Tiempo de Regreso – Tiempo de orden
En el hospital Angustias, debidamente medicada, se
recuperaba del shock alérgico.
Por precaución, ya no era una niña, la tenían en terapia
intermedia, monitoreada y con suero.
-
Bueno, bueno, todo está muy bien abuela – dijo
el doctor mientras controlaba los datos de la paciente
-
¿Abuela? ¡la suya! – le espeto sin mucha amabilidad
El médico levanto una ceja con cara de pocos amigos. Sin
decir palabra entregó la historia clínica a la enfermera y tomo la del paciente
de la cama contigua.
-
¡Abuela!, habrase visto - refunfuño
-
Ja ja ja, no se enoje – rió la enfermera –
mañana le dan el alta y se va su casa –
-
¿Para que? Si vivo sola – se quejó algo molesta.
-
Bueno, eso nos pasa a muchas – mintió
condescendiente -
-
Está bien, no hace falta que me consuele – sonrió tomándole la mano.
-
Vamos Angustias, que por lo menos debe tener
buenos compañeros de trabajo –
-
¿Compañeros? –
-
Si. Ahí afuera están una tal Irene y un señor
muy simpático, Salvador me dijo se llamaba, preocupados por su salud –
-
¡Salvador e Irene! –
El monitor cardíaco se disparo y tuvieron que medicarla para
sacarla de la arritmia que le había dado.
--- o ---
-
Pensábamos darle de alta mañana mismo, pero
ahora…no sabemos – explico el doctor
-
¿Qué le puede haber pasado? - Pregunto Irene
-
No sabemos, quizás estrés. ¿saben si está
expuesta a situaciones problemáticas importantes? Ignoramos la naturaleza de su
trabajo –
-
Nada del otro mundo – mintió – lo normal
en cualquier secretaria -
-
Bueno, por las dudas la tendremos un tiempo más
en observación. A su edad episodios cardíacos así pueden tener consecuencias –
-
Entiendo doctor –
Salieron del hospital casi sin hablar, meditando.
-
¿Qué piensa jefe? –
-
¿Pensar, pensar? No sé, pero tengo una
corazonada. Volvamos al ministerio -
Y sin decir más Salvador e Irene regresaron al trabajo.
Al llegar la romería era general
Ni bien verlos Ernesto los fue a buscar
-
¿Sí? –
-
Esto va para peor Jefe. Mire – y le entrego un
par de diarios nuevos
-
Tienen similares títulos a los anteriores –
-
Y veo que en todos se habla de problemas en el
ministerio. Si esto sigue así en cualquier momento apareceremos hasta en las
tapas de las revistas del corazón –
-
¿Con el tiempo? – preguntó Irene mientras tomaba
el último ejemplar del “Ola”, del revistero. En la tapa una foto de Pacino y
Amelia en un apasionado beso.
-
Hablando del diablo – suspiro Salvador viendo
aparecer a Spinola con Pacino.
-
Se lo dejo jefe – saludó el capitán – tengo
ubicados un par de agentes más y requieren toda mi atención. -
-
Si, si, Spinola. Y…muchas gracias su ayuda es
invalorable –
Luego tomando del brazo a Pacino lo llevo hacia su oficina
-
¿Qué está pasando Jefe? –
-
No está muy claro pero si no hacemos algo rápido
esto se nos va al traste – aseveró Salvador mostrándole la tapa de la revista
-
Bueno, tan mal no está – sonrió el policía
viendo la foto de tapa.
-
No bromee quiere, esto es más serio de lo que
cree. Venga, venga, le tengo una misión de especial importancia – le dijo
mientras entraban a la oficina.
-
Si tiene éxito quizás nada de esto pase –
--- o
---
No le fue fácil llegar hasta allí, con las puertas
“descalibradas” se vio obligado a realizar varios saltos en el tiempo, siempre
rogando que la programadora que diseño la rutina no se hubiera equivocado.
Pero al final lo había logrado. Y ahí estaba ahora en la puerta
de la nueva sede del ministerio.
Aun estaba en obra, recién acababan de mudar las puertas
hasta allí, de hecho se tuvo que apartar para dejar pasar al camión que las
había traído del depósito. Claro está que saber que ese era el camión de las
puertas era algo que sabia por información que le había dado Salvador, que, por
alguna razón que él debía averiguar, había puesto especial hincapié en detalles
como ese.
Discretamente ingreso al predio y, como en sus mejores
épocas de detective, se embosco adecuadamente a esperar que el posible autor
del atentado apareciera.
¿Cuánto debería esperar? No lo sabía. Así que, paciencia.
