Disculpas
Al terminar la jornada, antes de regresar al descansó, tomo un pescado en dudoso estado de conservación.
Lo “olfateo” analizándolo. Quito las partes deterioradas y dejo las que estaban en buen estado.
Las puso en un plato.
Observo unos segundos al pez y meneo la cabeza…faltaba algo. ¡Ah! Ya, una guarnición. Corrió al refrigerador y tomo unas verduras, que luego acomodo primorosamente en torno al pez.
- “¡Uhmm!. No, aun sigue faltando algo” –
Un chef como él tenía que estar en todos los detalles.
- ¡Eso es! – se dijo al fin.
Tomo una aceitera vacía, coloco agua en su interior y una flor en el pico, luego puso el improvisado florero en la bandeja y sí, ya satisfecho salió con la comida al patio.
¿Dónde estaría? Se preguntó buscando al comensal.
Ahí, ahí estaba, en la cima de la cerca, contemplado la luna llena.
- Ven aquí, mira te traje un regalo. –El convidado ni giro a verlo. Eso lo apeno.
- Vamos, no seas así. En serio no te vi, discúlpame…con el apuro de la cocina ni me di cuenta… – ensayo una vana escusa.
Nada, no había forma, seguía ofendida.
- Dale, michí, acepta esto, es tu pescado preferido. Mira ve, te lo dejo aquí. Cuando quieras lo comes –
Poniendo el plato a un costado se bajo de la tapia y regreso a la cocina.
Era en vano insistir, estaba ofendida porque le había pisado la cola y no era una gata de perdonar fácilmente.
© Omar R. La Rosa
16/5/22
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