Es
tarde, estoy cansado y aun tengo que seguir dando clases de apoyo; la vida del
campus no me da respiro, no puedo descansar.
Si
bien físicamente estoy aquí, mi mente está de viaje, la semana que viene tengo
que hacer 800 km para terminar un trabajo que se ha prolongado mucho más de lo
debido y no puedo dejar de pensar en ello, es otra cosa que me ha agotado.
La
docencia y la ingeniería están bien, si eres joven o las ejerces en el mismo
lugar, pero a mí no se me da ninguna de las dos. En circunstancias así me
siento como una ficha en el
juego de la Oca. Alguna vez creo haber leído que
este juego, al que he ido aprendiendo a detestar, se invento en la corte de
Francia y representaba las vicisitudes de la vida del cortesano, un día aquí
cerca del monarca, al otro en desgracia camino al destierro, y, con el tiempo y
los cambios de la fortuna, quizás en unos meses, recibido en gloria por quienes
ayer precipitaron tu desgracia.
Así
en la vida, las cosas parecen pasarme de ese modo, es un continuo empezar, como
el país. Un día te salen bien un par de cosas seguidas y crees que por fin la
fortuna te sonríe, que tu vida se encamina y de pronto, zas, como si en el
juego de la oca hubieses echado suertes, caes en una casilla que dice regresa
10 pasos atrás y vuelta a remar rio arriba, o pierdes un turno y ves como tus
competidores te pasan y los que ayer iban detrás hoy van delante.
Así
un día ganas una licitación como la gente y piensas que por fin lo has logrado
pero…luego pasa el tiempo sin nada nuevo y tan solo te quedan las horas cátedra
para pagarte el almuerzo.
La
docencia está bien y ver las caras de alegría de los alumnos cuando logras que
entiendan algo es una satisfacción que solo la conoce quien la vive, pero las
cuentas no se pagan con sonrisas. Es una pena, siendo que son tan escasas las
sonrisas uno pensaría que deberían tener más valor. Pero no, las reglas del
mercado parecen no aplicarse aquí.
Mas
no es eso lo que me molesta, me molesto yo y mi “¿karma?” de estar siempre
empezando de nuevo.
Sacudo
la cabeza para apartar la idea, debo haber sido algo brusco en eso pues la
alumna, a la que estoy tratando de inculcarle los rudimentos del algebra, me
mira con cierto asombro, pero, respetuosa (cosa rara últimamente) no dice nada.
Me vuelvo a marear, es como que las cosas se cayeran de derecha a izquierda, al principio vertiginosamente, al punto que tengo que sostenerme del escritorio para no caer…. Por suerte esto pasa y la pendiente se hace suave, cada vez más suave hacia la izquierda… ¡la función es asintótica(3)!
Giro levemente la cabeza a la derecha y sigo la línea, pero no puedo, crece de forma tal que vuelve el vértigo… el piso y las paredes cercanas se elevan exponencialmente hacia un techo que se pierde en el infinito. ¿Qué está pasando?.
Siento que me llaman, ah sí, sí, así está bien hecho, bueno, haga este otro ejerció ahora, y = x2(4).
Las paredes se curvan el techo se aleja, a derecha e izquierda es igual, estoy en la base de un valle glaciario, la forma de U es inconfundible, es tranquilo, pero no se puede salir, cualquier intento de trepar es imposible, a poco de andar la pendiente se hace insalvable ¡Estoy atrapado!.
Aparto
la vista cierro los ojos, me tomo la cabeza, vuelvo a mirar, por suerte todo está
normal, la alumna parece ensimismada en los ejercicios, no expresa nada. ¿Qué
hacer? Miro el reloj aun falta rato.
Hago un nuevo intento, ¿a ver que sigue? Ahí está bien clarita en el cuaderno. No puede ser, el piso se ladea, de un lado sube vertiginosamente, del otro cae igual de rápido, pero no tiene continuidad, es como estar en una casa de los espejos, la misma visión se repite hasta el infinito, me da miedo moverme, ahí cerquita del cero se está bien, pero si me muevo…. ¡maldita función tangente! (y = tg x (5))…
me está volviendo loco, esto no puede pasar, ¿Cómo va a cambiar el entorno según la función que tenga ante mis ojos? ¡¿Qué es esto?!
¿Eh? Si estoy bien, ¿o no?, no sé, me parece
que estoy muy cansado, ¿Te molesta si seguimos la próxima?. Gracias, has los
ejercicios de las páginas 10 y 11 para la próxima. Nos vemos.
