viernes, 16 de octubre de 2020

El libro - relato de la semana - comienzo

 

El libro

Pacientemente, sentado en su vieja silla, tras el escritorio que ocupaba, con la barbilla apoyada en las manos, el hombre escuchaba el pedido de la joven pareja parada frente a él.

            Al cabo de unos minutos asintió y, pidiendo paciencia, realizo una consulta en su ordenador.

Le llevó algún tiempo durante el cual la pareja, aun de pie, se tomo de las manos y cruzo miradas ansiosas.

            Por fin, un gesto de aceptación y el hecho de que luego de copiar algo en un papel el hombre se levantara y desapareciera por la puerta trasera, les dio fundadas esperanzas y, pasados unos minutos, optaron por tomar asiento en alguna de las muchas butacas de la vacía sala. Obviamente el negocio había conocido mejores épocas.

 
          
En el cuarto de atrás, con los datos en la mano, el hombre ubico un lugar en la repleta estantería. Se suponía que allí debería estar el libro que le pedían…mas, no había nada.

            Preocupado reviso los alrededores, un error almacenamiento siempre era posible. Pero no, cerca no estaba lo que buscaba.

            Algo molesto reflexiono en que podía estar pasando y, con un poco de enojo llego a la conclusión de que el otro posible error era el de tipiado, bien podía ser que las letras y números no estuvieran en el orden adecuado…ya había pasado un par de veces. Antes eso no era un gran problema, los clientes eran mucho más abundantes y no eran tan exigentes, pero ahora…

Fastidioso y resignado se puso a la tarea de jugar con las distintas combinaciones posibles…lo que era un trabajo, si no faraónico, por lo menos importante.

            Por su puesto esto demoro la búsqueda e impaciento a los que esperaban.

            De pronto, luego de una prolongada demora la puerta de la sala se abrió y el hombre volvió a aparecer…pero con las manos vacías.

            Al verlo el alma de la pareja se cayó al piso, ¿sería que no habría más? Un gesto de angustia les desfiguro el rostro.

            Notando la expresión el hombre los tranquilizo. Todavía no era una causa perdida, a veces pasaba que los pequeños metían la mano, sacando cosas para uso personal que después no volvían nunca a su lugar. Pero que tenía una idea de dónde encontrarlos…y no dijo nada más. Con un aire de misterio y un dulce en la mano, volvió a salir por la puerta.

            La pareja siguió en la sala, sin saber qué hacer ni que pensar.

            Por fin, al cabo de otro lapso de tiempo, no muy prolongado esta vez, la puerta se volvió a abrir y el hombre volvió a aparecer, esta vez con una indisimulada sonrisa.

-          ¿Lo ha encontrado? – preguntaron a dúo

Como toda respuesta él asintió con la cabeza haciéndose a un lado, invitándolos a pasar a la trastienda.

Cuando ellos lo vieron no pudieron contener la alegría que sintieron, es más la mujer lloro de felicidad, incrédula.

Más controlado el joven miro al hombre interrogativo.

-          Nada muchacho, solo debe ser cuidadoso y paciente. Les dará momentos muy felices y otros…no tanto pero al final siempre vale el esfuerzo –

Con infinito amor lo tomaron entre sus manos y se retiraron con lo que habían venido a buscar, no sabían si era exactamente como lo habían imaginado, pero eso no importaba.

            Antes de salir de la trastienda el pequeño angelito le extendió el libro que tenía en las manos, el mismo que el hombre había estado buscando con tanto empeño.

-          Llévalo, es tuyo – le sonrió

-          Trata de escribir en el la mayor cantidad posible de cosas lindas…y cuida mucho a tus padres. Me ha costado mucho encontrarte estos que te llevas –

© Omar R. La Rosa

Córdoba – Argentina

30 de Julio de 2020

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