan de encontrar la flota y el combate empezaba. 

      Ya era casi noche cuando empezaron a volver.

      Con ansiedad contábamos los aterrizajes…uno, dos…..luego otro y….nada más.

     Los pilotos que llegaron compartieron unos minutos con nosotros, contando cada uno su primera experiencia de combate y sus impresiones. Preguntando por los camaradas que aun no llegaban….-

El viejo cayo de pronto, con un mate a medio cebar, los ojos perdidos en la lejanía, como esperando el regreso de los compañeros que no volvieron.

Uno de los presentes, conocedor, le retiro el mate y lo tomo del brazo.

-        Vamos che, no te pierdas –

-        Ahh, si – dijo como regresando de un sueño – disculpen, no me siento bien – dijo y se retiro.

-        Pobre tipo – comentó alguien

-        ¿Alguien sabe quién es? –

-        No, nadie sabe, por ahí parece que fue uno de los mecánicos que dieron soporte técnico a los Mirage en el 82, pero su nombre no figura en ninguna lista de la Fuerza Aérea –

-        En fin, muy lindo todo pero hay que seguir trabajando – dijo el que parecía ser el capataz

Con resignación pagaron sus consumiciones, se ajustaron los abrigos y salieron al exterior.

El viento, soplando desde el oeste, parecía traer el rugido de los motores regresando desde las islas, aunque estas están al este.

© Omar R. La Rosa

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#ytusrelatos


martes, 10 de abril de 2018

Tiempo Anterior - año 1000 - Puerta Perdida


Tiempo Anterior – año 1000 – Puerta Perdida
 continuación de "en el Pozo"

Parte 1 Los Yinn

La tormenta, entrando por el sur, era espeluznante. Luces fantasmagóricas cruzaban las nubes en todas las direcciones, sin emitir un solo sonido.
      - Mala cosa -  Pensó Alhaken (II de ese nombre) - al tiempo que cerraba las celosias del altillo de su palacio en Córdoba, donde tenia su taller de trabajo y estudio.Mientras bajaba las escaleras en la parte baja de la casa los postigones golpeando los marcos de las ventanas parecían a punto de salirse de los goznes.
De pronto un ruido sordo y cantarín se superpuso al zafarrancho general, no le cupo duda de lo que había pasado. Una gota de frio sudor le corrió por la nuca.
Efectivamente, al llegar al piso bajo vio los restos del brillante cristal desparramados por toda la estancia. El carísimo espejo Bizantino se hallaba estrellado, hecho astillas por toda la sala. Con mirada temerosa recorrió la estancia hasta que lo vio, ahí, al pie de la ventana.
Oculto como asustado, estaba el gato negro, su gato, ese que había desaparecido hacia casi tres meses
El era un hombre de ciencias, un estudioso, uno de los pocos que no solo sabía leer y escribir, sino que también dominaba el algebra y era versado en los más diversos saberes…y aun así.
Por unos instantes se sintió como un vulgar campesino, temeroso del diablo y su maldad, pero se repuso, después de todo el pobre animal se veía tan asustado como él.
Con cariño se acerco al gato, tendiéndole la mano, y este corrió hacia el cómo agradecido del cobijo que le ofrecía su antiguo amo.
Con el gato alzado se acerco a la ventana más cercana y la trabo. Afuera la tormenta seguía luciéndose en relámpagos sin truenos…de no haber sido él un descendiente de los hombres del desierto…pero lo era y no se hubiese asustado de no ser por el gato, que si se espanto, como si alguna visión del exterior lo hubiese atemorizado.
El pobre animal salió corriendo luego de clavarle las uñas para saltar de sus brazos.
La experiencia fue fuerte, pues el animal salió corriendo dando un fuerte maullido, el viento volvió a abrir la ventana y, entrando raudo, apago la vela que escasamente iluminaba la habitación, sumiéndola en la más absoluta oscuridad…o casi, porque en el piso, de forma inexplicable, los restos del espejo brillaban, y, bajo esa fantasmagórica luz fue que los vio, eran tres figuras, como fantasmas, vestidas de negro, sin túnicas ni turbantes.
Se movían concertadamente, con movimientos coordinados, como si siguieran un plan determinado.
Para su tranquilidad, le ignoraron completamente, obviamente no les interesaba. Es más, uno, al pasar frente a él, se coloco un dedo sobre los labios, indicándole que guardara silencio.
Quieto como una estatua, apoyado contra un tapiz colgante que cubría una pared de piso a techo observó con ojos desmesurados y casi sin respirar, lo que hacían los “yinn”. Porque seguro que esas figuras eran “genios”, ¿Qué otra cosa podrían ser si no?.
Los “yinn” revisaron toda la sala con gran atención, una vez terminado, como aparentemente no habían encontrado lo que buscaban, le indicaron que los acompañara al altillo del cual había descendido minutos antes.
Allí volvieron a su trabajo, uno a uno miraron todos y cada uno de los papeles que encontraron, para eso usaron unas luces mágicas que le dejaron asombrado.
Mudo como estaba, solo atinaba a rezar a Ala que estos fueran “genios amigables” y no le hicieran daño.
-        Nada de nada – escuchó decir a uno ellos, en una jeringosa que le hizo recordar la lengua de los reinos cristianos del norte.
-        ¿Cómo podía ser eso si la lengua de Ala era el Árabe? – pensó mientras el corazón se le aceleraba.
Los yinn, ya convencidos que lo que buscaban no estaba allí, se dirigieron a él y le iluminaron la cara mientras, en la misma jeringosa, le comenzaron a hacer preguntas que no terminaba de entender.
En vano trato de articular palabra, no sabía que decir, ni siquiera sabía si debía decir algo,
-        Déjalo, seguro que no sabe nada – dijo una voz que parecía mujer. Otra rareza
-        Nos hemos adelantado, aun no es el tiempo – contesto otro, como maldiciendo.
Las luces se apagaron y los yinn se marcharon, dejándolo sentado frente a su mesa de trabajo, donde lo encontró al-Mushafi  a la mañana siguiente.
Durante todo ese día no dio entrevistas, ni acepto compañía alguna. Solo y ensimismado se dedico a pasear por los jardines de palacio. La visión de los yinn lo había perturbado mucho y no quería que nadie lo viera en ese estado. Cualquiera podía interpretarlo como señal de debilidad, y eso era algo que ningún gobernante puede permitirse.

