Entro en la gran sala con el reverencial paso que ameritaba la ocasión, los acontecimientos se habían desarrollado de forma inequívoca, pocas dudas quedaban sobre el futuro y su deber era enfrentarlo.
Por un instante
recorrió la estancia con la vista, cuantos conocidos, cuantas aventuras y
recuerdos revivían en aquellas caras inescrutables.
No eran los
únicos, también estaban los otros, los nuevos, los desconocidos, los que jamás
hubieran podido soñar siquiera con entrar allí, pero…el momento les era común a
todos y nadie quedaría a salvo. Eso les daba el derecho de ingreso aunque,
dadas las circunstancias, quizás preferirían no tenerlo.
Intentando disimular
el gesto respiro profundamente y avanzó. No tenía sentido filosofar, era vano
demorar
Se paro frente al
grupo que lo miraba extrañado y hablo con la profunda voz que le era natural:
- Un día leí un
libro que hablaba del fin del mundo y de tan fantástico que me pareció lo
deseche.- dijo con voz fuerte, para llamar la atención de todos
Un murmullo sordo
recorrió la estancia, no muchos podían decir que habían leído algún libro a
parte de él.
Cuando el
silencio reino continuó hablando.
- ¿Cómo iba a
tomar en serio, a principios de los 80, cuando caía el muro de Berlín, que un
día todos perderíamos la libertad, dependiendo de un estado que decidiría quien
tenía permiso para trabajar y quién no?, - se preguntó.
- ¿Cómo tomar en
serio un libro que decía que las enfermedades y pandemias campearían a su gusto
por el orbe en un mundo cuya ciencia tenia dominadas casi todas las
enfermedades conocidas? ¿Cómo tomar en serio un libro que hablaba de guerras
generalizadas en un mundo donde con la caída de la URSS desparecía el miedo a
un conflicto mundial generalizado? – recorrió los rostros de todos los
presentes y continuó.
- ¿Cómo prestar
atención a un libro que hablaba de cosas tan raras como aguas envenenadas, y
fuego calcinando la tierra? ¿Cómo creer en un libro que decía que el mundo le
daría la espalda a Dios cuando un Papa era capaz de detener una guerra o
precipitar a la caída del único estado oficialmente ateo del mundo, con su sola
presencia? –
- ¿Cómo creer que
si, como decía el libro, estas señales se mostrarían a todos en el final de los
tiempos, nadie las tomara en serio?- llegado este punto hizo un silencio y
levantando la copa concluyo.
- Pues bien,
pasados apenas 40 años, solo queda chocar las copas con ustedes mis compañeros
de especie y brindar –
Elevándose en
toda su monumental estatura, a voz en cuello, como si fuera un desafió de
guerra grito:
- ¡Bienvenidos al
fin del mundo! –
Acompañándolo
todos elevaron sus copas y vaciaron de una sola vez el contenido de la última
ración de agua pura que quedaba en el lugar.
© Omar R. La Rosa
Córdoba – Argentina
21 septiembre 2020
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