Se sentó en una silla que encontró vacía, algo alejada del
ruido del gentío y se durmió.
Tenía esa edad en que uno puede darse algunos “gustos”, como
quedarse dormido cuando se tiene sueño, aunque no sea hora para eso.
-
José. José – Le llamo dulcemente la mujer
Aun adormecido abrió sus ojos y vio que su madre le llamaba.
Demoro unos segundos en recuperar todos sus sentidos y entonces se levanto y
fue corriendo a abrazarla.
-
¿He? ¿Qué te pasa? – le preguntó la madre al ver
la reacción afectuosa del niño
-
Tuve un sueño muy feo mamá –
-
Bueno, bueno sea lo que sea ya paso – le consoló
ella.
-
Pero vamos, vamos que se nos hace tarde – le urgió,
y viendo que el niño tenía necesidad de contar su sueño le animo
-
En el camino me cuentas, pero apura, ya apareció
la estrella – mientras con la mano derecha indicaba el cielo
Era un cielo hermoso, límpido como no recordaba, como esas
noches en que la helada cubre los campos y las estrellas parecen brillar tanto
en el cielo como en la tierra. Pero no hacia frio.
Caminaron y durante el camino los vecinos se les fueron
uniendo, venían de todos lados, algunos solos, otros en familia, como ellos…y
ahí estaba papá, y la hermana Margarita, esa que le parecía tan mayor.
No solo hombres, también animales iban en el mismo sentido
que ellos, algunos en rebaños con sus respectivos pastores, otros solos o en
manadas.
-
Mamá, mamá, ¿A dónde vamos? – pregunto, pero
ella, en su apuro pareció no escucharle
-
No importa – se dijo, mientras apretaba
fuertemente su mano cálida y afable
-
Lo que importa es que estas acá. Si supieras el
susto que me di, de pronto no estabas con migo, me habías dejado solo – empezó
a contar su sueño y las lagrimas se le apiñaron en los ojos recordando la
pesadilla
-
Yo estaba solo ahí, en medio de toda esa gente
extraña, todos corriendo para cualquier lado, alineados con unas cosas con luces que llevaban en sus
manos de las cuales no apartaban sus ojos ni para mirar a quien tenían a su
lado –
Repentinamente se quedo en silencio, como si su mente le hubiese
abandonado…pero fue solo un instante, luego, extrañado continuo su relato
-
No, no estuve siempre solo, me acuerdo que una
chica muy bonita me tendió la mano y me hizo muy feliz, aunque no siempre lo
supe, y no sé si yo la hice feliz…- los ojos vidriosos del niño brillaron con
extraña luz
-
También hubo otra gente, y yo los quería mucho…pero
luego…todos se fueron y me volví a quedar solo mamá – y rompió en llanto abrazándose
fuertemente a las piernas de la mujer
-
He, que me vas a hacer caer – le recombino cariñosamente
y dándose vuelta se agacho y lo alzo, llevándolo en brazos el resto del camino
El ya era grande para eso, pero
se sentía tan bien en brazos de su madre. De a poco su sollozo se calmo, la calidez
del hombro materno, la cercanía de su corazón, el mullido de su pecho…¿Qué
mejor medicina para su dolor? –
-
Mamá –
-
Si cariño –
-
Las madres ¿matan a sus hijos? – La pregunta la
sorprendió. Se detuvo y le puso sobre el piso, para mirarle de frente a los
ojos
-
¿Qué cosas dices José? Claro que las madres no
matan a sus hijos, las madres dan la vida por sus hijos ¿de dónde sacas esas
cosas? -
-
De mi sueño mamá, fue terrible, había mujeres
con pañuelos verdes en las manos pidiendo a gritos poder matar a sus hijos sin
que nadie les diga nada –
Horrorizada la madre le hizo una
caricia en la cabeza
-
Mi niño, mi pobre niño, ¿Qué habrás comido
pilluelo para tener tamaña pesadilla? –
El bajo los ojos, como
avergonzado por algo que no había hecho
-
Vamos, ven que ya llegamos, mira, mira allí –
indicando hacia la construcción precaria frente a la cual estaban ellos y todos
los que lo acompañaban.
En el cielo la estrella parecía
haberse detenido sobre la casa, aumentando su luz, apartando las sombras de la
noche, lo que allí pasaba iluminaba al mundo
-
¿Ves?, ves ese niño allí, y esa mujer a su lado
–
-
Si mamá –
-
Ella es su madre, y estará a su lado toda su
vida, hasta el último día, cuando todos lo hayan abandonado, ella seguirá ahí
cuidándolo amándolo…¿Cómo puedes pensar que algún día una madre podría querer
matar a su hijo? -
Cierto ¿no?. Más tranquilo el sueño le volvió a ganar y se
quedo dormido sobre el regazo materno.
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-
Abuelo, abuelo, vamos que van a dar las 12 –
-
Ya voy mamá –
-
¿Qué decís Abu? –
De apoco recupero todos sus sentidos…y recordó. Era Navidad
y le habían permitido salir del asilo para pasar la noche buena con la única
hija que aun le recordaba
-
¿Ah?, sí sí Lucí ya voy – y se quedo unos
instantes mirando a la nieta
-
Lucia, sabes que te pareces muchísimo a tu
bisabuela, mi mamá –
-
¿tuviste mamá abuelo? –
-
Pues, si –
-
Huy debe ser revieja –
-
Si, supongo que sí – y tomando la mano de la
niña le siguió
-
Más despacio Lucia no corras -
Córdoba – Argentina
26 de Diciembre 2018
Omar R. La Rosa
El Escribiente
@ytusarg
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