Velas Negras
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domingo, 26 de noviembre de 2023
Velas Negras.
sábado, 18 de noviembre de 2023
Desafío, que los limites estan para correrlos
Desafío
Llego
al final del camino, se detuvo y, cruzando las piernas sobre la montura se
quedó oteando el horizonte.
Tras
él, a derecha e izquierda, la inmensidad de la llanura que acababa de atravesar
haciéndola suya. Frente a él el gran rio y toda aquella tierra que no le
pertenecía...
El sol,
ocultándose tras el horizonte, cedió su luz a las sombras y todos los que lo
acompañaban armaron el campamento donde pasarían la noche.
Él no
se movió, solo siguió con la vista puesta en la otra orilla.
Ya
noche cerrada, él seguía en su contemplación, sin que nadie osara
interrumpirlo, hasta que ella, la concubina preferida, tomo ánimo y caminó
hacia donde estaba el real jinete. Era su prerrogativa y su deber.
Las
estrellas brillando en el cielo anunciaban el frio que se avecinaba.
- ¿En
qué piensas sire? – casi susurro cuando estuvo a su lado.
Si la
escucho no se inmuto. Por un instante continuó impávido, mientras el corazón de
ella suspendía los latidos en una tensa espera.
Sin
decir palabra, como tampoco las decía ese hombre tan imponente, que ella podía
controlar cuando lograba cubrirlo con sus brazos, apoyando en sus senos la regia
cabeza.
- En el
rio – hablo él al final.
- ¿Qué
quieres hacer? –
-
Cruzarlo –
- ¿Por
qué? –
-
Porque para eso están los ríos, para ser cruzados –
-
…también se los puede navegar – se atrevió a cuestionar, cuidando dejar caer
los ojos, en ese gesto tan típico que ella sabía él no podía resistir.
- ¿Ves
algún barco a mi rededor? – indago él en medio de una risotada.
No, no
había ningún barco. La decisión estaba tomada.
Al día
siguiente el Rin cedió ante sus tropas y el fin de un imperio comenzó a desencadenarse.
© Omar
R. La Rosa
sábado, 4 de noviembre de 2023
La foto del face... - los peligros de las redes
La foto del facebook
Embobado
se quedo mirando las imágenes subidas en una página de facebook.
Después
de más de 30 años la foto le traía viejos recuerdos al ver su joven rostro, junto con las caras de cada uno
de los compañeros.
Ahí
estaban todos los del cuartel de bomberos donde trabajaba en esa época y entre
ellos “el Walter”, “loquillo” le decían…, un pibe raro, siempre contento, pero
con esa alegría de la boca para afuera, sus ojos nunca reían.
Recordó
del viaje ese que habían hecho juntos, él, “el Walter” y 2 más, en un viejo auto
que no podía viajar a más de 80 km/h.
Como
700 km hicieron en esas condiciones, sin que el velocímetro superara nunca esa
mínima marca.
El
regreso lo hicieron a la misma velocidad y, por supuesto, llegaron tarde.
El
Walter, único militar del grupo, quedo preso, por no presentarse a tiempo.
Pobre pibe, ¿Qué habrá sido de él?
--------
Miro
detenidamente la foto, ahí estaban todos, incluso el civil ese que lo había
convencido de acompañarlo en ese “carromato” de “m…” que parecía andar a pedal.
Al
que deberían haber puesto preso al regreso era a ese tipo, no a él.
¡Recién
egresado y preso por llegar tarde!, eso manchó su foja y marco su vida…
Más
de 30 años esperando, sin saber nada del tipo ese y de pronto ahí aparecía de
nuevo en esa foto del facebook.
Se
relamió, mientras anotaba la dirección del que había hecho el posteo.
La
venganza es un plato que se sirve frio.
(c) Omar R. La Rosa
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domingo, 22 de octubre de 2023
El caso del cerro Goye - Una carta pidiendo ayuda
Inspector Jonás
S / D
Estimado Inspector
Si bien no tengo el gusto de conocerle en persona, la lectura de las noticias de sus hazañas como detective y los buenos comentarios que de usted me llegan me animan a escribirle la presente nota, en la esperanza de poder contar con lo que seria, de aceptar, su inapreciable ayuda en el caso que paso a exponer a continuación.
