Restos
Trabajosamente trepo la colina, y luego la bajo.
Con el dorso de la mano se quito la transpiración que le
cubría la frente a causa del intenso calor.
Más de una vez había preguntado ¿Por qué debían caminar? Y
más de una vez se lo habían explicado. Las razones eran valederas, sin lugar a
dudas, pero teniendo medios aéreos para desplazarse tener que hacerlo a pie era
enojoso. Pero era la única forma de ser todo lo cuidadosos que los trabajos de
arqueología requerían.
A sus pies las aguas lamían la parte seca de la placa
continental sobre la cual se hallaba parado, Al otro lado era fácilmente
divisable la otra orilla, asentada en la placa continental que lenta e inexorable
se apartaba de la que él pisaba, como lo había hecho desde antes de que el mar
invadiera la hondonada que ahora ocupaba. Desde miles de años atrás, cuando la
paulatinamente creciente falla continental aun no había sido inundada por el agua.
¿Cómo habría sido el paisaje antes? Reflexiono y se sentó a
la sombra de un raquítico arbusto, pensando mientras con un palito dibujaba
círculos en la arena de la playa.
¿Habrá sido un lugar fértil?, se preguntó.
¿Algún río de agua dulce correría por la, en esos tiempos,
seca hondonada para descargar sus aguas en alguna laguna salitrosa? Seguramente,
aunque a lo mejor no fuera permanentemente, quizás solo durante las lluvias.
¿Habrá habido hombres que construyeran ciudades a orillas de
ese río? Eso también era posible, en las orillas del río o en sus cercanías. El
agua es indispensable para la vida.
¿Y guerras por esas ciudades? De eso si podía estar seguro.
Si había algo que parecía ser constante en la historia de la humanidad eso era
la guerra. No importaban los motivos, que siempre los había.
Cerró los ojos unos instantes y pensó como habrá sido eso
allí. Con la cantidad de restos que llevaban recolectados no tenía dudas que había
habido muchas guerras. Quizás la zona, cuando el nuevo mar aun no existía,
habría sido una especie de encrucijada o algo así, pues parecía haber restos de
todos partes del mundo.
Quién sabe, quizás alguno de los grupos de hombres que
habitaran el lugar hubiesen concebido la idea de ser superiores a los demás por
el solo hecho de vivir allí, pudieron pensar que esa tierra les pertenecía por
derecho divino…eso también era algo normal, las gentes tendían a considerase
favorecidas por la divinidad, esto las reconfortaba y les daba razones para
poder matar a todos los que quisieran compartir en lugar con ellos. Si la
divinidad les había hecho nacer en otro lugar era porque no eran dignos de vivir allí y pretender eso era
directamente una ofensa contra el dios.
Con un poco de imaginación pudo ver los distintos ejércitos entrando
y saliendo del lugar. En paso para otros destinos, conquistando y siendo
conquistados.
Carros, tirados por caballos. Tanques, aviones, misiles,
guerrilleros y guerreros matando y muriendo mientras sus jefes los veían desde
la seguridad de sus despachos, tronos, refujios…
¡Ah la soberbia! Cuanto había sufrido la humanidad por ella.
Le empezó a doler la cabeza, le pasaba siempre que sus
pensamientos lo llevaban a campos que no eran los de él. Él era un simple
recolector, el trabajo de analizar lo que él y los otros como él recolectaban les
correspondía a otros.
Con resignación se incorporo dejando el pobre reparo que
brindaba el arbusto. Tomo un sorbo de agua de su cantimplora y continúo su
trabajo, como tantos otros que, al igual que él, rastrillaban la zona.
Sin embargo la idea de las guerras que se pudieran haber
librado en la zona no abandono del todo su mente.
Unos quince minutos después, al tomar un respiro mientras
mojaba sus pies en el nuevo mar se rió pensando en aquello
¡Qué tonto habría sido todo, viendo lo que veía ahora!
¿Qué pensarían los hombres que pelearon esas guerras si
pudieran ver lo efímero de sus esfuerzos? Tanto trabajo para terminar
convertidos en arena bajo un mar aun en formación.
Una piedra donde resaltaban unas inscripciones, como si
fueran en renglones escritos, en los cuales se veía “ ירושלים
“,“Ιερουσαλήμ”,”Jerusa..” (El ultimo renglón estaba roto y faltaba una
parte) llamo su atención
al ser movida por las suaves olas del aun angosto mar, seguro algo significarían. La recogió, la guardo
en su morral y se desentendió, ya habría otros que se ocuparan de estudiarlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario