sábado, 18 de julio de 2020

DOLORES - cuando el dolor esta dentro nuestro


                Es sábado a la tarde, y en la planta de silos no queda nadie, salvo él y un técnico que le esta ayudando con la calibración de los equipos.

                Si bien el día ha estado soleado y agradable, el constante viento del oeste, el famoso pampero, que no dejo de soplar desde las 10 de la mañana, es causa de  un cansancio adicional que hace que ha esta hora de la tarde el único pensamiento cierto sea estar en el cuarto del hotel, donde, si bien no hay mucho, por lo menos no se esta expuesto al viento.

                Pero aun no se puede. Como en muchas otras cosas, se siente atrapado por el destino, hay un contrato que cumplir y a los dueños, que son los que ponen la plata, les interesa que los equipos funcionen, que para eso los han comprado, sin que importe mucho si el tiene o no ganas de estar un fin de semana lejos de todo….

                Lejos de todo, últimamente se estaba planteando muy seguido eso, lejos de todo…. Ahora mismo acá, en medio de la pampa uruguaya con la ciudad de Dolores ahí no más del otro lado del rio San Salvador, el estaba tan lejos como si se hallara en medio de Siberia.

                Movió con violencia la cabeza, no podía permitirse esos pensamientos, debía concentrarse en el trabajo, … si por lo menos parara el viento.

                Pero no, el viento seguía ahí, soplando insistentemente, como esos recuerdos que lo mantenían en zozobra desde hacia tanto tiempo, desde esa noche en que llego y no la encontró.

                Dolores….¿que había sido de ella? Era un misterio que no tenía respuesta. Un día estaba a su lado y al otro….puf… nada, había desparecido. Ni una nota, ni un llamado, nada.

                Durante varios meses se aboco a su búsqueda en forma desesperada, cada vez con menos esperanza. Primero con los amigos y luego con la policía, barajo todas las posibilidades, desde  el abandono, que le hubiera dolido pero habría sido entendible, con su trabajo y la cantidad de tiempo fuera de casa… hasta el secuestro,  pero nada, nunca un pedido de rescate, ni una nota de despedida, nada, era como que simplemente se hubiese desvanecido en el aire. Incluso se vio investigado, porque tampoco se podía descartar la posibilidad del asesinato, y en tal caso mal que le pesara el era un sospechoso de privilegio, por ser quien vivía con ella.

                El tiempo pasó y todo quedo ahí, en la nebulosa de la duda. Solo su recuerdo quedo flotando en el aire, su recuerdo que como el aire en que había quedado suspendido, crecía con el viento, como ahora, en que el silbido entre las riendas de la noria rememoraba cantos de sirenas que lo atraían, como a las antiguos marinos, hacia una muerte que intuía segura….

                El viento con su canto de sirena… parecía pronunciar su nombre… ¡si lo llamaba!, no había dudas. Sin pensarlo salió corriendo y comenzó a trepar al silo, tras el canto de las sirenas ¡Dolores!    ¡Dolores!

                -Si si ya entendí, no  hace falta que me lo repita, ya es hora de irnos.-

                La realidad lo golpeo de frente. De a poco recobro la calma, bajo de donde estaba, ayudo a recoger las herramientas y junto al técnico se volvieron a Dolores, a la fría calidez del cuarto de hotel.

                Mañana será otro día, y, si Dios quiere y el servicio meteorológico no se equivoca, esta vez será sin viento.

© Omar R. La Rosa

Córdoba – Argentina

19 Septiembre 2011

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