jueves, 28 de diciembre de 2017

Entrevero real - relato intermedio entre dos misiones

Nota: (a modo de prologo)
En el final de “tiempo de realeza….”(ver: https://ytusarg.blogspot.com.ar/2017/01/) los agentes del ministerio, en el despacho de Salvador, se preparan a partir hacia su nueva misión, verificar que hay de cierto en un informe llegado del sur de la provincia del Tucumán, virreinato del Perú, en el año 1573 cuando….
El escribiente
Entrevero real
Aun resonaban los pasos de Marcus, el Bizantino que sería el primer jefe del primer Ministerio del Tiempo de occidente, ese que acababa de crear Constantino ni bien regresado a Nueva Roma (ciudad que años después sería conocida con su nombre)  luego de haber asistido al pesebre de Belén, cuando Angustias había entrado con el aviso de que don Jerónimo Luis de Cabrera podría no llegar a tiempo para la fundación de su ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía, en la época que esa zona estaba bajo el gobierno de Lima, capital de Virreinato del Perú.
Mientras en la oficina de Salvador, este y Ernesto informaban  a la patrulla lo que se sabía de la ciudad a la que tendrían que ir y los personajes con los que tendrían que interactuar, un gran barullo, proveniente de los pasillos, llamo la atención de todos.
-        ¿Sera de Dios que uno no puede trabajar en paz aquí? – cuestiono Salvador bastante molesto
-        Ernesto, vaya a ver qué pasa, ¿quiere? – pidió, pero no hizo falta ni que saliera, porque cuando estaba tomando la manija de la puerta, entro Angustias, más alterada que la vez anterior
-        Vengan a ver lo que pasa, hay unos tipos rarísimos ahí fuera, ¡y miren que conozco gente rara! Sin aludir a ninguno – se disculpo al tomar consciencia de lo que había dicho.
No se hicieron repetir la invitación. Todos a uno salieron de la oficina, en el pasillo había un mundo de gente. Había allí funcionarios de todas la aéreas y épocas. Todos presos de una gran excitación
-        ¡¿Qué es esto?! – interrogo Salvador en voz alta, con poco éxito.
-        ¿De qué va compañero? – preguntó Alonso a un soldado que paso a su lado rumbo al túnel de las puertas
-        No sé bien, pero parece que han detenido a unos aristócratas con una cantidad enorme de contrabando –
-        Y lo están regalando -  agrego un funcionario que pasaba por allí, vestido de tonelero del siglo XVI
-        ¿Contrabando temporal? – Pregunto Pacino, pero nadie respondió, los soldados llevaban prisa.
A duras penas lograron llegar a la entrada al túnel, una vez flanqueada está la cosa se puso algo más tranquila, si se quiere.
La imagen era disparatada, arrinconados contra una puerta había tres sujetos estrafalariamente vestidos, rodeados por agentes de la guardia real que les apuntaban con sus armas mientras los últimos funcionarios, desalojados por los guardias, abandonaban el lugar con lo que habían logrado agarrar de lo que repartían los sujetos.
-        ¿Qué está pasando aquí capitán? –
-        Aun no lo sabemos a Señor -  contesto el oficial cuadrándose ante Salvador
-        Puede haber sido una falla de seguridad o un error –
-        Si, si, pero ¿de qué se trata? ¿Quiénes son esos? –
-        Estamos averiguando, pueden ser terroristas del ISIS –
-        ¿Terroristas del ISIS aquí? – se preocupo Amelia
-        Pues sí, es algo raro, dicen ser Persas…aunque parecen no saber quién es Ala –
-        ¿Cómo? – Pregunto Pacino
-        Pues, eso fue los que no dijo Ender el turco, que está haciendo de traductor – aclaró el oficial.