-        ¿Qué habría hecho su padre, Abderramán III, ante una situación como aquella? – se preguntaba mientras sus pies recorrían los senderos.
En algún momento paso frente al estanque y su imagen, reflejada en el agua, le sorprendió.
Se quedo largo rato mirando el reflejo, ¿Quién era ese hombre avejentado que le miraba desde el fondo del charco?  Ya no tenía forma de saberlo. Tan distinto era al recuerdo que el tenia de si mismo.
Tan ensimismado quedo con su imagen y sus recuerdos, que no advirtió la presencia del joven madrileño que pasó a su lado.
Le sorprendió grandemente la presencia del mismo en el jardín. Si bien no era maniaco de la soledad, por respeto los súbditos solían no recorrerlo cuando él lo hacía.
-        Disculpe excelencia – se excusó el muchacho inclinando levemente la cabeza en señal de respeto
La figura del muchacho era agradable, lo había cruzado varias veces desde que llegara a palacio, e incluso había tenido oportunidad de ver alguno de sus trabajos, ese joven Maslama prometía.
-        Está bien joven – le disculpó - Ala tiene caminos insondables para los hombres, quizás este encuentro tenga alguna finalidad. Dígame, ¿Cómo es la villa esa de la que usted proviene? –
-        Hermosa señor, es una de las aldeas con los más bellos cielos de todo el califato –
-        He oído decir que las gentes de ahí dicen “de Madrid al cielo”. ¿Es tan así? –
-        Así y más. No es solo una frase poética señor. Es un regalo de Ala –
-        ¿Un regalo de Ala? – medito Alhaken
-         Joven, entiendo que es versado en matemáticas y artes mágicas – afirmó más que interrogó. El joven, alagado por el califa, solo atino a bajar la cabeza en señal de humildad y sumisión.
-        Venga – se decidió el califa – tengo unos documentos que quizás usted deba ver –
Y juntos caminaron hacia unas construcciones, donde había una estancia oculta en la que Alhaken atesoraba ciertas cosas muy especiales, heredadas de su padre.

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Parte 2  El secreto

El guardia, que permanentemente custodiaba la puerta, se cuadro al ver llegar al Califa. No era un acontecimiento extraño, Alhaken gustaba estar allí, periódicamente se llegaba hasta la estancia, a veces en busca de fresco para mitigar los calores del verano…en esas ocasiones pasaba largas estancias en el interior, periodos durante los cuales no se permitía la entrada de ninguna otra persona al lugar.
Otras veces solo venia por unos minutos, al cavo de los cuales salía con alguna botella de agua helada, que tanto le gustaba.
El guardia podía haber pensado que esa tarea era indigna de un califa, habiendo abundantes sirvientes para ello. Pero no le correspondía a él cuestionar a su señor, y por tanto no lo hizo.

Alhaken y el joven que lo acompañaba ingresaron en la fresca estancia, demorando unos instantes, hasta que los ojos se acostumbraron a la semi penumbra, y siguieron por un pequeño pasillo que desemboco en una puerta pequeña. Para pasar por ella ambos debieron inclinarse bastante, tan baja era la puertecita.
Una vez cruzada se encontraron en una estancia más amplia, sin ventanas, solo ventilada por unas pequeñas luceras en la parte superior de la misma, por las que no se llegaba a disipar el olor a encierro y a viejo que la inundaba.
En el medio de la estancia había una mesa y una sola silla. El califa se sentó en ella, cansado y pidió a Malama que encendiera una lámpara que allí se hallaba.
A la tenue de la llama, aparecieron las paredes de la sala, y en ella, de piso a techo, estanterías llenas de libros. De pronto el matemático intuyo que hacia el califa en esas calurosas tardes, pero se equivocaba.

-        Alcánzame ese rollo de allí – Pidió Alhaken, señalando uno ubicado en un rincón particular
Cuando el joven se lo hubo acercado, lo llamo y le pidió que se acercara a ver.
Malama no podía dar crédito a lo que su señor le mostraba y empezó a tener temor por las cosas que se le estaban confiando.
Con la pausa de un erudito, como correspondía a quien lo era, Alhaken fue indicando todos y cada uno de los detalles que en el libro se describían, así como haciendo acotaciones a las implicancias que podían tener, y, para aumentar el pánico, a la situación política del califato.
-        ¿Increíble, verdad? – pregunto al terminar de leer.
Azorado Malama no supo que decir
-        Igual me sentí yo cuando mi padre me develo este secreto…amigo – esto último lo dijo luego de una pausa, como si dudara del poder que estaba transfiriendo con esa simple palabra a alguien que no lo tenía y al que, por cuna, no le correspondía.
-        Si, joven, a partir de ahora lo considero mi amigo, y eso porque he de pedirle, que no ordenarle, un gran favor –
-        El que desee señor –
-        Como usted habrá comprendido, aquí yace un enorme poder, un poder que debe ser preservado. Así me lo hizo saber mi padre en su momento… - y una lágrima pareció aparecer en sus ojos, aunque bien pudo ser un simple destello de la llama.
-        Lamentablemente Ala no me ha concedido la gracia de poder hacer lo mismo. Mi posible heredero es solo un niño…y a mi ya no me queda mucho tiempo –
-        Señor –
-        No, no me contradiga, en mi situación todo eso ya carece de importancia, a demás pronto deberé presentarme al único y verdadero Señor….pero antes necesito hacer algo con esto – Insistió indicando no solo el libro, si no toda la sala.
-        Quiero que, después de muerto, tome todos y cada uno de estos libros y se los lleve a Madrid, lejos de los cataclismos que se aproximan a nuestro reino –
-        ¡Señor! –
Pesadamente el califa se incorporo con ayuda del joven matemático, que se tomo la licencia de posar su mano sobre el brazo de su señor, sin que este se opusiera.
-        Malama, usted es un hombre de letras, instruido, debe saber que el peor de los enemigos es la ignorancia. El ignorante es arrogante, fanático, capaz de cualquier cosa, pues, a falta de razón se vale de la fuerza, la violencia es la razón de la sinrazón….- hizo una pausa para tomar aire – En nuestro futuro se alza esa nube, los ignorantes caminaran por nuestras calles, se ensoñaran en nuestros palacios y destruirán la convivencia civilizada entre nuestras gentes….está escrito. Por eso tenemos que salvar lo que se pueda y resguardar lo que no debe ser descubierto por ellos.- y calló.
Sin decir más saco una llave que llevaba colgada a su pecho y se dirigió a otra puerta, una que Malama no había notado, porque estaba tras un tapiz.
-        Venga – ordeno el califa mientras la abría
-        No pensaba mostrarle esto, pero anoche recibí la visita de unos “yinn”. Estoy seguro de que buscaban esto.- explico – Y eso me convenció, en esos libros esta el secreto de esta puerta, pero no lo que vera tras ella. Por ninguna razón lo que va a ver debe caer en manos inapropiadas – y cruzo el umbral con Malama tras él.
Al cabo de un tiempo volvieron los dos
No existen palabras para describir la cara del matemático. La del califa era una mescla de dolor, y decisión.
Volvió a correr el tapiz, y, antes de apagar la vela le entrego la llave con que había cerrado la puerta y le advirtió
-        Ala y yo lo estaremos viendo. Confió en usted, y le pido me disculpe por la carga que he puesto sobre sus hombros. – medito unos instantes – solo le pido que no pase la posta a nadie que no sea digno. Y si, en su momento no lo hubiera, oculte todo de modo que jamás nadie lo encuentre –
Los dos salieron con sendas botellas de agua. El guardia se cuadro en señal de saludo y volvió a la custodia.
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Parte 3  Misión

