sábado, 8 de mayo de 2021

Presencia - Nunca se esta completamente solo...

 

Presencia

 

Llevaba horas sentado frente al panel de instrumentos, estaba aburrido, no cansado. En esa etapa del viaje había poco que hacer.

Bostezando ostentosa y ruidosamente, se estiro liberando alguna flatulencia, para luego acomodarse nuevamente. Ventajas del viaje en solitario.

-          Muy bonito – escuchó una femenina voz de reproche tras él.

Contuvo la respiración mientras aguzaba el oído, no había, no debía haber nadie más en la nave.

Sin embargo, por alguna razón, un sexto sentido tal vez, aunque el silencio no volvió a romperse estaba seguro de que una presencia le observaba.

Y así era, al darse vuelta casi se muere del susto. Ahí, a unos pasos tras su butaca estaba la mujer, o algo con apariencia de mujer, observándolo reprobatoriamente.

-          Que estés solo no te autoriza a portarte como un chancho, eres ofensivo – esto último lo dijo frunciendo la nariz, como quien desecha un mal olor.

Su mente trabajo febrilmente, ¿Qué era eso?¿Como podía estar allí? Y lo más preocupante, ¿Qué intensiones tenia?. De reojo busco algo con que defenderse, pero el suyo era un vuelo científico, una breve jornada de observación en los anillos, no llevaba armas ni peso innecesario.

-          ¿No te vas a disculpar siquiera? – insistió la joven.

-          Sí, sí,  claro – dijo él mientras imaginaba que hacer, aunque más no sea para determinar que era ese ser que lo increpaba.

Una idea le surgió de pronto, había estado leyendo en la biblioteca de la nave una novela de terror, y pensó que quizás ese ser era algún vampiro, mutante, zombi algo así, tan normales en dicha línea narrativa, también había leído que la mayoría de esos seres solo vivían de noche y eran heliofobicos.

Así que, discretamente, oriento la nave para que la luz del lejano sol penetrara en ella e impactara directamente sobre la criatura, pero, lejos de desaparecer o verse afectada, brillo con una mágica luz. Mientras continuaba hablándole de cosas que ya no oía.

¡Fantasía! Se dijo a sí mismo, eso debe ser, estoy en un viaje de fantasía, con unicornios, brujas, hadas, elfos y cosas así. Recordando otras lecturas recito una letanía, especialmente redactada para romper hechizos, según había entendido.

-          ¿Qué dices? – preguntó la mujer, tratando de escuchar su recitado.

No, obviamente no era un personaje de un cuento de fantasía. ¿Qué era? Solo le quedaba recurrir a su último recurso, la ciencia.

Sin decir palabra se levanto y paso al lado de la criatura, rozándola discretamente.

-          ¿Qué haces? No me toques ¡macho primitivo! –

Tenía cuerpo, no era una aparición, ni un holograma, era real.

Con ella tras él fue al laboratorio (cocina, que en una nave de estudio el espacio no sobra), en la pantalla busco algo, estudio la formula, calibro las dosificaciones y dio comienzo al proceso.

-          ¿Estás loco? Sigues haciendo cosas extrañas. Me estas impacientando -  continuaba hablando el ser.

De pronto sonó una campanilla, se abrió una puerta y una aromática barra marrón apareció en el plato.

-          ¿Qué es eso? – seguía el ser articulando sonidos

-          Chocolate – dijo él como única palabra, cumpliendo la consigna de la batalla, entregándole la golosina.

El ser la miro con desconfianza, la olio y la probo…con evidente placer.

El experimento estaba en pleno desarrollo, sabía que no era un cuento de terror, ni de fantasía. Si ahora la mujer se mantenía en silencio sabría que se traba de un cuento de ciencia ficción.

-          Muy rico – dijo con amabilidad, antes de ver su reflejo en la pulida superficie de acero inoxidable. Cambiando el tono de voz le miro fieramente para volverlo a increpar

-          ¡Quieres que engorde Maldito! -

Fue tanto el susto que le produjo la expresión que vio en su cara que al final se despertó.

Sobresaltado se paro y miro para todos lados, a las desesperadas recorrió el escaso interior de la nave. ¡Vacía!, ¡estaba solo!. Respiro aliviado, volviendo a la butaca de comandos…

Para ver nítidamente, apoyadas en el panel de comando, las torneadas piernas de la mujer que la ocupaba.

-          ¿Por qué tardaste tanto?¿A dónde te habías ido? –

© Omar R. La Rosa

Córdoba – Argentina

1 de Agosto de 2020

 

 

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