Entonces cayeron en la cuenta de que junto a los tres hombres había un cuarto, que era quien traducía como podía lo que estos decían
-        ¿En qué hablan estos? – Indago Alonso, que, como la mayoría, no entendía palabra
-        Parece que en Arameo – susurro Ernesto
-        ¿Usted lo habla? –
-        No, solo lo entiendo un poco – se disculpó – me parece que no he sido tan buen alumno como parece –
-        Dejen escuchar – pidió Amelia

Salvador, ya al lado del traductor, estaba tratando de conversar con los extraños.
Los demás hicieron silencio y pararon la oreja para no perder detalle, aunque poco o nada lograron entender.
Al cabo de unos minutos Salvador, visiblemente molesto pidió a los extraños que vaciaran las bolsas que llevaban. Ellos lo hicieron sin oposición alguna.
-        Ve – dijo uno de los guardias
-        No sabemos como lo hacen, pero las veces anteriores fue igual. A los pocos segundos las bolsas se vuelven a llenar –
-        ¿Solo con juguetes? –
-        Si, por lo menos no hemos podido ver otra cosa. Muchos de los juguetes fueron llevados al laboratorio para analizarlos, por si encuentran algo oculto o disimulado en ellos. –
-        ¿Y? –
-        Hasta ahora, nada de nada –
-        Esto no tiene sentido – meneo la cabeza
-        Llévenlos a mi oficina y que traigan alguien que domine este idioma – ordenó mientras salía del túnel.
Unos minutos después, con los extraños en la oficina y ya restablecido el orden en el ministerio, con todos los agentes abocados a sus trabajos, la pesquisa continuo
-        Mientras esperamos que llegue la gente que nos envían desde la Complutense repasemos la situación – pidió Salvador
-        Pues, a lo que parece, estos señores son del año 6 ó 7 antes de Cristo – afirmo Ernesto, mientras los aludidos asentían
-        Y dicen ser de oriente, posiblemente lo que hoy conocemos como Irán, que para esa época era Partia –
-        Por lo tanto serian anteriores a los musulmanes…de allí su desconocimiento –
-        Es lo que hemos estado diciendo desde el principio – aclaro en perfecto español uno de los tres, dejando asombrados a todos
-        ¿Qué? ¿Qué ha dicho? – le pregunto Salvador sorprendido
-        Que somod persas y no tenemos ni idea de quién sea el Ala ese que tanto parce preocuparles –
-        Sí, sí, eso está claro, lo que pregunto es ¿Cómo habláis nuestra lengua? –
-        Pues, porque la hemos aprendido, viendo que vosotros no lograbais entender lo que decíamos no tuvimos más remedio – tercio otro de ellos.
-        ¿Cuándo?¿cómo? –pregunto Ernesto, mientras Salvador hablaba por el intercomunicador con Angustias, pidiendo que cancelen el pedido del lingüista
-        Sencillo señor – intervino el tercero – es parte de nuestro trabajo hacerlo, por eso dicen que somos sabios –
-        ¿Tres hombres vestidos con ropajes suntuosos, provenientes del lejano oriente y sabios…? – medito Pacino en voz alta
-        ¿No serán los reyes magos? – y dejó la pregunta flotando en el aire
-        Nosotros no somos magos – indico uno de los aludidos, sin que nadie prestara mucha atención, pues estaban todos sorprendidos de las implicancias de lo que acababa de decir Pacino.
Si estos eran los verdaderos reyes magos, a los que ellos habían sustituido en el viaje hecho a Belén en compañía del emperador Constantino, podían haber alterado seriamente la historia.
-        No, tranquilos, si eso hubiera pasado ustedes deberían haberlo notado al llegar aquí – aclaro Ernesto
-        Cierto -  acordó Amelia
-        Si hubiese habido un cambio no nos hubiese afectado a nosotros, pues estábamos en otra época, y deberíamos haber notado las diferencias al regresar. ¿no? -
-        A parte, la historia dice que llevaron Oro, Incienso y Mirra. Tal como escribió Mateo luego de ver los regalos que llevamos – afirmo Pacino recordando lo pasado en el pesebre.