La alegría fue general, cuando Pacino recupero la respiración (referencia a el pozo https://ytusarg.blogspot.com.ar/2017/11/tiempo-de-resistencia-parte-8-en-el.html) pero el apuro y las granadas estallando cerca no dieron lugar a festejos. Más rápido que ligero fueron hacia la cabaña del prado y atravesaron una puerta.
Del otro lado se encontraron en patio de un convento, en una época no determinada.
-        ¿Estás bien Pacino? –
-        ¿Eh? Si, si gracias –
-        ¿Puedes seguir? –
-        Si, si vamos –
Y acto seguido corrieron por una galería desierta hasta una puerta al final de la misma.
La salida a esa puerta los deposito en una galera que navegaba dando bandazos por las aguas del Cantábrico, para horror y desesperación de Alonso.
Mientras el soldado aliviaba su estomago por la borda del buque, las mujeres aprovecharon a poner en antecedentes a los hombres recién retirados del combate de El Biutz (tiempo de resistencia, parte 7 https://ytusarg.blogspot.com.ar/2017/09/tiempo-deresistencia-fanfic-n-7.html ).
-        No sabemos cómo – explico Irene – los “nuevos” se pusieron en contacto con alguien del pasado, un tal Roa, alguien que conoció al Rabino Levi y que está al tanto de los secretos de las puertas –
-        Secretos que ni siquiera nosotros conocemos – aclaro Lola
-        Bueno, si ni siquiera los conoces tu deben ser muy secretos – toreo Pacino
-        Jaja –
-        No importa, por lo que nos enteramos, creen que hay una primera puerta que ampliaría el alcance del ministerio a cualquier lugar fuera de España en cualquier tiempo – Explico Amelia
-        Una llave maestra – dijo Julián
-        Algo así –
-        ¿Y eso existe? En Madrid nunca vimos algo así –
-        Pues, porque cabe la posibilidad de que no esté en Madrid –
-        ¿Y donde entonces? –
-        Hay varias opciones. La mayoría piensa que puede estar en Córdoba –
-        En Córdoba, … será la Andaluz… - Rogo Alonso, que regresaba, recordando las andanzas por Argentina, sin poder escuchar la respuesta, pues su estomago lo volvió a impeler hacia la borda
-        Si es la nuestra – confirmo Irene
-        ¿Qué los llevo a pensar eso? –
-        Que allí trabajo Hasday ibn Shaprut, en el libro de las puerta que le entrego el rabino Levi a Isabel hay notas suyas –
-        Bueno, a Córdoba pues. Pero, una duda ¿Qué hacemos aquí entonces? –
-        En el tiempo de Hasday ibn Shaprut, Córdoba era capital del califato, y por lo tanto no tenemos puertas ahí en ese tiempo. Lo más cercano que encontramos fue esta galera que va rumbo a Gijon…que en esta época no será gran cosa, pero es lo único que tenemos a mano – Ilumino Lola, mostrando los apuntes que tenía en mano.
La navegación fue cualquier cosa menos placentera…pero al final termino y lograron pisar suelo firme en una playa a orillas de la cual se levantaba un paupérrimo caserío.
Allí con mucho trabajo consiguieron caballos y ropas adecuadas para todos y, sin detenerse a penas a descansar, comenzaron a desgranar los kilómetros que los separaban de la capital califato Omeya.
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En los pasillos del ministerio, el nuevo ministro estaba reunido con el contable (tiempo de perdida, final parte 8 http://ytusarg.blogspot.com.ar/2017/05/blog-post_12.html ). Aun no recuperaban la inversión, pero las perdidas empezaban a disminuir, y eso lo animaba.
Los distintos funcionarios se iban acomodando rápidamente a las nuevas directivas. Los incentivos por productividad y una serie de lamentables accidentes que habían afectado a los más reticentes, habían motivado positivamente al personal. Incluso la pesada esa de Angustias había sabido reubicarse en los depósitos, como le habían sugerido. En cuanto a Salvador y Ernesto, antiguos jefes, nadie había vuelto a saber nada de ellos.
Solo un puñado había pasado abiertamente a la oposición, había escuchado por ahí que les llamaban “la resistencia”…pero, de momento se habían mostrado inoperantes y ya empezaba a despreocuparse por ellos.
Como fuera, a medida que se familiarizaba con su puesto iba descubriendo cosas impensadas y ahora, ya retirado el contable, esperaba la llegada de una de esas cosas.
En un principio había pensado que iba a tener que esmerarse para lograr sacar provecho de ella, por eso mando a los mejores hombres de la ex Darrow en su búsqueda, pero resulto que no fueron necesarios…es más, según le habían informado, al enterarse del objeto de la visita el hombre en cuestión se había mostrado tremendamente emocionado y dispuesto a colaborar.
Golpearon la puerta y asomando a penas la cara, la secretaria anuncio
-        Ya están aquí Señor –
-        Hágalos pasar por favor – ordeno mientras con estudiado desdén la ignoro concentrado en cerrar no se sabe que cajón.
Los recién llegados no se hicieron esperar. Ni bien lo vio supo porque había impresionado tan bien a los enviados. El tipo era alto de perfil semítico, como correspondía, y con esa mirada que él tanto conocía, la de los hombres ambiciosos, en nuestra época podría haber sido un perfecto lobo de Wall Street.
Pensar que, por un minuto, había pensado mandar a buscar al viejo tonto ese de Levi. Ahora sabía que otra vez su instinto estaba en lo justo. Sí, ese Roa era sin dudas el hombre. Solo había que ponerlo a prueba.
El recién llegado también observaba detenidamente a su anfitrión. Si el arquitecto Nuriel Oded Roa sentía asombro no lo demostraba. En nuestros días habría sido un excelente jugador de Póquer, tan inexpresivo era.
Solo sus ojo permitían intuir en que pensaba.
Antes de pronunciar la primer palabra hizo un rápido repaso mental de los hechos que terminarían con él en esa oficina.
El descubrimiento de los trabajos de Maslama, antepasado del libertino matemático Haram, su socio.
La ayuda del rabino Levi para, a través de su interpretación de la cábala, comprender los manuscritos de Maslama y su ceguera. El pobre hombre estaba carcomido por su profesión que no podía ver más allá de sus narices.
Le enojaba que fuera tan ciego, tenían ante sus ojos un secreto que valía la vida de millones, que podría restaurar el reino de Jehová y poner a su pueblo en posesión de la herencia que Dios le había prometido y se negaba a hacerlo. Si hasta sonaba a blasfemia…se estremeció.
Y entonces apareció el trió que venía a buscarlo, en principio pensó que eran tres REFA'IM, (fantasmas), pero solo lo pensó unos instantes, hasta que los escucho hablar…
-        Este sí es – afirmo el que parecía estar a cargo del grupo
-        Nada mal para ser nuevos en estos de las puertas – se rio otro
-        Bueno, la primera vez le erramos por casi 400 años – protesto la mujer
-        Y el susto que le dimos al pobre viejo – se rio uno de ellos
Supo enseguida que esos eran los “Yinn”. Que la leyenda sobre la visión que había tenido el viejo califa no era tal y que estos hombres tenían la llave del secreto que él intuía.
Por su puesto no dudo un segundo en seguirlos y ahí estaba ahora.
-        Por favor, tome asiento – invitó el anfitrión – tengo un negocio que ofrecerle –
Había pronunciado la palabra mágica “negocio” estaba en el lugar correcto
-        ¿Un café? –
-        Si es tan amable… -
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Parte 4 Descifrado