Usted no tiene por que saberlo, pero mi autor es una persona ya mayor, criada a la antigua, poco dada a hablar de sus cosas personales, por lo que estoy seguro que, de no mediar mi intervención jamás se sabría lo que le sucedió en Febrero de 1976.
En efecto, si no fuera por mi experiencia personal (de la que quizás usted ya tenga noticia), y por los hechos sobre los que viene hablando el señor Cuauhtemoc, (entiendo que es su autor) en sus últimos videos, yo tampoco me animaría a comentar lo que he averiguado sobre lo que le paso al pobre en ese paradisiaco paisaje de nuestro amado sur.
Pero, a los hechos, para ponerlo en escena le comento que esto es real y le sucedió al autor y sus amigos, en un camping de Colonia Suiza, sobre la margen sur del lago Perito Moreno, en cercanías de la ciudad de Bariloche (a modo de post data adjunto los datos geográficos, por si le son de utilidad)
A principios del año 1976 en nuestro país la situación política era delicada (como, luego aprendí, lo ha sido siempre) pero aun teníamos un gobierno civil, lo que posibilito que mi autor hiciera su primer campamento con el grupo parroquial al que concurría.
Imagínese, en esos días era un jovencito que cumpliría los años fuera de su casa por primera vez, y todo le era desconocido y en extremo excitante, como debe ser a los 16.
Para no aburrirlo no he de entrar en detalles irrelevantes, baste con decir que una de las noches de fogón, donde el grupo de jóvenes tocaba la guitarra y cantaba canciones de protesta, (a imitación del estilo de vida hippie que nos llegaba de yanquilandia), se prolongó más de lo usual, y, entre charlas filosóficas y discusiones sobre que si el pisco chileno era mejor que el peruano o viceversa, se quedo dormido al costado del fuego, tapado hasta las orejas con su poncho, que si bien por acá Febrero es pleno verano, las noches cordilleranas siempre son frías.
Y así habría amanecido, a no dudarlo, de no haber sido por esa brillante luz en el cielo sur, tras el cerro Goye (que desde la playa se ve en ese sentido).
Cuando abrió los ojos pudo ver claramente las caras de los cuatro compañeros que no se habían retirado a dormir a las carpas, tanto había aclarado la noche.
Todos con la misma expresión de asombro y, según reconoce, algo de temor.
Temor que se transformó en miedo (que no pánico) cuando uno de ellos, al querer incorporarse, se vio golpeado por una fuerza invisible que lo postro nuevamente sobre el pedregoso suelo.
Cuenta que pasaron varios minutos (aunque a lo mejor no fueran más de dos) respirando profundo, tratando de entender que pasaba.
Lo único que se les ocurrió fue un temblor, que explicaría la caída del compañero, pero descartaron la idea porque solo afecto al joven.
Como pasado el tiempo (en sus propias palabras) “no pudieron elaborar ninguna otra hipótesis”, optaron por tratar de incorporase todos a la vez, y es aquí donde su relato se vuelve confuso y su ayuda cobra importancia, si me la brinda.
Dice el autor que, ni bien parados sobre sus piernas estas empezaron a temblar como presas de un espasmo incontrolable, que las pocas estrellas del cielo (de donde se deduce que esto acaece cerca del amanecer) comenzaron a girar alocadamente, produciendo una poderosa sensación de mareo y que, he aquí lo más impresionante, el Goye (el cerro) se incorporó con un poderoso bramido, amenazando aplastarlos con su mole.
Pasado esto nadie recuerda nada más, lo próximo que se sabe es que los encontró una de las chicas del grupo, a eso de las 9 de la mañana, con el sol ya alto, desparramados en torno al apagado fogón, en unas posiciones muy extrañas, que la asustaron.
Sobre todo porque no despertaron fácilmente, que parecían como hechizados o algo así.
Y hasta aquí el relato de los hechos
Solo puedo agregar que, debido a una gran casualidad, por esos días yo me encontraba en el parque nacional Nahuel Huapi (o no tanto, pues estaba estudiando un caso que a lo mejor le cuente en alguna otra oportunidad, si así lo desea)
Como le digo, debido a esta casualidad me anoticie de lo sucedido apenas pasado el medio día.
