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Eran alrededor de las 3 de la tarde y, en la semipenumbra de la oficina,
Salvador aprovechaba para echar una “cabezadita”, cuando sonó el teléfono.
A regañadientes, enojándose con Angustias por haber permitido pasar esa llamada, antes que pensar que podía ser algo urgente, tomó el teléfono y atendió.
Nada más escuchar la primera palabra la cara le cambió completamente. Como por arte de magia desapareció toda modorra y estuvo en alerta máxima. Tanta adrenalina había vertido en sus venas el simple sonido de la voz del otro lado.
Aún escuchando, respiró hondo tratando de recuperar la compostura.
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Yes,
madam, I know it's not our area of responsibility, but we'll do our best –
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Yes,
I will speak to our government myself ... –
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…. –
-
Yes
madam, do not worry, the past is the past and now ... now we must face the
future –
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No,
please, for nothing. Thank you for coming to us. I do not know what we can
do, but we will.-
y cortó, o mejor dicho, la otra persona cortó, porque él se quedo con la
boca abierta y el teléfono en la mano. Incrédulo de lo que acababa de pasar.
Así lo encontró Angustias cuando entro a la oficina unos instantes después
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¿Qué le pasa Jefe? –
-
No va a creer quienes me acaban de llamar – dijo con la cara aún
extrañada
Ante la expresión de perplejidad de Angustias se aclaró
-
En Westminster están muy preocupados por los problemas que están teniendo
con el terrorismo y – tragando saliva – a alguien se le ha ocurrido que,
quizás, arreglando algunas cosas que han hecho en el pasado podrían mejorar la
situación. - calló unos segundos y luego continúo - ¿Se imagina
Angustias? ¡Los Ingleses quieren que los ayudemos a arreglar su pasado! –
Respiró hondo y se sentó apoyándose contra el respaldo de su sillón, preocupado.
-
¿De dónde sacaremos toda la gente que hará falta para encarar semejante
trabajo? –
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