Por
suerte se va, pobre, ella no tiene la culpa, pero no sé qué me pasa, hoy las
formulas me marean.
La puerta de salida está ahí a la izquierda, son solo unos pasos para poder salir. Cierro mis cosas, y ahí la veo, la ultima ecuación y = ln (x)(6)
y
= ln x, es sencilla, por la derecha crece suavecito, hay que andar un montón
para subir un punto… zas otra alegoría más, giro mi cabeza a la derecha y veo
lo largo, interminable, del camino, ¡que lento se hace pasar de un escalón al
otro superior y sin embargo, con qué velocidad se desciende! A izquierda es un
abismo en caída libre entre el 1 y lo más cerca que puedas del cero. Miro a la izquierda
y el piso desaparece, me mareo, es como estar en una cornisa, me da vértigo, el
abismo no tiene fin… y la puerta de salida es para ese lado…..¿será que es la
única salida?
Me
agarro fuertemente al escritorio para no caerme, esto hace que se desplace la
carpeta de ejercicios, ¡O Dios, una función sinusoidal aparece a la vista!,
empieza a crecer, eso es lo que hacen, crecen a partir de cero hasta los 90º
después decrecen hasta los 270º y de ahí para arriba de nuevo. De momento no
molesta.
Vuelvo
a mirar a la izquierda, la pendiente sigue ahí, tan a la vista como el
logaritmo que la origina, da miedo mirar, pero estoy quieto, y eso está bien.
Trato de estirar la mano para guardar el papel en que está escrita la función,
en la esperanza que así desaparezca la pendiente que me asusta.
No
llego, a pesar de que me estiro no llego. De pronto empiezo a sentir una fuerza
que me empuja…¡Es el seno que ha alcanzado los 90º y empieza a descender!
¡Me
caigo, ya no tengo fuerza y el seno cada vez empuja más! Allá lejos, el final
del logaritmo me llama.
¡No!
No quiero ir no puedo terminar así.
Me
resbalo, la pendiente es cada vez más pronunciada y el seno se acerca cada vez
más a los 270º. La presión que ejerce es insoportable!!!!!
–
Puje mamá, empuje….–
La voz viene de afuera de todas partes, no
tiene sentido, ¡me estoy volviendo loco! ¡Y está pendiente que me quita el piso
de los pies! ¡Y esta presión que crece y me empuja asía el abismo!
¿Qué
es eso allá abajo? ¿Una luz? ¡Qué fuerte! ¿Será esta la famosa luz al final del
túnel de la que hablan todos los que llegaron a las puertas de la muerte?
Zas,
me solté, miro hacia arriba y veo como el seno llega a los 270º y marca un gran
-1 anunciando el pico máximo de presión asía abajo. Literalmente me expulsa del
lugar donde estoy hacia el final del oscuro túnel en que he entrado.
Abajo
la luz es enceguecedora, paso velozmente frente a la función logarítmica y no puedo
evitar lanzar un profundo grito cuando caigo de lleno en lo más profundo del
túnel.
Alguien
me agarra al salir ¿Dios sos vos? Nadie me contesta y aunque escucho voces no
puedo entender lo que dicen.
Siento
que estoy todo mojado y desnudo, alguien me cubre con una manta y me
transporta. Tengo frio y no dejo de gritar. Me colocan en lo que parece ser el regazo
de una madre. Y de pronto me meten algo en la boca.
Umm,
¿Qué es esto? Parece un pezón….con leche…y esta calentita, que rica. Una suave
nube invade mi mente, de a poco las funciones y su carga desaparecen de mi
mente, un sorbo, desaparece la función seno, otro sorbo, el logaritmo no está
más, mientras me sostengan así no me caeré. Es como volver a nacer, ¡otra vez el
maldito juego de la oca! Debo haber caído en la casilla “regresa al comienzo”.
Otro sorbo, que rico y tranquilizante es lo que sale de este gran seno.
Estaba
tratando de recordar algo, era sobre un juego creo. Otro sorbo más.
De
apoco una gran calma me invade. Qué bien se está acá.
Ella sonrío a la enfermera que le
hablaba y cerró los ojos, el parto la había extenuado, pero la felicidad de
tener a su hijo en brazos recompensaba todo.
En algún lugar del universo alguien
volvió a tirar los dados, y otro jugador se movió de
casillero.
© Omar R. La Rosa
Las siguientes referencias son para quien desconozca (o no recuerde) y le interese.
Notas:
(1) Función
seno
(3) Función
asintótica, es aquella se acerca tanto como sea posible a una recta (asíntota)
sin tocarla nunca.
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