Por la índole del asunto que le comente renglones arriba, este relato, que en otras circunstancias no habría pasado de ser otro caso de chicos, llamo mi atención y me acerque a echar un vistazo por el campamento, donde, para mi decepción, la escena de los hechos no había sido preservada, por lo que poco o nada pude recabar, más allá de las dos botella bacías de pisco, que le estoy enviando en una encomienda por bulto separado (uno peruano y otro chileno).
A la espera de que el caso despierte su interés y pueda brindarme su colaboración le saluda atte.
O. Fabeldichter
sábado, 9 de septiembre de 2023
Lucrecia, el precio de la sobervia de los ignorantes
Como venía haciendo los últimos 10 días, se presentó en el penal para entrevistar a un interno. Siempre uno distinto, era para parte de un relevamiento para su tesis.
- Solo 10 minutos señorita – le advirtió el guardia, como de costumbre al franquearle el acceso.
- Sí, gracias, será suficiente – sonrió ella complaciente, aunque esta vez su sonrisa no fuera la de costumbre, pero claro, eso nadie podía saberlo.
- Si tiene algún problema solo avise, estamos del otro lado – indicó el guardia cárcel saliendo por la puerta.
La habitación estaba completamente desnuda, a no ser por la mesa y las dos sillas, una a cada lado de la misma.
Con paso sensual camino hasta la que estaba vacía y se sentó, acomodándose de modo tal que su generoso busto, recatadamente cubierto, pero inteligentemente insinuado, fuera apreciado por el hombre encadenado en la otra silla, frente a ella.
Con gesto profesional activo el grabador y abrió el block de notas.
- ¿Listo? – preguntó ella.
- Adelante preciosura – se jacto él, recostándose contra el duro respaldo de metal de su silla.
- Para el registro, ¿Me repite su nombre y porque está aquí? –
- Estoy aquí por culpa de un soplón … -
- Sí, pero ¿De qué se le acusa? –
- ¿Acusar? Ja, de nada, yo las mate a todas, no hacen falta acusaciones – se vanaglorio
- ¿Cuántas has matado? –
- Mmm, a ver déjame pensar … - e hizo la pantomima de estar haciéndolo – unas 15, aunque creo que la ultima se murió sola, del susto, antes de que la acuchillara –
- ¿Se acuerda su nombre? –
- ¿Importa? –
- Mmm no, supongo que no. A propósito, no nos has dejado su nombre, para el registro – aclaró indicando el grabador.
- ¿Solo mi nombre?¿No quieres también mi numero de teléfono? – bromeó, pavoneándose.
Ella sonrió cómplice.
Durante los siguientes minutos la entrevista fue subiendo de temperatura, en la medida que él narraba con lujo de detalles las violaciones y asesinatos que había cometido. Un psicopata total.
Con cada detalle ella parecía excitarse más, hasta que, ya casi sobre el final del tiempo concedido ella estiro su blanca mano, como para apagar el grabador y, con un movimiento imperceptible, rozo las de él.
Solo las cadenas que lo mantenían unido a la silla evitaron que el hombre se le abalanzará.
Sabedora de esto, ella avanzó un paso más, mirándolo fijamente a los ojos entreabrió sus labios rojos y en un susurro preguntó.
- ¿Sabes quien fue Lucrecia Borgia? –
Extrañado el hombre dudo para luego reír.
- No, no recuerdo a ninguna con ese nombre de loca – negó él despectivamente.
- Es una pena – se lamentó ella, jugando con la lengua entre los blancos dientes, que solo él, sentado frente a ella, podía ver.
Distraídamente apoyo los codos sobre la mesa, haciendo palpitar sus pechos, acercándose peligrosamente al reo, que, en un alarde de fuerza hormonal logró mover la silla y besar violentamente los rojos labios de la mujer.
Fingiendo sorpresa esta se retiró satisfecha, mientras el hombre, ya contenido por los guardia cárceles, que prontamente lo redujeron, saboreaba el carmín que había robado.
- Nunca podrás olvidar ese beso – se rió mirándola sobrador.
- La soberbia de los ignorantes – suspiró ella mientras un guardia se deshacía en pedidos de disculpas por lo sucedido, no fuera a ponerle una denuncia por el triste incidente.