-        Y esta gente solo trae juguetes –
-        Pues claro, ¿Quién regalaría otra cosa a un niño? – preguntó con asombro uno de los tres
-        Unos magos que vinieran a adora a Dios – Sentencio Ernesto
-        Esos serian los regalos adecuados para él ¿no es así? – dijo Alonso, que casi no había hablado aun, recordando lo aprendido en la catequesis.
-        Claro, oro por ser rey, Incienso por ser una divinidad y mirra por su condición de hombre –
-        Leéis demasiados libros – cuestiono uno de los sabios
-        ¿En qué cabeza cabe hacer regalos tan raros para un niño? – indico otro
-        Pues… - dudo Angustias, que acaba de entrar trayendo café.
-        Señores, los niños necesitan juguetes. Fantasías que les ayuden a crecer antes de tener que enfrentar los problemas de este mundo –
-        ¿Por qué privarles de eso? – preguntó el de la larga barba blanca
-        Pero se trata de Jesús – Cuestiono Salvador
-        Sí, pero no todavía el que cambiara el mundo – planteo de piel más morena.
-        Sí podría ser el nietito de cualquiera de nosotros – comento el de la barba, mientras sacaba un retrato de un niño del interior de una cartera que llevaba en un bolsillo.
-        Pero es…seria un nieto muy especial… - objeto Ernesto
-        ¿Qué tendría de distinto con cualquier otro nieto? –
-        Si ustedes hubiesen estado allí, sin saber nada de lo que saben, ¿Cómo podrían decir cuál de todos los niños del momento era Jesús? –
-        Es lo que le paso a Herodes, Dios lo perdone – indico el tercer rey
-        Ahora es igual, ¿Quién puede decir si alguno de los niños que hoy hay no es un nuevo Jesús? –
-        Todos, cuando somos niños, somos pequeños “Jesuses”…después el tiempo….bueno…pero eso es otra cosa, nosotros no podemos saber quién será que, así que llevamos regalos para todos –
-        Si se quiere es nuestro acto de fe para con la humanidad –
El silencio se hizo en la oficina
Al cabo de unos minutos lo rompió Pacino con tremenda lógica
-        ¿Qué hacemos ahora? –
-        Dejarnos ir sin más –
-        ¿Qué? –
-        Pues eso, dejarnos ir –
-        No tenéis idea de adonde estáis –
-        O si, si que la tenemos, estamos en el 2018 en Madrid. Pero igual podría ser Constantinopla, Jerusalén o Buenos Aires –
-        Conocemos estas puertas mejor que ustedes – elevo la apuesta
-        ¿O como creéis que hacemos para llevar tantos juguetes a tantos niños en tanto lugares del mundo? –
-        ¿Con los renos mal olientes del gordo ese que nos hace competencia? – gesticulo Baltasar tapándose la nariz con los dedos de una mano y aventando con la otra.
La risa que siguió a esta ocurrencia se hizo general, distendiendo la situación.
Salvador se arrellano en su sillón y dio su visto bueno con las manos, en un gesto muy de él.
Había cosas que mejor dejar como estaban.
Minutos después, luego de abandonar las oficinas del ministerio del tiempo, ya cruzando su primera puerta hacia otro lugar…
-        ¡Qué viejo zorro que resulto el Constantino ese! –
-        Digno heredero de Augusto – afirmó otro
-        No ha sido nada dejarle ocupar nuestro lugar en el pesebre a cambio del dato de estas puertas mágicas –
-        Así es. Buen negocio sin lugar a dudas – Afirmo Melchor
-        Con un poco de suerte habremos terminado nuestro trabajo antes que salga el sol y podre irme a la playa, lejos del frio – rio Gaspar
-        ¿Se dan cuenta de la cantidad de kilómetros que nos ahorramos de hacer a lomos de esos mal llevados camellos? –
-        Bichos de mal carácter – rieron mientras dejaban un regalo en los zapatitos del niño que dormía en una casa…..







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