"Innâ lillahi wa Innâ ilaihi râÿi'ûn" (De Allah provenimos y a Él regresamos)

Poco después de transferir su secreto a Maslama, tal como el mismo adelantara, Alhaken II partió hacia el 7º nivel de la Yanna a aguardar el llamado de la Yawm al-Qiyama, dejando tras de sí a los infortunados mortales de su reino librados a las vicisitudes que se abatirían sobre ellos.
Maslama el que más. El entonces joven matemático siguió en palacio, pero el palacio ya no estuvo en él.
Trabajo no le faltaba, el sucesor de Hasday ibn Shaprut se ocupaba de que así fuera. Por lo menos hasta que él también debió partir.
Cada vez que podía el ex poderoso consejero dejaba de lado sus múltiples asuntos, entre los cuales la sinagoga de su predecesor era lo que más satisfacciones le traía, para darse una vuelta por las aulas y claustros donde lo más granado del siglo, en esa parte del mundo, se dedicaba a las cuestiones del saber. Había allí gentes de todas partes, credos y colores, desde sabios venidos de la lejana Bagdad fundada por el legendario Al-Mansur hasta monjes llegados desde la también apartada pero siempre presente Bizancio, con sus oropeles algo alicaídos pero aun presentes.
Entre todas estas gentes había uno particular que pronto llamo la atención del joven Maslama, un monje bajito y vivaracho, un tal Nicolás, Bizantino él, que no solo estaba traduciendo la Materia Médica de Dioscórides, sino que además le había dado por investigar la melodía de los números, los arcos y los puentes, esto hizo inevitable su cruce con el inquieto matemático madrileño.
Poco falto para que encararan trabajos juntos, lo que no paso desapercibido para el atento rabino sucesor Hasday ibn Shaprut, como tampoco la atmosfera de misterio que de pronto surgió entorno a algunos de esos trabajos.

Fue en una de sus esporádicas visitas que Hanock los encontró enfrascados con la lectura de unos viejos pergaminos. Los dos estaban tan metidos en su trabajo que no advirtieron su presencia hasta mucho después que el llegara.
Cuando se percataron de la misma un frio le corrió por la espalda y sus caras así lo dejaron ver, habían sido descubiertos tontamente y eso empeoraba las cosas
-        ¿Qué hacéis? – consulto de forma tan imperativa que no pudieron evitar poner al descubierto los pergaminos que estudiaban.
Ni bien tomarlos en sus manos, el sabio adquirió un aire seremonioso, tanta impresión le causaron los documentos. Los examino con mucho cuidado y luego, elevando la vista de ellos, pregunto
-        ¿De dónde salió esto? – Ninguno de los dos respondió nada
-        Ved esto – indico – son notas del sabio Shaprut - más hablando para sí que para los jóvenes
-        Es increíble… - se asombro al comprobar las implicancias que se adivinaban a partir de lo escrito y lo agregado
-        ¿Sabe que es esto señor? – preguntó tímidamente Maslama
-        ¿Qué si sé que es esto….? . ¿ha leído la Cábala joven? –
-        Lo intente una vez…-
-        Yo la he estudiado – Afirmo el monje, haciendo que el judío le prestara atención.
-        ¿Y qué me puede decir? –
Nicolás medito seriamente sus siguientes palabras, y al final se decidió a contestar la pregunta, después de todo para eso había hecho el viaje a Córdoba. Si el disipulo de Hasday ibn Shaprut sabía que significaba todo aquello, y de eso no le quedaron dudas después de ver como había contemplado la línea de los pergaminos, también podría ayudarlos con el problema que tenia.
-        Que algo o alguien ha activado una puerta que no sabíamos que permanecía abierta – fue la humilde y extraña respuesta del Bizantino
-        Ya veo – comento Hanock, meneándose la barba…pero no pudo hacer nada más, de pronto un alboroto en el patio de los naranjos les advirtió que alguien importante se acercaba…y había solo una persona importante capaz de hacer eso, el Emir a quien los cristianos conocían como Almanzor.
-        Rápido, haced desaparecer esto – urgió – vamos, vamos, urgente, gente como él jamás debe sospechar siquiera la existencia de esta puertas.-
Ignorante del revuelo causado, el emir ingreso al claustro con el aire soberbio que lo caracterizaba, propio de un hombre que se ha hecho a sí mismo y está convencido de no deberle nada a nadie. Aunque eso era imposible en una corte como la del califato.
Majestuosamente recorrió los anaqueles repletos de libros, mirándolos con un cierto desdén, no porque despreciara el saber, si no porque era un hombre práctico, de acción, de armas tomar y para él esos “estudiosos” incapaces de empuñar una espada eran poco más que incapaces.
Aun así sentía cierta reverencia por ellos, y hasta algo de temor por alguna de las cosas que ellos hacían.
Miró al rabino con evidente antipatía y pasó a su lado sin prestarle mayor atención.
Se paro frente a Maslama y ordenó a todos los presentes que los dejaran solos. Una vez se hubieron retirado todos preguntó a boca de jarro
-        ¿Qué información me tiene? ¿Qué dicen los planetas? –
-        Lo mismo que la última vez sire – respondió el aludido, con el tono más humilde que fue capaz. Esto enojo notablemente al emir, pero se contuvo
-        ¡Pues sus planetas están equivocados entonces!, el califato no se desmembrara si no que crecerá a expensas de los reinos cristianos del norte y nadie podrá evitarlo –
Maslama solo atino a hacerse a un lado, con la cabeza baja y la mirada al piso.
El emir pasó a su lado sin saludarlo.
-        ¿Por qué has dicho eso? – inquirió Nicolás, que había escuchado la conversación tras la puerta – Sabes que Dios no habla a través de los planetas como creen los villanos –
-        Porque es la verdad, y no he consultado a ningún planeta, eso es para mantener contentos a los ignorantes…tan solo veo las cosas que pasan a mi alrededor, si los gobernantes prestaran más atención a lo que pasa en torno a ellos el futuro podría ser otro, pero no lo hacen, tan ciegos están en su propia egolatría…-
Del discípulo de  Hasday ibn Shaprut no se volvió a saber nada más.
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Luego de varios café llegaron a un acuerdo (algo que era inevitable) durante la conversación ambos “se conocieron” y acercaron posiciones….
-        Entonces, yo le entrego la puerta que busca y a cambio me quedo con los pergaminos faltantes – resumió Roa, al tiempo que se asombraba de que el jefe actual del ministerio fuera tan ciego de conformarse con una puerta más, pudiendo tener el secreto para todas las posibles existentes…a no ser que pensara traicionarlo y quedarse con las dos cosas…tendría que estar atento, ya se vería quien era más inteligente
-        Así es “colega”, usted que tiene mejor información podrá ubicar esa puerta más eficientemente que nosotros, como sabe tenemos un método alternativo de viaje en el tiempo – recordando el túnel de Darrow – pero los costos comparativos la hacen poco conveniente – omitiendo mencionar las consecuencias sobre la salud de los viajeros – y a cambio estamos dispuestos a colaborar con sus investigaciones permitiéndole conservar los documentos que encuentre – concluyó estrechándole la mano y pensando que quizás, cuando encontrara la puerta advertiría que su valor era tremendamente superior al de unos papeles viejos…tendría que tomar precauciones, no fuera a ser que al arquitecto se le cruzaran ideas raras en ese momento.
-        Muy bien, si no desea tomar un descanso antes lo acompaño hasta nuestra maquina de viajes en el tiempo. ¿A qué época desea ir?-
-        Al final del gobierno de Almanzor – fue la escueta respuesta mientras ambos se dirigían a un conteiner donde estaba la maquina que habían rescatado de Darrow, guardándose bien de mencionar que su objetivo era Maslama y sus estudios.