Ya fuera el penal camino tranquilamente hasta su auto, subió y se marcho.
Unas cuadras más adelante se detuvo en una gasolinera y entro al baño.
Puso la traba, abrió su cartera, sacó un pañuelo de papel, con el cual quito los restos del labial que aun tenia y lo arrojó al escusado.
Luego sacó un pequeño frasquito y se bebió el contenido del antídoto, por las dudas.
Satisfecha miro el reloj y sonrío, a estas horas el maldito ya debería estar en sus últimos estertores.
Ese mal nacido no volvería a matar a nadie.
© Omar R. La Rosa
15/Feb/2022
viernes, 1 de septiembre de 2023
De cómo un concierto salvo un pais - puede pasar
De cómo un concierto salvo un país
- No puede ser Sabrina – Indicó Diego, señalando los resultados obtenidos.
- Si, es increíble, pero lo hemos verificado ya 10 veces y siempre da lo mismo – afirmó la pasante. – Creo que deberíamos avisar a las autoridades –
- Sí, tenemos que hacerlo – aceptó el geólogo decidido, tomando el teléfono, marcando el número del ministerio.
Ella lo observó mientras él, atento, esperaba respuesta, la misma llego luego de una eternidad, se sabe que en los ministerios los horarios se cumplen a rajatabla y era algo inaudito que alguien atendiera el teléfono, pero al final pasó.
….
Pacientemente explicó el peligro en ciernes, debían suspender el recital publicitado.
- … –
Por la expresión de Diego, Sabrina dedujo que del otro lado se negaban a hacer tal cosa
- Pero ¿lo pensaron bien? Estoy advirtiéndoles del peligro… –
- … –
- … por la cantidad de gente y la potencia del sonido, puede ser peligroso –
- … –
- Sí, sí, lo entiendo, solo que la posibilidad de desencadenar un temblor es muy real –
- … –
- Sí, se que Buenos Aires no es una zona sísmica, apenas se producen temblores aquí, pero ha pasado, y puede volver a pasar –
- … –
- ¿Qué que tiene que ver el recital? Pues, por teléfono es difícil de explicar, si me permite me llego por su oficina y le muestro las graficas de concentración de tensiones en la placa continental, es un proceso natural que, en condiciones normales, puede producir un temblor importante cada unos 100 años… -
- …. –
- Sí, entiendo su escepticismo y hasta su risa –
- … –
- No, ¿Cómo voy a pensar que me estoy burlando de usted? –
- … –
- Solo que, si se dan ciertas condiciones el evento se puede precipitar, y hay antecedentes de que eso ya ha pasado en otros lados (2) –
- … –
- Lo entiendo, en política esas cosas no importan y que es muy importante que el público disfrute el recital en ese momento –
- … –
- ¡Ya hay más de 100.000 entradas regaladas…! –
- …. –
- Perdón, distribuidas, sí, sí, que el recital es gratuito –
- Hola, hola, hola. Me cortó – dijo por fin, derrotado, al tiempo que volvía a marcar.
- Deja, ya esta noche no te escucharan, mejor inténtalo de nuevo mañana – lo calmó la pasante.
Tenía razón, lo mejor era irse a dormir… si la idea, dando vuelta en su cabeza, lo dejaba…en fin, mañana seria otro día.
Por su puesto no durmió bien. Es que las cosas pasan… En sueños vio como mientras el recital estaba en su punto culminante, cuando el “pogo” estaba en su fervor máximo y la música sonaba con todo su volumen, la tierra tembló.
Un sismo de grado 4 sacudió la ciudad de Buenos Aires, con epicentro a 3 km bajo el Congreso de la Nación, justo en el momento en que el gobierno en pleno estaba exponiendo ante los legisladores…Días después se sabría que ninguno de los honorables funcionarios sobrevivía a tan gran fue la catástrofe…
Una extraña sensación le atenazo la garganta, fue como ver una luz al final de un túnel…
Los golpes en la puerta lo volvieron a la realidad…más dormido que despierto la abrió y, ante su asombro, allí estaba la figura de Sabrina con los brazos en jarra.
- ¿Qué haces? Te quedaste dormido ¿o qué? –
El reproche lo termino de despertar y tomo plena conciencia del sueño pasado.
