Bueno, pensó Salvador, ya casi es hora de irse, será
cuestión de dar una última mirada, controlar que todo esté cerrado y hasta
dentro de un par de días.
Apagó la computadora y salió de la oficina, listo a
marcharse.
-
Angustias, ¿Usted aún aquí? –
-
Huy, es cierto, mire no más la hora que es –
respondió la mujer fingiendo una sorpresa que no tenia.
-
¿Usted tampoco tiene a donde ir verdad? –
comentó Salvador con un dejo de tristeza.
-
Pues no –
-
Se nos hace difícil a los que no tenemos familia
–
-
Es que sí, aunque peor la tienen algunos con
unas familias que ni le cuento –
-
Jejeje, si seguro – y tomó asiento junto a ella.
-
¿Cómo eran sus navidades, de chica, digo, de
antes… bueno usted me entiende –
-
No se preocupe, que una tiene los años que
tiene, aunque en este trabajo nunca se sabe –
Ambos rieron juntos.
-
Que le puedo decir, yo vivía en un pueblo
pequeño, donde nunca pasaba nada ni nada alcanzaba, supongo que como en todos
lados, pues bien, los recuerdos que tengo son sencillos pero agradables. ¿Y
usted?, debe haber sido duro el orfanato –
-
No crea, no tanto, a pesar de todo tenía una
familia, con muchos hermanos…eso sí, tampoco sobraba nada, las pobres monjas se
la deberían de ver en figurillas para preparar una cena de navidad, pero de una
u otra forma ahí estaba. – hizo una pausa, como recordando, para continuar con
algo de ensoñación.
-
Mire lo que son las cosas, ahora que recuerdo
hubo una noche muy especial, tendría yo unos 7 u 8 años, y, nunca supe cómo, alguien
depositó chocolates al pie del pesebre, ¡Un chocolate!, ¿Se da cuenta? Esa cosa
tan tonta que hoy puede comprar por unas monedas en cualquier tienda…creo, sin
lugar a dudas, que esas fueron las mejores navidades de nuestras vidas…-
-
Sí, visto a la distancia, con que poco que éramos
felices ¿Verdad? – sonrió Angustias.
-
Quizás tenga razón Alonso y el problema de esta
época es que tenemos de todo –
-
Bien puede ser, en fin, ¿Vamos? – invitó
Salvador.
-
¿Eh?, no, no, vaya nomás Salvador, yo termino
unas cosillas aquí y luego salgo –
-
Bueno, no se demore.- saludó el ministro,
agregando - Que pase una feliz Navidad –
-
Igualmente Jefe –
Seguro que sí, ahora sabía que aunque
estuviera sola esa noche tendría una linda Navidad, y sonrió feliz.
Cuando escuchó que Salvador se había ido, sacó
del fondo del cajón de la derecha una cajita que ella atesoraba mucho, retiró
su contenido y se marchó…a comprar chocolates en la tienda de la esquina….
¡Que de eso se trata la Navidad!
FELIZ
NAVIDAD
Omar
R. La Rosa
22 de
Diciembre de 2019
Córdoba,
Argentina
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