El libro
Pacientemente, sentado
en su vieja silla, tras el escritorio que ocupaba, con la barbilla apoyada en
las manos, el hombre escuchaba el pedido de la joven pareja parada frente a él.
Al
cabo de unos minutos asintió y, pidiendo paciencia, realizo una consulta en su
ordenador.
Le llevó algún tiempo
durante el cual la pareja, aun de pie, se tomo de las manos y cruzo miradas
ansiosas.
Por
fin, un gesto de aceptación y el hecho de que luego de copiar algo en un papel
el hombre se levantara y desapareciera por la puerta trasera, les dio fundadas
esperanzas y, pasados unos minutos, optaron por tomar asiento en alguna de las
muchas butacas de la vacía sala. Obviamente el negocio había conocido mejores
épocas.
En el cuarto de atrás, con los datos en la mano, el hombre ubico un lugar en la repleta estantería. Se suponía que allí debería estar el libro que le pedían…mas, no había nada.
Preocupado
reviso los alrededores, un error almacenamiento siempre era posible. Pero no,
cerca no estaba lo que buscaba.
Algo
molesto reflexiono en que podía estar pasando y, con un poco de enojo llego a
la conclusión de que el otro posible error era el de tipiado, bien podía ser
que las letras y números no estuvieran en el orden adecuado…ya había pasado un
par de veces. Antes eso no era un gran problema, los clientes eran mucho más
abundantes y no eran tan exigentes, pero ahora…
Fastidioso y resignado
se puso a la tarea de jugar con las distintas combinaciones posibles…lo que era
un trabajo, si no faraónico, por lo menos importante.
Por
su puesto esto demoro la búsqueda e impaciento a los que esperaban.
De
pronto, luego de una prolongada demora la puerta de la sala se abrió y el
hombre volvió a aparecer…pero con las manos vacías.
Al
verlo el alma de la pareja se cayó al piso, ¿sería que no habría más? Un gesto
de angustia les desfiguro el rostro.
Notando
la expresión el hombre los tranquilizo. Todavía no era una causa perdida, a
veces pasaba que los pequeños metían la mano, sacando cosas para uso personal
que después no volvían nunca a su lugar. Pero que tenía una idea de dónde
encontrarlos…y no dijo nada más. Con un aire de misterio y un dulce en la mano,
volvió a salir por la puerta.
La
pareja siguió en la sala, sin saber qué hacer ni que pensar.
Por
fin, al cabo de otro lapso de tiempo, no muy prolongado esta vez, la puerta se
volvió a abrir y el hombre volvió a aparecer, esta vez con una indisimulada
sonrisa.
-
¿Lo ha encontrado? – preguntaron a dúo
Como toda respuesta él
asintió con la cabeza haciéndose a un lado, invitándolos a pasar a la
trastienda.
Cuando ellos lo vieron
no pudieron contener la alegría que sintieron, es más la mujer lloro de
felicidad, incrédula.
Más controlado el joven
miro al hombre interrogativo.
-
Nada muchacho, solo debe ser cuidadoso y
paciente. Les dará momentos muy felices y otros…no tanto pero al final siempre
vale el esfuerzo –
Con infinito amor lo
tomaron entre sus manos y se retiraron con lo que habían venido a buscar, no
sabían si era exactamente como lo habían imaginado, pero eso no importaba.
Antes
de salir de la trastienda el pequeño angelito le extendió el libro que tenía en
las manos, el mismo que el hombre había estado buscando con tanto empeño.
-
Llévalo, es tuyo – le sonrió
-
Trata de escribir en el la mayor
cantidad posible de cosas lindas…y cuida mucho a tus padres. Me ha costado
mucho encontrarte estos que te llevas –
© Omar R. La Rosa
Córdoba – Argentina
30 de Julio de 2020
Novelas y
otros relatos del autor en https://ytusarg.wixsite.com/website
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