- Ahhh, sí, las dos cosas – afirmó él, mirando el reloj pulsera.
- ¿? –
- No escuche el despertador y…estuve pensando… – ensayó a modo de explicación no pedida – A lo mejor lo de anoche son solo ideas nuestras… ¿Para qué vamos a seguir molestando? –
- Pero ¿y si pasa algo? – La joven no podía creer lo que oía.
- Bueno, está registrado que nosotros llamamos anoche advirtiendo… – se excuso al tiempo que terminaba de vestirse – ¿Me acompañas a desayunar en el bar de la esquina, tienen una medialunas buenísimas –
- Bueno – Acepto ella. No entendía el cambio de actitud, pero…una invitación a desayunar no era algo para rechazar.
© Omar R. La Rosa
Notas:
(1) INPRES Instituto Nacional de PREveción Sísmica
(2) Dos recitales de Taylor Swift, en el noroeste de EEUU desencadenaron sendos sismos.
miércoles, 16 de agosto de 2023
Demencia, ¿que mayor locura que el amor?
Demencia
Los años y su paso implacable no respetan a nada ni a
nadie.
Llevaban una vida juntos, desde aquellas lejanas
épocas en que, adolescentes aun, ella se digno mirarlo.
Como olvidar ese día, si casi se muere de la emoción
que le causaran esos ojos claros contemplándolo, ella la chica más hermosa que
él hubiese visto nunca, a él, un ratón de biblioteca (un nerd dirían hoy)
Pero claro, eso había sido hacía mucho tiempo, y ahora
hasta esa mirada se había perdido entre las nieblas de la vejez.
Como fuera, un día como ese, hacia ya mucho, ella lo
había hecho el hombre más feliz del mundo, y, aunque fuera una ilusión, deseaba
recordarlo.
Hubiese querido invitarla a un buen restaurante, como
en los buenos tiempos, pero ella ya no podía.
Y, aunque pudiera, no lo notaria.
Con mucho cuidado preparo la mesa, velas, manteles, la
mejor loza que encontró, un buen tinto en copas de cabo largo, de esas que
parecen de películas y música suave.
La cena era del restaurante del barrio, que hasta eso
él no llegaba, pero, bueno lo que importaba era la intención.
Cuando todo estuvo listo la fue a buscar, la ayudo a
vestirse, a ponerse sus mejores joyas y peinarse. Luego la llevo hasta la sala,
le acomodo la silla (todo un caballero), sirvió vino y, a su lado, elevo la
copa en un brindis.
- ¿Qué festejamos mi amor? – preguntó sorprendida.
- Que estamos juntos – ella se sonrojo alagada y, por
un instante sus ojos volvieron a ser los que a él lo habían enamorado.
Mas luego una sombra los empaño, como si algún
recuerdo se hubiese abierto paso entre las nieblas de su mente
- ¿Y si viene mi marido? –
- Tranquila, está de viaje, no vendrá – le contestó, a
pesar del dolor.
Ella volvió a sonreír, como lo hacía antes, cuando él
pensaba que era a causa suya, y la ilusión sano en algo la herida.
(c) Marcial Apuleyo
sábado, 5 de agosto de 2023
Televisión - un pequeño cuento postapocaliptico (o actual)
Televisión
Como todos los días, al caer el sol dejaron el agujero que les servía de refugio, para recorrer las ruinas de la ciudad.
No sabían cuál había sido el nombre de la misma, cuando ellos la encontraron ya estaba abandonada, como tantas otras.
En eso era igual a las demás, por lo que ¿Qué importaba como se llamara? Mientras les permitiera obtener sustento se quedarían, y luego, bueno, luego se vería.
Con paso cauteloso se acercaron al edificio más cercano. Lo habían señalado la tarde anterior y ahora volvían a él, esperando hubiera sido una buena elección.
Ni bien saltaron por la ventana, se encontraron en una estancia aun iluminada.
Como a tantas otras las plantas ya la habían invadido, pero aun quedaba espacio suficiente para caminar con comodidad…si nada cambiaba en un par de años eso ya no sería así.
Pero eso sería en un par de años, de momento una rápida mirada alcanzo para calibrar el valor de la misma…nulo, no había allí nada que les pudiera ser de utilidad, solo una caja vieja y enmohecida, en un rincón entre la ventana y la puerta.