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Parte 5 En camino

El norte de España, allá por el año 1000 no era precisamente un tranquilo jardín por el que pasear apaciblemente.
En un principio, al salir de Guijón rumbo a León, el recorrido fue relativamente tranquilo. Un grupo de jinetes, 3 caballeros escoltando a 3 damas era una caravana no del todo extraña y los vecinos de las distintas villas se mostraban amables con ellos…que no todos los días señores gascones de tan alta alcurnia recorrían aquellas rutas.
Pero al salir de León la cosa comenzó a cambiar. La presencia del musulmán se comenzó a hacer algo más que rumores de frontera. La meseta castellana era un gran campo de batalla donde el cristianismo y el islán median sus armas.
A duras penas los condes castellanos sobrevivían ante las aceifas de Almanzor. Ya sea combatiéndolo o aliándose con él, según la ocasión.
En los campos, próximos a la cosecha, se hizo normal ver hombres armados junto los campesinos que trabajaban en ellos.
Al entrar en Burgos toda la ciudad parecía un cuartel, algo gordo se cocinaba allí.
Con trabajo consiguieron hospedaje. En realidad las mujeres que, en atención a su condición, obtuvieron cuarto en casa de una familia de burgueses, los hombres pasaron la noche al sereno en un patio interno.
Allí, junto a otros hombres, relacionados con la casa, se anoticiaron de lo que pasaba
-        Al alba salimos a Covarrubias, a unirnos a las fuerzas del Conde –
-        Hace un par de días comenzaron a llegar los de Pamplona, que también nos acompañan en esta –
-        Y esta tarde se ha visto a don Sancho Garces ya pronto a salir –
-        Y el rey también está en camino – asevero otro.
-        ¿Y contra quien marcháis? – pregunto Pacino, ante la mirada atónita de todos los presentes
Un silencio como de sepulcro se hizo en el corrillo, tanto asombro causo la pregunta
-        Caballero, ¿de qué país venís que no sabéis eso? –
-        Pues no, no lo sabemos, ¿Cuál es el problema? – respondió desafiante Pacino, más por culpa del cansancio que por la respuesta.
El aludido acepto el golpe y, sin que nadie se diera cuenta, rápido como un rayo, desenfundo la daga y la puso en la garganta de Pacino.
-        Este es el problema bellaco -
Alonso y Julián reaccionaron con presteza y lo contuvieron con lo justo, los demás quedaron expectantes…El hombre, pasado el choque de ira, lentamente guardo el estoque, mientras pronunciaba
-        En los próximos días todos los hombres capaces de levantar una espada serán necesarios para parar al demonio ese de Almanzor. No seré yo quien os corte el cuello -  haciendo una pausa agrego
-        Algo tendrán que matar los sarracenos también…-
Y se fue. El entredicho había cesado, pero no pasado.
Los tres se alejaron algo, y se acomodaron contra uno de los muros, al reparo de un pequeño alero.
-        Como sea mañana nos vamos de aquí. No podemos perder tiempo con esta gente – dijo Julián, expresando el deseo de todos
-        Pues, durmamos entonces, habrá que buscar a las damas antes que salga el sol – comento Alonso al tiempo que se daba vuelta, envolviéndose con la manta que llevaba, que aunque entraban en la buena estación, las noches se ponían frías.
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En el palacio del califa una aparición se convirtió en un noble sarraceno.
Una vez corporizado Roa se miro a si mismo detenidamente, todo parecía bien.
-        ¿Por qué tanto interés en las puertas, teniendo este artefacto? – pensó para sí mismo, y, hombre inteligente como era, al instante dedujo que algo malo habría en ello, si no estaría ahí buscando una puerta para ellos.
Medito unos instantes en eso, quizás se equivocaba al centrarse en encontrar la copia original del libro de las puertas. ¿No sería esa misteriosa puerta una de las primeras puertas, una de esas que estaban por debajo del último nivel del túnel de las puertas?
Poco más pudo meditar, pues una puerta al fondo de la estancia se abrió y por ella entro un hombre alto de aspecto importante.
Este, al verlo se sobre salto, desenfundando su espada amenazadoramente
-        Mis saludos noble Emir – saludo Roa prestamente, al tiempo que en una profunda reverencia tocaba el piso con la frente
-        ¿Me conocéis? Yo no os recuerdo ¿nos hemos visto alguna vez? – inquirió este
-        No es necesario señor su fama ha llegado hasta la corte de Bagdad. En todo el mundo se cuentan las hazañas del gran Abu ʿAmir Muhammad ben Abi ʿAmir al-Maʿafirí – recitando de corrido el nombre completo del emir.
Este se mostro muy sorprendido de escucharlo decir, no era algo común que la gente conociera.
Con cautela bajo la espada (aunque no la envaino)
-        ¿Cómo habéis entrado aquí? –
-        Con el poder de mi magia –
-        ¿Sois mago? –
-        Vos lo decís señor –
-        ¿Y qué hacéis aquí? –
-        Ala me envía a ayudaros  en vuestra yihad – mintió ladinamente
-        ¿Y cómo podrías hacer eso? –
-        Con mi magia y la colaboración de vuestro físico, el conocido Maslama –
-        ¿Maslama?, porque he de confiar en ese charlatán que no se cansa de repetir que el califato esta herido de muerte –
-        Porque yo hare que lo haga – fue la categórica respuesta
-        Pues si asi debe ser deberéis disponeros a  cabalgar hasta la villa de Madrid, está allí desde hace bastante tiempo.- dijo en tono que daba por zanjada la presentación
-        Salvo que vuestra magia nos permita volar hasta allí – desafío a un Roa que no respondió
-        Veo – comento como para si – quizás seáis tan sabio como Maslama –
-        Ahora vendrá con migo quiera o no  y allí veremos que tan mago sois –
-        A sus ordenes sire – Había picado, ahora solo era cuestión de encontrar a Maslama