Ya ubicado saco el termo y se cebó un mate (era una
costumbre que había adquirido en una de las misiones al Rio de La Plata, muy
útil para largas esperas).
Paso prácticamente toda la noche en vela, sin que nada raro
pasara. Ni un gato cruzando la explanada.
Fue recién a primera hora, cuando el sol recién empezaba a
asomar, que la vio entrar.
¿Tendría razón Salvador?.
Con mucho cuidado la siguió. Tenia instrucciones precisas de
ser muy discreto.
Con precaución la vio entrar al ministerio, faltaba aun un
rato para que llegaran los técnicos a seguir con los trabajos de instalación.
Como les pasa a todos, la primera impresión de un lugar
nuevo arroba, y Angustias no fue la excepción. Durante unos segundos la vio
parada, contemplando las puertas estivadas, listas para ser montadas, con una
especie de temor reverencial paso un dedo sobre ellas…y lo retiro rápidamente,
algo la había disgustado. ¿Qué sería?.
Cuando Angustias entro en lo que seria la antesala del
despacho de Salvador se le perdió de vista. Preocupado corrió tras ella, si
algo iba a pasar tenia que ser en estos momentos. No quedaba mucho para que
pusieran las cámaras en funcionamiento, y sabían que, a partir de allí todo
seria normal.
En el apuro por ver donde estaba Angustias, no la vio y se
la llevo puesta.
-
¡Eh! ¿Qué hace? – se sobre salto la mujer al
chocar con el policía.
-
Nada, nada. ¿Cómo esta preciosa? –
-
Bien, acá me ve, preparándome para el regreso.
Me hace una ilusión… -
-
Todos estamos ansiosos – y, reparando en el
plumero que Angustias tenía en la mano
-
¿Qué va a hacer con eso? –
-
Hay Pacino, esto esta invivible, polvo por todos
lados –
-
¿Y se va a poner usted a limpiarlo? –
-
Va, como si fuera la primera vez –
-
Bueno, pero hay gente para eso – indicó,
tomándole el plumero de las manos
-
No, eso es para las flojas de ahora – protestó
-
Si, si, ya se, en su época las mujeres…pero esto
es un caso especial. Usted debería dejar esto para la gente de limpieza y
aprovechar el tiempo en algún spa o algo así –
Angustias le miro con desconfianza
-
¿Y para que quiero yo ir a un lugar de eso? –
-
Si, la entiendo, es difícil ponerla más bella.
Pero bien puede darse un mimo preciosa –
-
Pacino, Pacino…usted es un zalamero –
-
Cuando el jardín lo amerita es difícil ignorar
las flores – retrucó con una sonrisa compradora.
-
Hay, esta bien – se resignó
-
Pero cuando vuelva haré una inspección de todo.
No quiero que el jefe encuentre algo sucio o fuera de lugar –
-
Si señora, así debe ser. Si queremos que este
ministerio vuelva a funcionar correctamente cada uno debe hacer bien su trabajo
–
--- o
---
Primer día de trabajo.
Salvador se paro un segundo ante la puerta de entrada,
respiro hondo, como queriendo capturar el momento, y luego ingreso al
ministerio.
Ufano camino por los pasillos de la nueva cede,
ocasionalmente paso la mano sobre una pared, una baranda, una puerta…
Que agradable sensación al tacto daban las cosas nuevas.
Sonrió.
Pensar que la última vez que había dejado el ministerio no
sabía si volvería a él. Que el presupuesto, que la política… y, sin embargo ahí
estaba ahora, de regreso, y con cede nueva. Volvió a sonreír.
-
Buenos días Angustias – saludó a la secretaria
con una de esas sonrisas enigmáticas que cada tanto dejaba a todos con la
sensación de que el Jefe no contaba todo lo que sabía.
-
Buenos días jefe. Que gusto estar de nuevo con
usted.-
-
Gracias. ¿Alguna novedad? –
-
Nada del otro mundo. Pacino lo está esperando en
su oficina –
-
Bueno, bueno, que tenga un buen día –
Al entrar le vio en sentado a un costado frente a su
escritorio, que lucia hermoso, limpio, sin diarios ni nada inusual.
-
Lo felicito, ha hecho un buen trabajo –
-
¿Buen trabajo? Si ni siquiera sé que he hecho –
se quejó.
-
No importa, lo ha hecho bien, le felicito –
-
¿No me puede contar que hice? –
-
No. No por ahora, a su tiempo lo sabrá, no se
preocupe –
-
Vamos Jefe, algún hilo me debe poder tirar –
-
Ya le he dicho que no. No insista. Vaya, vaya –
lo despidió el jefe
--- o ---
A media tarde la cafetería del
ministerio parecía una romería, no había mesas vacías y hasta la barra estaba
completa.