- ¡Al fin se logro! – exclamó casi con alegría Juan, al reconocer el aparato.
La desaprobadora mirada de Claudia le volvió a la realidad.
- No, no me engaño – aclaró unos instantes después, aceptando el reproche de su compañera.
- Sé que tan solo fue reemplazado por algo tecnológicamente más avanzado, que nos ha hecho algo humanamente más atrasados…pero… – respiró profundamente, mirándola con infinita ternura.
- ¿No es una hermosa imagen? Dime, dime si aunque sea por un momento, no sientes que has recuperado tu libertad, que puedes volver a volar en las páginas de un libro o simplemente correr sobre el pasto con los pies descalzos –
- Juan, Juan, eres un soñador – Le dijo ella tomándole el brazo.
- Tú no eres de este mundo, por eso te quiero tanto – le dedico una de esas sonrisas que a él lo podían, y siguieron buscando que cenar, que la comida no abundaba.
© Omar R. La Rosa
www.ytusarg.com.ar
audio libro en
https://youtu.be/dpetzhmZN1A
sábado, 22 de julio de 2023
La Guarida.
Aunque con un planteo inverso al del realismo mágico de
principios del siglo XX bien podría responder a esta cuasi corriente literaria.
El mismo sigue la línea de pensamiento iniciada días atrás en
una conversación con el escritor mexicano Cuauhtémoc Ponce sobre el tema “Donde está el p*to cablecito”
(ese que yo había guardado para, justamente, no perderlo y encontrarlo fácilmente
cuando lo necesitara)
Advertencia, contiene escenas que se pueden considerar machistas y violencia de sexo explicita.
La Guarida
Sábado, fin de semana de Julio, templadito, como si no estuviéramos a mitad del invierno. Ideal para salir a pedalear, remar o cualquier cosa, menos quedarse en casa.
- “Gordi” ¿Y si nos vamos a comer un asadito a las sierras? – se arriesgó a preguntar ilusamente.
- Hay, no sé – dudó ella concentrada en el agua de la pileta de lavar.
- ¿Qué te pasa? – preguntó él (Error presumiblemente originado en una “atadura” de la niñez, como me contaron la semana pasada)
- Se tapo el desagüe de la pileta de lavar. ¿Queres revisarlo? Seguro que es alguna pavadita. Después salimos –
¿Quién diría que una situación tan trivial desataría el drama existencial que siguió?
Empezando que, para llegar a la pileta de patio a que va a dar el desagüe, era necesario quitar los estantes del mueble (que por alguna mágica e inexplicable razón está justo sobre el lugar a inspeccionar).
Claro, una cosa es decirlo y otra hacerlo, pues antes hay que retirar (y acomodar) los “quichicientos” frascos y frasquitos con sustancias varias, correr los tarros de cera para piso, la lata con el hormiguicida, el envase de enjuague para la ropa, el bidón del jabón liquido, el…
Bueno, no es para tanto, luego de unos 45 minutos ya esta, libre el acceso a la tapa de inspección…para encontrarse con que el albañil que coloco el mueble no tuvo mejor idea que dejar los restos de cemento sobre la tapa.
Total que hay que ponerse a sacarlo, pero claro, ya lleva por lo menos un par de años ahí…y no hay lugar para golpear…es entonces que el pobre hombre advierte el paso de los años, las articulaciones crujen tratando de acomodarse las extrañas posiciones que necesita adoptar para sacar la mescla ya seca.
Pero, “no hay duro que no se afloje”, al final la tapa queda libre y, luego de alguna resistencia, se logra acceder a la cámara…para encontrarla tapada con los mismos restos de cemento ¿Por qué el buen señor que hizo el trabajo no considero tomar alguna precaución? Con tapar la tapa con un trapo habría bastado…pero ¿para qué? Si total él no la iba a volver a sacar…que se cante el tipo al que le toque, o sea él ahora.
