Ciclo: Charlas en la cafetería
del ministerio
Sobre pestes
y "otras pestes”
En
la enfermería del ministerio Julián forzaba los ojos sobre la pantalla de un
microscopio electrónico, en un vano intento de ver algo más que manchas
borrosas.
Era
más por hacer algo que por otra cosa, porque no esperaba encontrar nada que los
especialistas ya no supieran.
Cansado
se recostó contra el respaldo de la silla y cerró los ojos unos momentos,
cuando los volvió a abrir lo vio, ahí, parado frente a él con su sonrisa
bonachona y su aspecto desalineado.
-
Buenos días rabino –
-
Buenos días muchacho ¿Qué lo tiene tan ocupado? –
-
Esta peste que nos azota – dijo, girando la pantalla para que Abrahán
Levi pudiera observar.
-
Qué maravilla – expresó el médico al cabo de unos minutos de
atenta contemplación.
-
Si, es increíble que algo tan chiquito pueda causar tanto daño –
se lamentó resignado Julián.
-
¿Qué? A, si, usted se refiere a la pelotita esa – indicó la imagen
del “covid 19” – je, yo decía este aparato, ¡Cuantas cosas hubiese podido hacer
con algo así en mi tiempo! –
-
No se crea, ya ve, nosotros lo tenemos aquí y de todos modos no
logramos ganarle a un simple virus –
-
Tiene razón – e, incorporándose – Necesita descansar muchacho,
viera la cara que tiene –
-
Si, quizás sea bueno tomar un descanso – aceptó el paramédico
levantándose mientras pausaba el computador – venga, lo invito un café –
-
Acepto – dijo sonriente el anciano, que se había aficionado al
brebaje, mientras lo acompañaba.
Ya en la cafetería se les unieron Pacino y Alonso, de regreso de
una misión.
-
¿De qué va compañeros? – preguntó cansado el policía, mientras
literalmente se tiraba sobre una silla levantando la mano, indicándole al mozo
que quería una “caña” bien fría.
Más discreto, pero igual de cansado, Alonso
pidió otra cerveza.
-
Por acá, más de lo mismo – se lamento Julián - ¿Y ustedes? –
-
Nada especial, solo unos piratas que se pusieron un poco molestos.
– comentó Pacino rotando la mano derecha en significativo gesto – Pero con el
compañero logramos hacerlos entender – se rió al tiempo que elevaba la mano con
la cerveza helada en señal de brindis, que Alonso correspondió.
-
Si, no creo que a los herejes esos les queden ganas de apropiarse
de lo no que no es … - pero no termino, de pronto cayó en la cuenta de que lo
de hereje no le había gustado mucho al rabino.
-
Está bien joven, no se preocupe, después de todo todas las
religiones tienen los suyos – sonrió bonachonamente mientras sorbía un trago
del café, evitando mencionar que, al menos en sus principios, el cristianismo
era visto como una herejía judía.
-
¿Averiguaron algo más del bicho ese de porquería? – preguntó
Pacino cambiando de tema.
-
No, nada todo igual y ni modo de viajar al futuro ni recibir
alguna visita desde allí con alguna pista – explico Julián, y bajando la voz,
como si fuera a decir algo terrible – es como que no tuviéramos futuro –
Alonso se santiguo.
-
Claro, es lógico – tercio el rabino – esa es la característica del
futuro, no existe hasta que no lo hacemos –
Con lo cual dijo algo que todos sabían y no
servía para nada.
Luego de unos instantes, en que guardo
silencio como si meditara en la conveniencia o no de seguir hablando, continuó.
-
Pero ese bicho no es el principal problema que tienen… –
Los tres miraron intrigados al viejo que,
captada la atención, siguió explicando.
-
Pues, no es la primera vez que sucede algo así, ya ha pasado
muchas veces antes y la humanidad ha salido adelante… –
-
Sí, ¿a qué precio? – le interrumpió Julián.
-
Le entiendo amigo, el costo a veces es alto, como cuando la peste
negra – concedió – pero al final aprendimos como se propagaba y como cuidarnos
–
-
…En el proceso perdió la vida casi media Europa…– insistió Julián.
-
Bueno, los medios eran más rudimentarios…- disculpó Abrahán
mientras Alonso y Pacino escuchaban atentos - ¿No lo ve? ahora es igual…, más
tarde o más temprano la humanidad siempre ha aprendido a cuidarse de las
amenazas externas, lamentablemente no se puede decir lo mismo de las internas…-
y dejo las palabras flotando en el aire, para darles más significancia.
-
¿Qué quiere decir? Sea claro – pidió Alonso algo molesto. Sabido
es que no es amigo de insinuaciones o medias tintas.
-
Dejando de lado los enemigos ¿Cuál es la peor amenaza en el campo
de batalla? – preguntó sugestivamente.
-
El desorden – contestó sin titubear el soldado y el rabino volvió
a sonreír.
-
¿Esta criticando al gobierno? – malicio el policía terminando el último
trago de cerveza.
-
Nada más lejos de mi – se atajo el judío – yo no he dicho tal
cosa, solo que he estado viendo la información que maneja Julián…pobre hombre,
¿Cómo hace para sacar algo en limpio? Parece como que nadie sabe nada, pero
tampoco se priva de opinar –
- Bueno, es entendible, cada uno hace lo que puede –
-
Sí, pero el rabino tiene razón, por más buenos soldados que
tengas, si no hay buenos generales la batalla está perdida – acentuó Alonso muy
serio.
-
El desorden, en mis tiempos eran muy comunes los quintacolumnistas,
como los llamaron luego, para sembrar desorden en los contrarios y desorientar
a los enemigos – tercio Spínola, recién llegado, mientras se sentaba a la mesa
sin esperar a ser invitado.
- No siempre son “quinta columnas” – disculpó el rabino – a veces
simplemente es gente de bien, desorientada –
-
Eso nosotros lo teníamos solucionado, con la Inquisición todos
sabíamos para que lado se corría y España fue la primera potencia mundial de la
historia – dijo Alonso, no sin orgullo, chocando copas con el duque, grande de España.
-
Bueno, también hubo otros que quisieron decirnos para que lado se corría
y así nos fue – comentó Pacino comiéndose unos maníes mientras pedía otra caña…-
Hablando de desorden, ¿Qué me cuentan del “Barça” –
-
¿Futbol? Veinte afeminados con las piernas al aire corriendo atrás
de una pelota ¿Cómo les puede importar tanto eso? –
-
Alonso, macho, disimula un poco eso de ser de otra época – rió
Julián dándole una palmada en el hombro.
Y
así la charla vario de un tópico a otro, como corresponde a una reunión después
de hora hasta que
-
¡Abrahan!, viejo sinvergüenza ¿Qué haces ahí perdiendo el tiempo
con tus amigotes? –
Resignado
Levi se levanto y saludo
-
Ya voy mujer ¿Quién te corre? –
Tras
él todos se levantaron, cada uno a lo suyo, a seguir escribiendo el futuro, que
buena falta hacia.
Córdoba
– 17 de septiembre de 2020
©
Omar R. La Rosa
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