viernes, 29 de noviembre de 2019

La Militante (Cambio Climático 1)


La Militante

(Cambio Climático 1)

Estaba cansada, todo el día en marchas de protesta contra el cambio climático resultaba agotador, para colmo había sido un día caluroso, inusual dirían los abuelos, recordando épocas  pasadas que ella no había vivido.
Los vendedores bebidas heladas deben haber hecho una buena diferencia ese día, pensó  mientras habría la puerta de su departamento, dejando escapar un aliento de aire acondicionado, frio y reparador.
Se quito la ropa transpirada y la coloco en la maquina lavadora, que automáticamente se puso a trabajar para dejarla limpia y seca antes de la hora de salir.
Como el aire estaba frio se coloco un grueso suéter y unas medias tejidas, luego, con hambre, fue a la cocina a buscar algo para comer. En la heladera estaban los restos de la cena de la noche anterior, prácticamente intacta, pues ella era toda la cena que le había interesado a “la visita”…sonrió, ella tampoco había tocado la comida. Sin en embargo no había sido una velada del todo satisfactoria. Un rictus de desagrado le cruzo el seño y, sin pensarlo arrojo a la basura la frustrada cena.
Se sintió mejor, pero seguía con hambre, por lo que busco nuevamente y, al no encontrar nada que le gustara recurrió a los alimentos congelados. Miro entre las cosas del congelador, eligió una y la puso en el micro ondas. Mientras se calentaba fue al baño a prepararse una ducha. Abrió el agua caliente y espero a que el vapor caldeara algo el lugar, desnuda, parada ante el espejo, se dedico a quitar una pestaña rebelde antes de que el mismo se empañara.
Cuando estuvo a punto de meterse bajo la ducha sonó el teléfono. Por el tono de llamada era la pesada de esa que organizaba las marchas….pensó en no atender, pero se arrepintió, si no lo hacia capaz que no la invitaban a la reunión de la noche, donde habría varios extranjeros muy interesantes…
Así como estaba, envuelta en una toalla grande, por que estaba fresco, fue a tomar el teléfono y se entretuvo en la conversación, durante la cual se mostro de lo más amable y comprometida con la causa, mientras la ducha seguía dejando correr el agua caliente.
Cuando por fin término se ducho, y fue comer algo, pero tuvo que volver encender el microondas porque la comida ya estaba fría.
Mientras tomaba el almuerzo encendió la pantalla, pero, en vez de poner una serie, no tenia tiempo para una maratón, decidió ver las noticias. En una de esas las cámaras la habían tomado y se la podría ver militando en la marcha contra el cambio climático.
El cambio climático, ¡que horror!, el reportero de turno mostraba impactantes imagines de mujeres lavando sus escasas ropas en un exiguo hilo de agua amarronada, mismo donde se veía, unos pasos más atrás, a un perro y un niño bebiendo.
Compungida agrego un cubo de hielo a la bebida que ya no estaba a la temperatura adecuada, mientras la lavadora terminaba de centrifugar.
La próxima nota mostraba un grupo de refugiados que habían tenido que huir de su país por el aumento del nivel del mar, pelear por una ración sintética, de las que repartía la ONU como paliativo al hambre general.
¡Que horror! Se volvió a repetir mientras mordisqueaba una ensalada de palmitos. ¡Que estaba a dieta y no podía excederse en nada!.
Y así, ensimismada, reflexionando y auto convenciéndose que había que continuar la lucha contra el cambio climático, siguió pasando canales, mientras la lavadora iniciaba el ciclo de secado en calor. No había tiempo que perder, en cualquier momento la pasarían a buscar y tendría que vestirse adecuadamente.
De pronto acertó a dar con una nota sobre las manifestaciones de la mañana. Las imágenes la volvieron a la realidad, ¡que calor que hacia!. Recordando como había transpirado se arropo en el suéter que se había vuelto a poner para atemperar el frio del aire acondicionado.
Los próximos minutos los pasó mordisqueando algo y pasando canales, comprobando que apenas se la veía. Esto la enojo bastante, si quería que se viera lo fuertemente militante que era debía hacer algo…quizás protestar con el pecho desnudo…no, eso ya lo hacían otras, tenia que buscar otra cosa que llamara la atención.
En eso estaba cuando sonó el móvil. Era el compañero que la pasaba a buscar para ir a la marcha de la tarde.
Apurada fue la lavadora a buscar el conjunto que había puesto a lavar. Normalmente no hubiera usado dos veces la misma ropa, por más que le gustara, pero el grupo en que participaría era bastante radical y no era cuestión de caer mal con un cambio de atuendo.
Por suerte la maquina había terminado su trabajo y la ropa, aunque aun calentita por el secado, estaba lista para ser usada.
Al salir, dejando una luz encendida, para no sentirse tan sola si se le hacia tarde para volver, el calor del pasillo la golpeo con toda su crudeza.
Por suerte, abajo, el compañero la esperaba con el motor de su deportivo último modelo en marcha, con el aire acondicionado al máximo.
Él la saludo con un beso en la mejilla, que “inconscientemente” roso sus labios, haciendo subir algo la temperatura, mientras pisaba a fondo el acelerador y el motor, que rugiendo y exhalando CO2 impulsaba el auto raudamente hacia adelante. Tenían que apurarse, estaban llegando tarde. 
Mientras se dirigían al nuevo punto de reunión adelantaron a un grupo de refugiados que, a duras penas, caminaban  en la misma dirección, bajo el abrasador sol.
El cambio climático estaba ahí no más, la lucha continuaba.
Omar R. La Rosa
Córdoba - Argentina
29 Noviembre 2019


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