Con infinita paciencia encaró el trabajo de presidiario que tenía por delante. Con una cucharita de café (más grande no entra) comenzó a remover los restos…Por su puesto, el prolongado tiempo en la incómoda posición hizo que se le entumezca el cuerpo, por lo que no pudo ni moverse cuando el gato, en busca de comida, se paro encima de su espalda, o cuando el perro, corriendo al gato, le salto arriba como si fuera una gran hazaña, ni cuando su mujer, en un declarado intento de intimidar a los animales, le pegó de lleno con la escoba entre a la quinta y la sexta lumbar…
¿A que continuar? Luego de varias horas de renegar consigue el objetivo…la pileta quedo limpia y operativa, pero la tarde se había ido, el viento había rotado al sur y el invierno hacía notar su regreso.
- Ya se ha hecho tarde para salir – sentencio obviamente su mujer – mejor me voy a tomar mate con las chicas – dijo al tiempo que salía hacia lo de las vecinas…
Fue ahí cuando el pobre tipo recuperó su esencia animal, el atávico machismo que le impele a buscar un refugio… donde lamerse las heridas del día, para poder enfrentar los próximos combates (que sin duda llegaran).
Cansino, sin cambiarse, con la ropa sucia, en un acto de extrema rebeldía (total la señora ya se fue y no lo ve) encaminó sus pasos hacia “la guarida”…donde otros machos, igual o peor de golpeados que él, curan sus heridas con el néctar que les brinda la única hembra que ingresa al lugar, “la Pepa”, dueña del bar donde se sirven las mejores cervezas del pueblo.
© Omar R. La Rosa
sábado, 10 de junio de 2023
BMW - no hay respeto
A
última hora de la tarde paso por el lavadero a recoger su flamante BMW.
Al
ingresar en el vehículo respiro profundamente, el penetrante aroma a cuero y
los embriagantes perfumes de un auto nuevo actuaban como bálsamo para su
torturado espíritu.
La
sensación duro solo unos segundos, era un hombre práctico, un profesional en lo
suyo y ese tipo de desvaríos no eran propios ni convenientes.
Puso
en marcha y el rugiente el motor, oculto bajo el capot, transmitió toda su
potencia al grupo tractor, precipitando raudamente el auto hacia su destino.
Hermosa
maquina, se volvió a repetir, orgulloso de poseerla, que su buen trabajo le
había costado.
Por
su puesto, la ciudad en que trabajaba distaba mucho de ser la más adecuada para
el lucimiento del auto, ¿Qué remedio? Los intereses de sus clientes estaban
allí, y allí había que cuidarlos.
Llegado
a destino apareció el clásico inconveniente, ¡No había lugar donde aparcar!
Maldita ciudad, si nadie respeta nada, ¿Cómo iban a respetar los carteles de
prohibido estacionar?
Pero,
la dinámica de su trabajo ya estaba en marcha, y no se iba a detener por una tontera
así. No lo dudo, estacionó en doble fila y rio a modo de desafío. ¡Pobre del
que se le ocurriera decirle algo! Aunque, en aquella ciudad, nadie cuestionaba
esas cosas.
Al
cerrar el auto la alarma se conectó automáticamente y se desentendió de él.
A
grandes pasos subió los escalones del lúgubre lugar. En el primer entrepiso
encontró el objeto de su trabajo, un hombre de unos 40 años que se había creído
más inteligente que su jefe, con derecho a quedarse con lo que no le
correspondía.
Cuando
el tipo lo vio entrar le mudo el semblante.
Por
supuesto, aunque se sabía en peligro de muerte no estaba entregado.
Siguió
un breve intercambio de disparos, al cabo del cual los dos esbirros con que el
desgraciado había creído protegerse yacían inertes y él, erguido triunfante se
preparo a terminar su trabajo, ante la desesperación del sujeto.
Fue
justo en ese momento que la alarma de su amado BMW comenzó a sonar estridente,
desesperadamente.
La
distracción fue de una fracción de segundo, suficiente para brindarle un escape
a su víctima.
A
la carrera, insultando a todo el mundo llego hasta su querido auto, para
encontrarlo con la luneta trasera destruida y el auxilio desaparecido.
¡Qué
ciudad de m…, llena de mal nacidos!¡No hay códigos!¡Esto no era vida!.
Pensó
en salir tras los rateros…pero el trabajo estaba primero.
Resignado
e indignado dejo el auto donde estaba y corrió en busca de la presa escapada.
¡Había que seguir trabajando!. La reparación no sería gratis.
©
Omar R. La Rosa