martes, 2 de junio de 2020

¿Fluido Garcia?

“¿Fluido Garcia?”

Como todas las tardes, al pasar por el despacho del escribiente, de regreso de los corrales hecho una ojeada para ver como andaba, pero esta vez no vio a nadie.

-          ¿Qué raro? El escribiente no es de salir mucho – se dijo mientras seguía los pasos de cancerbero, que apuraba el paso de regreso a las casas.

Sin embargo, y a pesar del apuro que llevaba el perro, fue él can quien se detuvo al pasar frente al galpón del taller.

-          ¿Qué pasa guardián? – interrogo el arriero al ver al canino tan atento mirando el interior.

-          ¡Que ahí esta! – pareció decir, pero no lo dijo por que la fantasía de este relato no da para tanto.

Efectivamente ahí, entre los arneses, las poleas y la maquinaria, estaba el escribiente. Con cautela, entro, sin hacer ruido para no molestar y se quedo mirando.

En la mesa una parva de libros y planos desplegados, herramientas de mano, eléctricas y electrónicas distribuidas en aparente desorden cubrían una considerable superficie y, en una claro, una cosa rara bajo la cual asomaban un par de pies.

-          Bueno, ya esta – dijo el escribiente saliendo de debajo de la maquina

-          Ahora a cargar las baterías y ya – concluyó enchufando el cargador al artefacto.

-          Buenas, ¿Qué hace? – habló entonces el arriero

-          Ah, buenas, ¿Cómo esta? –

-          Bien, bien ¿y usted? – preguntó sinceramente preocupado, aunque tratando que no se le notara.

-          Mejor que nunca – e, indicando hacia la cosa cuyas baterías se estaban cargando

-          Ahí la tiene, pensé que iba a ser más difícil –

-          Aja, y ¿Qué es? –

-          Un Anacronópete. Va una copia “aggiornada” que acabo de terminar – aclaró muy orondo.

-          No lo pude hacer igual porque hay piezas que ya no se consiguen – se disculpó innecesariamente.

-          ¿Y qué es ese “anoconprete”? Dicho sea de paso, que mal suena –

-          Anacronópete, no se confunda. Es una máquina para viajar en el tiempo –

-          ¿De dónde ha sacado usted eso? –

-          De aquí, de este libro de mi abuelo. No sabe la cantidad de veces que he mirado esos planos sin saber que eran.-

-          ¿Y ahora sabe? –

-          Pues si, después de ver el capitulo 5 me ha quedado reclaro –

-          ¿Y qué quiere hacer con ese artefacto del diablo? – preguntó al tiempo que se santiguaba

-          No me aguanto a saber si habrá quinta temporada o no, así que voy a viajar al futuro – pensó unos segundos y continuo

-          Y al pasado, quiero hablar con los guionistas, hay varios hilos sueltos o cosas que no entiendo, en una de esas me las explican. Por ejemplo, Pacino al final parece arreglar todo y se queda en el presente, mientras su otro yo se va la misión de las meninas, lo cual quiere decir que volverá de esa misión y…¿se encontrara a sí mismo? … -

Y siguió cuestionándose otras cosas que el arriero no escucho porque estaba entretenido leyendo algo en el manual

-          ¡Oiga! Acá dice que para viajar en el tiempo necesita un ¿“fluido Garcia”?. ¿Qué es eso? –

-          Bueno, eso no lo sé, la formula no aparece, pero, por las descripciones y los efectos creo que un mate amargo con ruda y los yuyos que me dio el curandero diaguita de la tribu del cacique “Am Ique” va a andar bien –

-          ¿Está seguro? Mire que acá dice que es muy importante –

-          Si, por eso primero voy a hacer un viajecito corto para probar –

Aclaró mientras ingería un generoso sorbo de la infusión ya cebada.

-          Bueno, deséeme suerte – fue lo último que dijo.

El arriero lo vio irse raudamente. El cancerbero, que también observaba la escena levanto expresivamente la orejas y, alzando la vista lo miro como preguntándole

-          ¿Pa onde va? – pero, como ya se dijo, en este relato los perros no hablan.

Filosóficamente el arriero dio la vuelta continuando el camino a las casas, mientras le explicaba al can.

-          Uste ya lo conce, sabe como he el escribiente, por más que vive en Córdoba hace años jamás se acostumbró al mate con yuyos. – sacó el pucho de detrás de la oreja, lo encendió y le dio una pitada.

-          Vamos, yo creo que tendrá para un par de horas en el baño, por lo menos. ¡Que ni el purgante ese que le dio el Pacino a la Lola le haría un efecto así! – rieron los dos.

Antes de entrar al rancho apago el cigarrillo y lo volvió a colocar tras la oreja. La patrona no le permitía fumar adentro. Cosa de mujeres ¿vio?

-          Hágame acordar que le traiga un agua de arroz al pobre –

El perro movió la cola, se sentó en el umbral y se dedico a la delicada tarea de rascarse el lomo.

Otro día había pasado.

Omar R. La Rosa

Córdoba de la Nueva Andalucía – Argentina

02 de Junio de 2020



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