viernes, 2 de octubre de 2020

Reparación. Saber esperar...

 


Reparación

 

Se paro frente a la maquina con parsimoniosa actitud.

Para desesperación del gerente, un tipo robusto de aspecto autosuficiente, físico trabajado en gimnasio y corte de pelo a la moda, se acuclillo y observo detenidamente los actuadores, luego se incorporo y tanteo el tablero, corriendo un primer programa de diagnostico.

Al cabo de unos minutos de no ver ninguna actividad el gerente preguntó

-          Y, ¿que tiene? –

-          Estoy corriendo el diagnostico – contestó él sin voltear a verlo, atento a los números y símbolos que se sucedían en la pantalla.

-          ¿Ya encontró algo?-

-          No, aun no – respondió pacientemente

-          ¿Y porque no hace algo? –

-          Estoy haciendo –

-          Pues, no se nota – acentuó esto último mirando ostentosamente su reloj.

Él levanto una ceja y desvió unos segundos su ojo derecho para mirar al gerente, pero no dijo una palabra.

El otro, cada vez más ansioso, se alejo unos pasos mientras, frente a la maquina, él giraba 15º un rotor, contemplaba los cambios, negaba con la cabeza y retornaba el rotor a su posición inicial.

-          ¿Se da cuenta lo que nos cuesta cada minuto que esa máquina no produce? –

-          Si, por eso me llamaron – y tanteo suavemente la palanca de la derecha

-          ¿Y ahora que le pasa? –

-          ….. –

-          Diga algo, contésteme, no sea mal educado – increpó

-         Cada segundo que dejo de trabajar para contestar su ansiedad sus costos aumentan… - contesto lacónicamente, disimulando la molestia que le generaban las continuas interrupciones.

Volvió a tantear la palanca de la derecha. Estaba dura y no podía moverla.

-          Déjeme a mi, parece que usted no tiene fuerza para eso – dijo el gerente con tono burlón

-          ¿Conoce esta maquina? – preguntó tratando de oponerse al gerente – Las cosas se tienen que hacer cuidadosamente – advirtió

El jefe, desechando el consejo, lo apartó despectivamente.

Si uno quería que algo se hiciera rápido tenía que hacerlo uno mismo, se dijo a sí mismo con enojo. No había llegado a ser gerente de una de las mayores multinacionales teniendo miedo de cada cosa que se movía.

-          Tengo todos los cursos hechos – retruco, más para acentuar su posición de dominio que por que le importara que el técnico lo supiera.

-          Pero, ¿la ha tocado alguna vez? – insistió desesperanzadamente el viejo técnico.

-          ¿Y eso que importa? – cuestionó mientras los poderosos músculos de sus brazos se tensaban por el esfuerzo, hasta que la palanca cedió….

La sonrisa que le causó vencer a la maquina y mostrarle al técnico que era un inútil incapaz de mover una palanca cambio bruscamente a asombro y terror, al comprobar la respuesta del artilugio.

Unos pasos más a tras el técnico, con cara de resignación lo sostuvo para que no se cayera.

-          Importa, porque no todo esta en los manuales…en fin – filosofo.

Con un leve esfuerzo lo retiro y dejo su cuerpo a un costado, aun convulsionando. Ya nada se podía hacer por él, la empresa necesitaría un nuevo gerente y él personal de maestranza para limpiar la sangre que inundaba la sala, saliendo del cuerpo del pobre hombre por el agujero que le había producido el actuador al descargarse violentamente por mover la palanca cuando aun estaba “dura”.

Llevaba años reparando esas maquinas, eran muy eficientes, pero tremendamente peligrosas si uno las apuraba.

Ya estaba viejo y cansado de ver novatos perecer…pero, así era el negocio, y él se contentaba con seguir vivo.

© Omar R. La Rosa

23/11/2019

 

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