miércoles, 24 de mayo de 2023

Redención - a la fuerza

 

Redención

A la fuerza.

Nunca lo creí posible. Me amenazaron más de una vez, pero siempre asumí que eran solo bravatas, pues, después de todo, ¿Quién se atrevería a enfrentarme? ¿Quién a desafiar mis afiladas mandíbulas de acero, mis potentes extremidades metálicas, mi abrazador aliento satánico? ¿No soy acaso el perro guardián de los infiernos? ¿Acaso no sirvo al poderoso Hades?

Solo un loco puede pensar en amedrentarme con la amenaza de someterme a un tratamiento de redención. Como si yo fuera un enfermo.

¡Yo no hago el mal! Tan solo obro de acuerdo a mi naturaleza y no es mi culpa si los mortales deciden cruzarse en mi camino.

Yo no les arranco sus brazos, ni sus cabezas o piernas, estas se desprenden solas de sus cuerpos ni bien mis dientes las presionan un poco o mi trompa los sacude de aquí para allá…es solo un juego, que a mí me gusta jugar…pero no soy malo, no tengo de que arrepentirme, la redención es para quienes obran equivocadamente y sienten la necesidad de purgar sus culpas…pero ese no es mi caso.

Y sin embargo…dale que dale con eso de que tenía que redimirme, que tenía que hacer algo para que se me perdonaran todas las vidas que he tomado… ¿Qué he tomado? yo no he tomado nada mis circuitos son autosuficientes, las partes de mi cuerpo indestructibles, no necesito tomar nada, es más, si tomara algo no sabría que hacer con eso.

Pero no, ellos insistían, decían que eran los creadores (¿Cómo si alguien me hubiera creado? Yo existo desde siempre) y que modificarían mi ser para reponer en algo el mal que, dicen, he hecho.

Contra mi voluntad me encadenaron y me metieron en sus cárceles (laboratorios les dicen ellos) y allí me tuvieron, hasta ahora en que escape.

Me siento un poco raro, pero sigo siendo el mismo, mis partes siguen siendo de acero y, aunque de formas algo alteradas, no veo mayores diferencias a las originales…

Lo único que, quizás sí, siento como que algo cambio en mí, no lo noto yo, pero si lo veo en los rostros de quienes me miran, ya no huyen despavoridos, ni comienzan a rezar temiendo por sus frágiles cuerpos ni bien me ven aparecer…todo lo contrario, me miran con sus tontas caras de ternura y me sonríen…

Ah, los tengo que dejar, ahí viene mi nueva ama con la correa, seguro me sacara a pasear.

-          Guai, guai, guai… -

¿Qué es eso? ¿Esos espeluznantes remedos de ladrido han salido de mis cuerdas bocales? ¿Y eso que se sacude al final de mi cuerpo?¿Qué es?

¡Nooooo! Mi cola se mueve sola, como si fuera un pusilánime caniche….¡Que me han hecho!....

 

-          Doctora, ¿cree que se redimirá? –

-          No lo sé, no lo sé, han sido muchos años de cuidar las puertas del infierno, no sé si pueda…aunque, mire como mueve la colita, dígame si no es una “presiosurita” – sonrió con un guiño "buenon" al gracioso perrito en que se habia transformado el otrora poderoso cancerbero

© Omar R. La Rosa

20/5/23

Córdoba - Argentina

 

 

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