Parado frente al ventanal de su piso en pleno centro de Madrid contemplaba satisfecho su ciudad, hoy más que nunca “su ciudad”.
Con controlado deleite saboreo el exquisito ron cubano, cosecha 1580, que tenía en la copa. Una de las pocas cosas que reservaba para sí mismo, Era algo que no compartía ni por todo el dinero del mundo.
¿Todo el dinero del mundo? Rió, en poco tiempo más eso también seria de él, neutralizado el molesto ministerio del tiempo, poco o nada podía interponerse en su destino.
Con cierta nostalgia recordó sus humildes orígenes, en las verdes colinas de Vermont, hacia ya varios siglos (1). Un largo camino de aprendizaje, con triunfos y derrotas, la mayoría atribuibles a los entrometidos españoles esos…
Luego de la primera gran derrota había aprendido, no se puede derrotar al enemigo si no se le conoce, y eso fue lo que hizo, estudio. Estudio mucho, a todos y cada uno de los agentes del ministerio, escarbo en sus orígenes, en sus penas, en sus vicios y anhelos.
Y así encontró el punto débil, justo ese que ahora le daba este triunfo que ahora saboreaba.
Había trazado una elaborada trama para llevar al ministerio a la trampa que acababa de cerrar, usando los últimos recursos de la vieja Darrow había viajado al futuro y, a partir de ahí había construido este pasado.
La joven mujer se le acerco sigilosamente por detrás y amorosamente le rodeo con sus brazos.
Al notar el abrazo él giro con una amplia sonrisa y, mirándola a los ojos con pasión la beso prolongadamente.
- Eres muy hermosa Carmen –
- Hay Juan, que me sonrojas –
- ¿Tú sonrójate? – y ambos rieron estrepitosamente, sabedores de los ridículo de la afirmación.
- Bueno, pero el viejo Salvador se lo creyó –
- Si, era inevitable. Hasta me da cierta pena – y ambos volvieron a estallar en una ruidosa carcajada.
- Bueno, bueno, de ultimas era previsible, como tu dijiste –
- Es que los hombres, con la edad se ablandan…-
- Sin embargo el había matado al niño… -
- Que fue lo que permitió que tu aparecieras ante él sin que sospechara –
- Así fue, aunque aun no entiendo como no se dio cuenta, porque si al final yo salve al niño, como hice, entonces él no lo mato y si no lo mato ¿Cómo es que yo aparecí ahí? –
- Porque era un hombre viejo, él nunca quiso matar al niño, y tú fuiste la escusa que él quería para no hacerlo –
- ¿Por eso me enviaste? –
- Así es querida, hay algo atávico en el papel maternal de las mujeres. Los hombres son incapaces de sustraerse indefinidamente a ello, al fin y al cabo todos hemos sido niños y tenido o deseado tener una madre –
- Una mujer dulce que te proteja – le dijo ella cariñosamente acariciándole la cabeza.
- Mientras somos niños – contestó con alguna dureza apartándose de ella. - En fin, cuando Salvador creyó que dejándote el niño a ti solucionaba su problema sin tener que pagar el precio que no quería todo se soluciono para él –
- ¿Cómo se te ocurrió todo este embrollo? – dudo ella perspicaz.
- No es ningún embrollo, solo matemáticas y mucho trabajo. Como en la Eternidad(2)…es solo cuestión de manejar estadísticas, probabilidades y cuidarse de los posibles traidores…- concluyó misteriosamente.
- Aun así hay algo que no me termina de cerrar – lo de detective no era solo una tapadera – Como lograste que no vieran este futuro –
- A, eso, eso es la parte más fácil. ¿Cómo escondes un camello en el desierto? –
- … - le miro inquisidora.
- Pues, lo mentes en medio de una manada de camellos – le sonrió satisfecho.
- O sea, es imposible para alguien del pasado encontrar en qué futuro te encuentras – entendió Carmen Ayala.
- Así es – le sonrió dándole un pequeño beso en los labios y acariciándole el cabello. Era una mujer inteligente, había conocido muchas así…quizás demasiadas.
- Y ahora el ministerio cree Juan Salcedo ya no es ningún peligro, que te ha neutralizado y estamos seguros –
- Bueno, técnicamente aun quedan un par de cosas – le dijo tomándola por la cintura, llevándola hacia la ventana, asomándose al balcón, desde done la vista no tenia limites.
En el lejano cielo se vio aparecer un anacronópete, descendió, se elevo y estallo en el aire.
- Ya está todo hecho, sin cabos sueltos – dijo ella suavemente.
- Casi – se dijo para sí mismo, mirándola con ternura, acariciando su espalda….
© Omar R. La Rosa
Córdoba – Argentina
Notas
(1) El cazador de
Vermont – Omar R. La Rosa: https://ytusarg.blogspot.com/2017/05/el-cazador-de-vermont-tiempo-de-relatos.html
mas obras del autor: https://www.amazon.com/Omar-R.-La-Rosa/e/B07GHV6MLL?ref=dbs_p_ebk_r00_abau_000000
(2) El fin de la
Eternidad – Isaac Asimov: https://es.wikipedia.org/wiki/El_fin_de_la_eternidad
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