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En Madrid Masalma caminaba esperanzado por los pasillos de la escuela que había fundado poco tiempo atrás.
En sus aulas decenas de estudiantes aprendían letras y números, copiaban manuscritos y mantenían viva la cultura clásica
Como habían acordado con Nicolás, después de la última entrevista con el rabino Hasday ibn Shaprut, los pergaminos se dividieron en distintas partes. Allí entre mucha tinta y papel el conocimiento de las puertas se fraccionaba y perpetuaba.
Difícil seria para cualquiera juntar todas las partes….y al mismo tiempo todas las partes se mantendrían intactas, preservadas para el futuro, si Ala decidía que su conocimiento fuera devuelto a los hombres.
Pero no parecía que eso fuera a ser pronto, Ala parecía estar distraído ya que permitía que pasaran las calamidades que los amenazaban, nadie podía estar seguro ni tranquilo después de que llegaran a la villa las nuevas de Burgos.
Allí el rey Alfonso V de León preparaba sus huestes dispuesto a dar batalla nuevamente.
¿Sería que aquello jamás acabaría?.

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Parte 6 Planteo

El descanso no duro mucho, a eso de las 3 de la mañana un pie sacudió su cuerpo con alguna brusquedad, aunque sin enojo.
-        ¡Vamos holgazanes! ¡Arriba que llaman a misa! –
-        ¿Qué pasa? – pregunto Julián más dormido que despierto
-        Que nos están levantando a patadones – se quejo Pacino
-        Que hemos sido enrolados, nos hemos demorado en irnos – Aclaro Alonso, conocedor de los usos de la guerra.
-        Pero no podemos enrolarnos, debemos seguir a Madrid – dijo Julián, ahora si ya despierto
-        Pues eso no será ahora, si llegan a ver que nos vamos pensaran que desertamos y seremos hombres muertos –
-        Tienes razón Alonso, por ahora sigámoslos, ya tendremos oportunidad en la marcha de ver que se hace –
-        No tenemos otra, vamos –
E, incorporados, se unieron a la caterva de villanos, infanzones y demás que ya hincaban rodilla a tierra, orando al padre de los cielos
-        Nunca he entendido esto de orar a Dios para ir a matar gente – cuestiono Julián
-        No es para ir a matar gente, es para pedir a Dios regresar con vida – Aclaro Alonso murmurando entre dientes mientras seguía las instancias de la ofrenda.
Terminada la misa todos fueron a tomar el rancho ya preparado por las mujeres de la ciudad.
En general el ambiente era festivo, y en muchos casos se veía como algunos, ya olvidados del rito religioso se entregaban con alguna de ellas a un rito mucho más antiguo y profano.
En cualquiera de los casos era la vida que buscaba ignorar la muerte que se cernía sobre sus cabezas.
De apoco el contingente se puso en marcha y, antes de que el sol iluminara los campos, ya se podía oír con claridad los ruidos de la tropa recorriendo los caminos alejándose de Burgos hacia el sur.
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La pequeña villa fronteriza de Maǧrīţ se vio alterada por la llegada de las tropas del emir. Como en ella no había lugar para todos, el ejército levanto campamento en las afueras, mientras Almanzor y su gente entraron en ella.
Roa siguió a un emisario del emir hasta la escuela fundada y regenteada por Maslama.
Al ser recibidos el soldado entrego una carta con órdenes para el dueño del lugar, hiso entrar a Roa y saludando se marcho.
La persona que lo recibió lo acompaño hasta un patio interno donde lo dejo esperando mientras llevaba la nota  a su amo. Al cabo de unos minutos regreso y lo invito a pasar a una estancia fresca y ventilada que allí había. En ella pudo por fin ver al matemático, estaba apoyado contra una ventana para aprovechar la luz del sol que ingresaba por ella, releyendo la nota que tenía en sus manos.
-        Arquitecto Nuriel Oded Roa… con este nombre supongo que no es usted un simple albañil – comentó entre bromas y en serio
-        No señor, no lo soy, aunque pienso que mis padres exageraron un poco – contestó este amablemente
-        El emir me conmina a colaborar con usted para ciertos asuntos. ¿Qué asuntos son esos señor? –
No escapo a Roa el tono hostil de la pregunta. Por lo que, recurriendo a todo su don de gentes y habilidad diplomática, paso a relatar la historia que traía preparada para la ocasión.
Maslama lo escucho sin creerle en lo más mínimo, pero tenía órdenes del emir y eso no lo podía ignorar, por lo que se dispuso a trabajar con el recién llegado, haciendo uso del acervo cultural de su gente, como buenos semitas maestros en el arte del regateo.
Roa así lo entendió y se dispuso a llevar adelante una larga partida de ajedrez con el matemático. Iba a ser algo tedioso, pero no por eso dejaría de ser un desafío, tanto más interesante como que el premio eran los manuscritos que necesitaba para controlar la tecnología de las puertas de una manera que nadie había hecho hasta entonces.
Un par de días después, anoticiado de los hechos de Burgos, y consistente con su política de los últimos años Almanzor salió a un nueva afesia.
Partidas las tropas la villa volvió a recobrar su ritmo habitual ritmo cansino.
En este ambiente los dos hombres, cada uno siguiendo su juego, avanzaban en el trabajo encargado por el emir. Determinar qué hacer para, no solo evitar la predicha caída del califato, si no para asegurarle la conquista de toda la península.
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-        Señora, señora – la criada llamaba urgida – que se llevan a vuestros caballeros –
-        ¿Cómo?¿qué decís? –
-        Pues eso, que los hombres se van a la guerra y han reclutado a los suyos. Lo he visto con mis propios ojos señora -  al tiempo que se llevaba los dedos a los ojos para dar énfasis a las palabras.
En vano fue el apuro, cuando llegaron al patio ya solo quedaban los últimos pajes juntando las vituallas faltantes. Por la calle, rumbo al sur, la columna de hombres marchaba a buen paso.
-        ¿Qué haremos? ¿A dónde van? –
-        A pelear con Almanzor – explicó Amelia, hemos llegado en la época de las afecias. Dios nos ayude a no dejar los huesos aquí -
-        ¡Qué asustas mujer! –
-        No, los que mueren son los hombres, si ellos pierden nuestro destino es el harén, si tenemos suerte-
-        Pero eso no pasara –
Diciendo y haciendo, Lola se encamino al patio trasero y volvió minutos después con ropas masculinas
-        ¿No será demasiado peligroso esto en esta época? –
-        Si no nos descubren no. A demás la historia está llena de mujeres que vistiendo como hombres, según el caso, realizaron mayores hazañas que ellos –
-        Ya esta, vamos –
-        Si, pero no por ahí-
-        ¿No vamos tras ellos? –
-        No, nuestra misión es interceptar al tal Roa ese antes de que sea demasiado tarde –
-        Pero, nunca se abandona a un compañero –
-        Niña, si no paramos a Roa no habrá siquiera compañeros que abandonar –
Al paso, cuando el sol asomo por el horizonte, ya llevaban varias leguas cabalgadas. A pesar que los pobres jamelgos no valían ni la mitad de lo que habían pagado por ellos.
Con todo el mundo movilizado por la guerra no podían quejarse, suerte habían tenido de encontrar esos animales y de que nadie las delatara por desertoras.
Por la misma razón se veían obligadas a dar un rodeo para llegar a Madrid, via Soria y Medinaceli. Eran casi 400 km pero las alejaba de la zona de combate.
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Parte 7 Calatañazor

