Pequeños
demonios
¡Tac!, la piedra golpeo con
estruendo sobre el tejado, alborotando a los animales.
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¡¿Qué pasa ahí?! – grito la dueña de casa con
enojo.
Nada, ninguna respuesta.
Indignada salió al patio a ver que se veía, por supuesto, nada vio porque nada había.
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Chicos del diablo – farfullo para sí, mientras
entraba a la casa
Al rato, otra
vez, pero ahora fueron 3 golpes. Los perros enloquecieron y el gato entro a la
carrera volteando un jarrón.
Tomando la
escoba intento salir, pero la hija se lo impidió
-
Deja mamá, voy yo – dijo la chica abriendo la
puerta
Toc, toc, dos
golpes más.
¿Quiénes
serian? Seguro los nietos de la vecina, esos salvajes que vivían en un
departamento y se liberaban cuando venían al barrio. Ya la escucharían.
Ding dong. Sonó el timbre de entrada
-
Señora, dígale a sus sobrinos que dejen de tirar
piedras – Le espeto la vecina, parada ahí frente a ella, sin siquiera
saludarla.
-
Hay, me pegaron con una piedra. ¡Mamá! – entro
la chica lloriqueando, con un hilo de sangre corriéndole por la pierna.
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Esto no se aguanta - dijo y llamo a la policía,
mientras las piedras seguían cayendo como del cielo.
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¡Que hacen ahí! - Preguntó la mamá demonio.
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Nada ma – se defendieron los chicos.
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Vamos, dejen de tirarle piedras a ese portal que
van a lastimar a algún humano, y saben que al papá no le gusta que se metan con
su trabajo –
-
Ufa – y a regañadientes entraron en la casa
siguiendo a la enojada madre.
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