En un rincón, cerca de la salida,
Pacino, Julián y Alonso tomaban un último café.
-
¿Qué hacéis con ese…ese artefacto tan extraño? –
le pregunto Alonso a Pacino, que aporreaba frenéticamente un teclado
-
Computador portátil – Contesto Julián, Alonso le
miro extrañado
-
Ese aparato se llama NoteBook, y es un
Computador Portátil - aclaro Julián,
empinando el pocillo de café, ya próximo a irse
-
Bueno, sí, eso. ¿Qué hacéis que os tiene tan …
“atrapado”? – insistió con Pacino
-
Espera un minuto, ya te cuento –
Y continúo con
su tarea, termino de escribir algo, dio “Enter”, miro la pantalla y,
satisfecho, se recostó contra el respaldo de la silla, al tiempo que exclamaba
-
¡¿Cómo no
haber tenido un aparato de estos en mis tiempos?!, la de maleantes que habría
podido cazar –
-
No te creas, los policías de nuestros días tienen mejores computadoras que esas y sin embargo los ladrones siguen tan
libres como de costumbre –
-
¿Cómo de costumbre? En vuestros tiempos diréis,
que en los míos, con la santa hermandad patrullando, a pocos les quedaban ganas
de hacer tropelías –
-
Es que en vuestra época erais algo “brutillos”,
hoy no se puede colgar a la gente como hacíais vosotros – se mofo “cuidadosamente”
Julián
-
Pues así estáis. Pero bueno aun no me dices ¿Qué
haces con ese artefacto del demonio? –
-
Pues, esto mirad, lo he encontrado – contesto
ufano, al tiempo que giraba la máquina para que los compañeros pudieran ver
-
¿Qué es eso? –
-
¿Y?- se miraron, le miraron extrañado
-
¡Que aquí es donde publica sus relatos el tipo
ese que escribe nuestras fans-fics! –
-
¿Y? –
-
Que acá, entre las entradas del mes de Abril
del 2020, está escrito lo que Salvador no me quiere contar. – se jacto
-
Así que todo lo que he hecho ha sido…¡evitar que Angustias estornude! – se
dijo casi incrédulo y estallo en una sonora carcajada que los demás, ignorantes
de lo que había pasado, no entendieron.
Bruscamente, de un manotazo, Alonso cerró el ordenador al
tiempo que se levantaba, persignándose, con cara de haber visto un fantasma
-
¿Qué te
pasa macho? –
-
¿Qué? ¿No sabes acaso que cada vez que ese
“palurdo” escribe algo nos mete en problemas? –
-
Bueno, cuando lo hacen los guionistas es más o
menos lo mismo – comentó Julián
-
Claro, y encima tenemos que actuar en sus
ficciones – apoyo Pacino.
-
Sí, pero no son gratis –
Julián y Pacino
se miraron asombrados, ¿desde cuando esa beta materialista en Alonso?
-
Bueno, un soldado tiene que alimentar a su
familia ¿no? -
Pero no termino su escusa, por la puerta de la cafetería
apareció Spinola, con su porte marcial y todos los atributos del mando, se
paro, los miro a todos y hablo con vos fuerte y estentórea, como para que no
quedara nadie sin oír
-
Ya decía yo que me tendría que haber ido cuando
termine el café – se malicio Julián
-
Shh. Calla y deja escuchar – le pidió Pacino
-
¡Caballeros! – llamó el militar - Y damas – aclaró un poco más suave en
atención las allí presentes.
-
Reunión general en la oficina del Jefe, este
ministerio vuelve al trabajo – esto último dicho de manera tal que todo el
mundo entendió la urgencia
-
Ves, te lo he dicho, ¿para qué abristeis
ese….pog, gog? –
-
Blog –
-
Como quiera se llame, otra vez a las andadas,
vaya a saber Dios en que líos nos meterán – se lamento Alonso
-
¿Qué se cree este? ¿Que estamos en un cuartel?
– se quejo Julián
-
Vamos no os quejéis, “hagamos España grande de
nuevo” – les recombino un funcionario, que, a juzgar por su uniforme, era
legionario o algo así.
- ¿Porque me suena esa frase? - Se pregunto Pacino
- Porque ya la hemos escuchado antes, pero en otro país y en Ingles - le aclaro Julian
- A, si, ya recuerdo -
- Si la frase es inglesa, mala cosa debe ser - sentencio Alonso - Aunque no veo que pueda tener de malo Hacer España Grande de Nuevo -