El sol despunta en la meseta castellana, cerca de la ciudad Soria.
El silencio hiela el aire matinal, hay un rumor de sordos ruidos, pero nada estridente. Un resoplido por aquí, un bufido por allá y un insistente rumor de pasos desde ambos lados del Milanos.
De apoco los rayos del astro rey comenzaron a arrancar brillos de aceros y pendones, de un lado las huestes del islán tras el estandarte de Ala, del otro la confederación de reinos cristianos, tras la Cruz de Jesús.
De un lado el más grande héroe de Al Andaluz, el temido y temible Almanzor, del otro un rey, Alfonso V de León, otro rey, Sancho Garces III de Pamplona y un conde cuya estirpe pronto superaría a los otros, don Sancho Garcia de Castilla.
La parada era osada, desde que asumiera el poder en Córdoba y comenzara sus veraniegas incursiones al norte, jamás nadie había vencido al Emir. Eran tantas las victorias que había tenido, los cristianos que había matado y las esclavas que había tomado que su solo nombre inspiraba pavor.
A penas días atrás había hecho morder el polvo a las gentes de esos mismos varones en el monasterio de San Millán de la Cogolla y ahora se los encontraba de nuevo allí, en las cercanías del castillo llamado de las  Águilas (Calatañazor)  
Con algo de hastió, se estaba haciendo viejo, acomodo sus huestes y, cuando las vio listas, las lanzo a la batalla.
Del  otro lado el ánimo era ambiguo, por un lado estaba la desazón que causaba el nombre del hombre que tenían que combatir, y por otro una serena certeza de que esta vez la cosa seria distinta, que en esta la victoria estaría con ellos.
El silencio se rompió hecho trizas en mil gritos y golpes, aceros contra aceros, aceros contra carnes, gargantas destrozadas en un grito o sin llegar a lograr emitir sonido alguno. Animales caídos junto a jinetes, arcos impulsando flechas que rasgan el aire y arqueros cayendo por otras flechas enviadas por otros hombres, cayendo desde el cielo, pero sobre ellos.
Soldados contra soldados, nobles o reyes
Reyes contra reyes, nobles o soldados, que el campo de batalla los iguala a todos, por lo menos en esa época donde los que mandaban iban a pelear con sus hombres, afrontando los mismos peligros cual villanos
Por un lado Alfonso o Sancho blandían sus espadas y a cada mandoble un musulmán partía hacia Ala, de otro lado Almanzor y su gente hacían lo mismo, pero los que partían a visitar a Dios eran cristianos.
Alonso, avezado en la guerra, parecía disfrutar la batalla. Pacino y Julián hacían lo que podían.
En tantas vueltas y revueltas se separaron. Alonso, llevado por su ardor, se adentro en las líneas enemigas y guerreo allí hasta que el sol toco las colinas del oeste. Ya cansado pensó en volver, giro talones y lo vio, se encontró ante él y hubiese deseado esquivarlo. Por la mirada del otro es de suponer que el también pensó en esquivar el embate. Pero a la guerra se va a pelear y se mata o se muere
Con resignación se trenzaron en combate. El musulmán era persona importante, sus ropas y movimientos lo probaban, a duras penas pudo Alonso contener sus embates. Cayó a tierra varias veces antes de esquivar un golpe que se clavo en tierra a escasos centímetros de su cabeza. La espada se trabó momentáneamente dándole el tiempo justo para salir de aquella posición y colocarse, daga en mano, a un par de palmos de su atacante. Pero no pudo dar la estocada, pues este giro velozmente, con furia en los ojos e imprudencia en el movimiento.
El acero del cuchillo rasgo la mano del árabe y la sangre manó de ella. Nada importante…
En ese momento un pescador que observaba la batalla aguas arriba canto “En Calatañazor perdió Almanzor el tambor” extrañamente la copla se escucho por sobre los ruidos de la batalla.
El sol por fin cayó y la batalla ceso. Contrariamente a lo usual los cristianos aun seguían en el campo, vivos.
A la mañana siguiente Sancho V ordeno tomar por sorpresa el campamento Andaluz, pero al llegar a él solo encontraron tiendas vacías y armas rotas abandonadas. Los Amirí habían desaparecido.
En Calatañazor perdió Almanzor el tambor, la copla volvió a surcar el aire.
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Llegadas a Medinacelli buscaron refugio en un establo algo alejado. Unas monedas sirvieron de pago por la nula estancia, no más que algo de paja en el fondo del establo, abrigo más que suficiente para tres viajeros.
La hogaza de pan y el jarro de vino aguado fueron atención del hospedero.
Pocas palabras cruzaron entre ellas, tan grande era el cansancio del viaje que ni siquiera sortearon guardias. Solo la benevolencia de Dios quiso que los derrotados soldados pasaran a su lado sin notarlas.
La fila que llegaba a Medinacelli tenía un aspecto patético, obviamente los hados de la guerra no los habían favorecido, pero, peor que eso, el jefe máximo estaba enfermo de muerte. Las batallas se ganan o se pierden y todo sigue igual, pero cuando un buen jefe cae, todo cambia. Y aquel que iba moribundo en el carromato era el mejor que jamás hubieran tenido o tendrían.
Superando el temor y dándose un respiro en su objetivo, se infiltraron en la ciudad para averiguar qué pasaba.
Los rumores eran muchos, pero había uno por sobre todos ellos, un cristiano hereje que tenía un pacto con el demonio había herido a Almanzor con una daga envenenada y el Emir se moría.
Anoticiadas se reunieron azoradas. Almanzor se moría, no tenían muy claro que significaba eso, pero si eran consientes que algo grande se avecinaba.
Sabían que en algún momento los musulmanes se derrumbarían y su declive seria incesante e inevitable. El, en ese momento, poderoso califato Omeya se veía cercano a su fin y posiblemente acababan de ver su punto de inflexión….
Normalmente antes de una misión tenían posibilidad de estudiar el contexto histórico y los hechos con los que deberían lidiar, pero nada de eso pasaba ahora, lo único que sabían de la España del año 1000 era lo poco que recordaban del colegio y las leyendas que aun persistían en los pueblos. Bastante pobre, ni si quiera Amelia tenía una idea clara de lo que vendría.
Pero una cosa quedaba clara, el tiempo se acababa, urgía encontrar la puerta secreta y, si era posible, neutralizar al Roa ese.
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Parte 8 Precauciones acertadas

Al partir las tropas de la villa de Maǧrīţ Roa cambio de proceder, sabía bien cuál sería el resultado de esa salida y que podía, debía, actuar con presteza, mientras tuviera tiempo.
Una mañana luego de la partida del emir, sin miramientos, se apersono en las aulas donde Maslama dirigía el avance de las decenas de manuscritos que allí se copiaban, acompañado de tres hombres contratados a tal fin y le planteo claramente lo que quería
-        ¿Qué deseáis señor?-
-        El libro de las puertas – espeto a boca de jarro
-        ¿De qué habláis? –
-        No os hagáis el desentendido que no os queda. No he pasado por la maquina esa que me trajo a esta época para irme con las manos vacías. Sé que ha recibido un manuscrito que tiene los datos que faltan y me lo he de llevar – dijo esto último mostrando la daga que llevaba en la cintura, otro tanto hicieron los sicarios.
Una leve luz cruzo los ojos del matemático. Entonces era todo verdad, las horas pasadas con el monje Nicolás, elucubrando posibles salidas a los problemas que imaginaban sobrevendrían a causa de los pergaminos que estudiaban al fin tenían sentido.
De las dos decisiones importantes que habían tomado, la primera, dividir el pergamino en muchas partes y copiarlo en otras tantas, empezaba a dar frutos. Si el Roa este quería recomponer el texto original tendría que juntar un motón de partes y sentarse a leer un largo rato.
Como si le hubiese leído la mente de pronto Roa pareció comprender
-        …Esta aquí verdad… - no era hombre falto de luces, la jugada del matemático de pronto se le presento clara y magistral, como era.
-        ¿Cómo escondes un camello en el desierto?...- se preguntó – metiéndolo en medio de un rebaño de camellos – se contesto así mismo, y allí había posiblemente miles de camellos.
-        Muy buena jugada – dijo poniendo la daga en la garganta de Maslama – pero de nada os servirá si estáis muerto. ¿Qué copias tienen lo que busco? –
Pero algo paso, en los pasillos aparecieron unos soldados muy excitados dando gritos en busca del matemático.
-        ¡¡ La carta astral del emir, pronto!! – urgía el militar a cargo
 Eran tropas de Almanzor, había equivocado sus cálculos, todo había terminado antes de lo que él había pensado. Debía huir urgentemente, pero no había perdido, solo tenía que cambiar la estrategia, en vez de empezar por el libro lo haría por la puerta. Y así lo hizo. Córdoba pasó a ser el objetivo.
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Esa triste noche en la villa de Medinacelli, la espada del islam cerro por fin cerró los ojos y todos sus deudos rezaron para que Ala le recibiera en su reino… o casi todos, porque Ala era eterno y se podía permitir la espera, pero los asuntos de los hombre no.
El hijo de Almanzor no espero a que su padre terminara de exhalar su último suspiro. Con la velocidad del rayo salió al galope hacia Córdoba. Había que llegar allí antes que los enemigos ganaran el favor del Califa y perdiera el poder.
-        ¡Los que estén con migo que me sigan! – sonó como grito de guerra, y de inmediato varios hombres se le unieron en la carrera.
Entre ellos tres caballeros que habían llegado desde Burgos la noche anterior y que no eran musulmanes pero tenían apuro por llegar a Córdoba.
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En Córdoba la noticia había causado un gran revuelo. No por la derrota de Calatañazor que al fin de cuentas no era más que otra batalla, unas se ganaban otras se perdían, como por el rumor de que el emir estaba grave.
De pronto gentes de todo el califato empezaron a arribar a la capital, unos con noticias, otros con rumores, los más con expectativas.
Entre tanto gentío Roa pudo pasar desapercibido y sin que nadie le prestara atención llegar hasta las heredades donde Maslama había sentado reales. Para quien no supiera nada del tema el lugar era perfecto para esconder el secreto que contenía. ¿Quién entraría a los jardines de palacio por simple gusto?. Pero para él, que si sabía que buscaba, era como una cruz roja en un mapa.
Unas pocas monedas sirvieron para franquear la entrada, luego fue cuestión de recordar los planos estudiados en la universidad, ventaja de ser arquitecto, para encontrar los almacenes que buscaba.
Sin esfuerzo los hallo, ingreso en ellos y llego, ¡ahí estaba la puerta que buscaba! Tal como él sospechaba, tal como se había cuidado de disimular. Si había algo que no le interesaba era poner al “ministro” de Madrid del 2018 al tanto de su posición.
La precaución se mostraba ahora en toda su utilidad. Tenía una puerta del tiempo a su entera disposición sin peligro de que algún “curioso” del futuro apareciera por ella.
Se acerco a la misma y la abrió.
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-        ¿Y ahora qué hacemos? – Pregunto Irene en medio del pandemónium que era Córdoba.
El hijo de Almanzor, con sus soldados ni había reparado en ellos, su única meta era el palacio del califa y allí había entrado, franqueando la entrada, por la que ellas también ingresaron, de otra manera le hubiese sido imposible llegar hasta los jardines, como ahora. Pero, a diferencia de Roa, ellas no eran arquitectas y no tenían ni idea de los planos de palacio.
-        ¿Dónde estará esa maldita puerta? – se enojo Lola dando una patada al suelo…y el suelo tembló.
-        ¿Qué haces Lola? – le pregunto Amelia con cierto temor
-        ¿yo? Nada-
-        Terremoto – se alarmo Irene.
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Lejos de allí, en la fronteriza villa de Madrid, Maslama sonrió, la otra decisión tomada con el monje Bizantino también había sido correcta y acertada. Alguien había tratado de abrir la puerta en Córdoba, y posiblemente eso habría sido lo último que hizo.